Embajadores de Ecuador, Venezuela, Bolivia, Cuba y Argentina ante la OEA sobre fondos buitre: “Si dejamos que tengan una victoria, los derrotados somos todos”

Por Sebastian Abrevaya

Los representantes de Ecuador, Venezuela, Bolivia, Cuba y Argentina se reunieron para ver el partido y hablar de política. La unanimidad es que los fondos buitre son un peligro para la región y todos los países deudores.

A diferencia de épocas anteriores, la unidad de los representantes de Latinoamérica y el Caribe en apoyo a la posición Argentina frente a los fondos buitre va mucho más allá de las paredes de foros como la OEA, las Naciones Unidas o la Celac. Con la excusa de ver el partido Brasil-Colombia, se reunieron los embajadores ante la ONU, de Ecuador, Xavier Lasso; Venezuela, Samuel Moncada; Bolivia, Sacha Llorenti; Cuba, Oscar González y Argentina, Marita Pérceval. Los representantes de los gobiernos más importantes de la región también compartieron un análisis de la política regional, el conflicto con los capitales financieros internacionales, el rol de los organismos multilaterales, los medios de comunicación y la situación de Estados Unidos.

–¿Qué es lo que se pone en juego cuando se produce el ataque de los fondos buitre contra un país, como en este caso Argentina?

Xavier Lasso: –Desde mi óptica de ecuatoriano pone en cuestión todas las propuestas de los gobiernos progresistas de la región. Es clarísimo para nosotros: la Revolución Ciudadana de Ecuador empieza con una auditoría integral de nuestra deuda pública en la que se descubren las barbaridades que se hicieron y se logró negociar porque se descubrió que hubo tramos de esa deuda ilegal e ilegítima que había producido anatocismo, que es el cobro de intereses sobre intereses. Calculamos que hemos pagado cinco veces la deuda externa del Ecuador. Yo escuchaba al ministro Kicillof que la Argentina destinaba algo más de 25 centavos de dólar para servir la deuda, en nosotros era más dramático porque destinábamos 55 centavos para la deuda y nunca la pagabas. Siempre pagábamos intereses y nunca el capital. Cuando hacemos la auditoría y convocamos a los acreedores vimos que no sólo eran extranjeros, sino también ecuatorianos. Y esa es una de las perversidades en todo esto, porque explica las alianzas internas de medios de comunicación y de intereses financieros y económicos. Y cuando en la Argentina se produce esto de los fondos buitre entendemos de lo que se trata. Esta es una embestida de esos intereses que tienen una enorme cobertura mediática. Como ecuatoriano tenemos estos temas pegados en la piel. No hay futuro de independencia y autonomía económica si no somos capaces de resolver estos problemas.

Sacha Llorenti: –Este es un tema de preocupación regional, continental, global, porque desnuda cómo está organizado el mundo, desnuda cómo el capital financiero, especulativo, está por encima no sólo de los derechos de las personas sino incluso por encima de la soberanía de los Estados. Al mismo tiempo desnuda las limitaciones y deficiencias que existen en los mecanismos internacionales que deberían ser transparentes y eficientes en el control. También desnuda la deficiencia de Naciones Unidas ante la ausencia de estos mecanismos internacionales y significa una amenaza a todo el sistema económico y financiero internacional, pero sobre todo una amenaza a todos los países en desarrollo. Y si la comunidad internacional no encara de manera conjunta este tema, entonces esta posibilidad es mucho más peligrosa. Desde la perspectiva boliviana, el presidente Evo Morales ha sido muy claro al sostener que cualquier cosa que le ocurra al gobierno y el pueblo argentino afecta también a Bolivia y a su pueblo. En ese sentido, nuestra solidaridad es militante y se expresa en todos los sentidos que nos diga la Argentina.

