Entre Allende y Maduro – Semanario La Época, Bolivia

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El 21 de enero pasado, ante la Asamblea Legislativa, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, denunció un “golpe de Estado en curso”.

Desde su llegada al poder, en abril del 2013, la dirección bolivariana, y el conjunto de los pobres del campo y la ciudad, han tenido que hacer frente a una guerra de desgaste que nos hace rememorar los heroicos y difíciles mil días de gobierno del presidente chileno Salvador Allende (1908–1973).

Mientras en 1970, una vez alcanzada la mayoría simple por el Presidente mártir, la derecha chilena arremetía contra la población y movilizaba a sectores del Ejército para que no asumiera la Unidad Popular, por su parte, en el 2013, la burguesía venezolana –con Capriles, Fernández y María Corina a la cabeza– hacía lo propio para desestabilizar a Maduro, llegando incluso a desconocer los resultados electorales.

Hace casi medio siglo, un poderoso medio de prensa vecino escribió: “Allende, médico y enfermo”. Hace tan sólo dos años, los mismos magnates de la des–información señalaron que Chávez había muerto en Cuba y se le mentía a su pueblo. Ahora repiten sediciosamente que “Maduro no es Chávez”.

Los últimos 24 meses en el país de Bolívar han sido calco y copia de la ofensiva fascista que sepultó el proyecto chileno. Una burguesía criolla dividida en dos frentes y que impulsa dos estrategias de derrocamiento distintas: la “institucional” (boicoteando en espacios municipales, gubernamentales, etc.) y la “callejera” (disputando la calle a la izquierda y sembrando el terror con sus grupos de choque que en febrero pasado asesinaron a 41 venezolanos con sus famosas “guarimbas”).

Pero, hay más. A Nicolás, como a Salvador, se le pretende rendir por medio de una “guerra económica y psicológica”: mercado negro, acaparamiento, multiplicación de “colas” (para que se peleen en la compra de un producto la clase media con el pobre), escases, desmantelamiento de las cadenas distributivas, asesinatos de dirigentes y disputa de la calle por parte del fascismo.

Si escudriñamos en más detalles, las similitudes nos sorprenderían. El golpismo venezolano está tutoreado por la burguesía chilena. Sabemos el precio que sufrió Chile cuando cayó en las garras del fascismo. No puede ni debe correr Venezuela la misma suerte. El guión está escrito y depende de nosotros que no se realice la escena. Piénselo.

La Época

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