Oscar González: –En 1985 el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, dio una batalla por el pago de la deuda, que era impagable. Eso demuestra que viene desde hace muchos años y, si bien se manifiesta en la Argentina, afecta a todos nuestros países. Todo esto que vemos de la especulación financiera internacional, aprovechando los avances tecnológicos que han sucedido, pero quiero insistir en el punto de que ONU tiene que atender estos temas porque a veces todo queda en las élites financieras internacionales, y lo que se necesita es una verdadera reestructuración del sistema financiero global. La ONU, que es la organización más participativa y democrática, debería discutir sobre estos temas y tomar alguna acción, pero lo que pasa es que no hay una voluntad política de avanzar sobre ello desde los centros de poder.

X. L.: –Si logra imponerse el criterio del sistema financiero será gravísimo, porque caerá la inversión social. En Ecuador se decía que había que guardar plata, ser precavido, pero en realidad se guardaba para garantizar el pago de la deuda externa. Eso era todo y si la Argentina no supera esta situación se ponen en riesgo todas estas inversiones en lo social. La dominación de los noventa no es algo que haya ido desapareciendo. Hay todavía una presencia muy fuerte más allá incluso de los cambios que vive la región latinoamericana. Herramientas de dominación en América latina fueron los golpes y luego el neoliberalismo. Griesa y los fondos buitre son otra forma de dominación: el poder sin Estados.

Marita Pérceval: –Es el poder que humilla, especula, explota, silencia, compra, vende, rifa el futuro de millones de seres humanos y, sobre todo, como Thatcher decía, que había que achicar el Estado para agrandar la Nación, todo este capitalismo financiero su objetivo más claro, y oculto al mismo tiempo, es que no necesita ya de los Estados, al contrario, porque son el espacio de la molestia y obstaculización. Entonces, cuando planteamos desde nuestros países una regulación no asfixiante, no vamos contra la libertad, sino contra la explotación que los mercados financieros generan por actuar sin patria ni ley. Realmente las Naciones Unidas surgen para que la prepotencia de los poderosos no sea la regla que una y otra vez humilla la ternura de los más débiles, la esperanza de los más pequeños, la utopía de los que estaban en situación de desa-rrollarse y no pudieron. Hoy es igual, entonces ¿cuál es el desafío? ¿Equilibrar el poderío militar? Por supuesto que sí. Pero también es desentrañar, desenmascarar y regular la forma sofisticada de explotación de los pueblos y sus Estados es la especulación financiera.

–¿Cuál es el rol que les cabe a los Estados en esta disputa?

S. L.: –Ese es un tema esencial y clave. En los noventa, con el neoliberalismo, se sacó a los Estados del tablero de las relaciones económicas a toda costa. Por eso hubo una ola de privatización de todo y reducir al Estado a su mínima expresión. Lo que está pasando con los fondos buitre tiene que ver con esto. Ahora en esta etapa de la historia son nuestros Estados, de América latina y el Caribe, los que están demostrando que esa lógica depredadora no sólo acabará con los Estados, sino con la humanidad. La crisis financiera es tan peligrosa como la crisis del cambio climático. Ambas, dejadas por sí mismas, tienen como final de su camino acabar con la humanidad. Por eso es imprescindible el fortalecimiento de nuestros Estados y no sólo aislados, sino unidos, no digo aliados, que no es lo mismo, porque la batalla que está librando la Argentina no es sólo de la región, sino una batalla de la humanidad. Porque si dejamos que estos fondos buitre consigan una victoria, los derrotados seremos todos. Porque la lógica del achicamiento del Estado que no signifique y no importe nada, es la misma que luego nos va a obligar a privatizar nuestras aguas, nuestros recursos naturales.

M. P.: –Lo que se pone en tela de juicio ahora y se intenta obviar es la soberanía del Estado, que no es un gesto, sino es la expresión de un pueblo independiente que elige un proyecto de vida, que está constituido como Estado de Derecho a partir de su Constitución y esto nada importa porque puede la firma de un juez de primera instancia, aun otorgándole lucidez pero no legitimidad y justicia, puede más que lo que vale una Constitución. Creo que no podemos hacernos los sorprendidos ni tampoco ser paranoicos, pero ¿la legitimidad de origen de nuestros gobiernos no está cuestionada? ¿A pesar del voto popular que se expresa en las urnas, no se cuestiona cómo ocurre en Venezuela? No son batallas aisladas.

X. L.: –En medio de esa profunda crisis que expulsó a nuestro pueblo a ser migrante hubo sectores vinculados al capital internacional que se enriquecieron como nunca. Gente de nuestros países que se hizo más rica y eso quiere volver como si nada hubiera pasado en el mundo. No lo podemos tolerar. Por eso insisto que ellos tienen un aliado poderoso que son los medios que nos quieren hacer creer que eso es lo normal, que la recuperación del Estado es una deformación de estas izquierdas trasnochadas.

Samuel Moncada: –Nuestro canciller recordó en Washington la doctrina Drago, de un jurista argentino que en 1902 por un caso de Venezuela, propuso la doctrina de que no se puede usar la fuerza por razones de deuda. Y esa fue una de las grandes banderas en el tema de soberanía. Pero no es sólo eso, en 1974 se aprobó en Naciones Unidas la Carta de los Derechos Económicos de los Estados que decía que cuando una compensación sea motivo de controversia será resuelta “conforme a la ley nacional del Estado”. Esto está escrito, nadie lo cumple, pero es un principio general de Naciones Unidas que se olvidó. Es ridículo que un juez de primera instancia decida sobre la jurisdicción y los intereses de todos los Estados del mundo. Y lo importante es que la Corte Suprema de Estados Unidos decidió no intervenir. Dijeron “no hay caso que discutir”, es decir apoyaron al juez. Cuando Menem decidió, como muchos presidentes del mundo, ignorar esta Carta de la ONU y someter su jurisdicción nacional a la jurisdicción de Nueva York creó estas condiciones. Ahora, así como se entrega, también se rescata. Es la hora de rescatarlo y desconocer a Nueva York como la jurisdicción mundial.

–¿Por qué esa unidad regional que se expresó en la OEA no ha podido traducirse en avances más concretos?

S. L.: –Hemos avanzado mucho y nos falta mucho por avanzar. Que no se espere que lo que se ha mal hecho por dos siglos se solucione en 5 o 10 años. Hay que entender que si bien se da lo de Unasur y que muchos de nuestros países están dispuestos a avanzar, otros son más reticentes, no es una homogeneidad. Nos falta osadía, sí, pero creo que hemos avanzado y no hay que menospreciarlo, hay que materializar esos avances e institucionalizarlos. Estamos en la dirección correcta.

O. G.: –El cambio que ha tenido lugar en la región podría ilustrarse con la proyección que tiene la región hacia Cuba. Venimos de una época, en los años ’60, en que USA ha logrado aislar a Cuba e imponer la ruptura de relaciones diplomáticas de los gobiernos. Hoy tenemos una situación completamente diferente, con la proyección unánime de condena de la región al mantenimiento del bloqueo, tenemos la integración solidaria de la región y Cuba acaba de recibir la autoridad de la Celac. Esa es una muestra clara de cuáles son los signos nuevos que imperan en la región.

S. L.: –Este tema desnuda muchas cosas. Tenemos 22 resoluciones de Naciones Unidas contra el bloqueo a Cuba y parece que no existiera porque no mueve un ápice la política. Pasa con Malvinas, los fondos buitre, Palestina, con una enorme cantidad de temas. Este puñado de países de los 193 de la ONU, y sobre todo EE.UU., que es la expresión más grosera de la acumulación de poder económico, financiero, militar, en la historia de la humanidad, pretenden controlar las relaciones de poder. Si puede resumirse en pocas palabras, la amenaza más grande que tiene el planeta en estos momentos es Estados Unidos. Así que como un juez de este país puede causar zozobra en otros países, Estados Unidos puede determinar a qué país invadir, a qué país no invadir, qué país bloquear o no, qué intereses defender y qué intereses destacar. Así se resume indudablemente cómo está organizado el mundo. Esto de los fondos buitre tiene que ser un impulso para la construcción de un mundo distinto.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-250194-2014-07-06.html

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