El chavismo no es un movimiento electoral – Por Franco Vielma

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El pueblo chavista ha forjado su identidad durante años al calor de las coyunturas y circunstancias más duras. Se ha asumido de cara a los eventos, sin pedir tregua. La campaña política comenzó hace mucho en el chavismo y su cualidad movilizadora tiene a la resistencia y la ofensiva como médula.

Hagamos un poco de memoria: todas las luchas electorales que ha librado el chavismo han estado precedidas de duras situaciones de ataque político y económico originados desde la alta cúpula y económica de la derecha nacional e internacional. Golpes de Estado, sabotajes petroleros, paros patronales, boicot económico, guarimbas, intentos de golpes paramilitares, asedio internacional, perseverante ataque mediático generalizado y asfixiante, en fin, la historia ha sido contada desde Pedro Carmona hasta la finca Daktari, desde la sede de Fedecámaras hasta la oficina del Departamento de Estado gringo.

La única constante que ha permitido favorecer al chavismo desde la resistencia a la ofensiva ha sido la clara direccionalidad política y la cohesión popular, amalgamadas en una fuerza unitaria, consciente de su devenir. Desde el 2002 una reflexión se ha hecho cuerpo colectivo en el chavismo, y es que mucho hemos nadado como para morir en la orilla, parafraseando esa expresión popular.

¿Qué sucede dentro del chavismo?

El panorama político nacional sería imposible de interpretar sin reconocer la variable de la coyuntura económica; la conjunción de cuestiones estructurales de nuestra economía rentista, con coyunturas de caída del precio del petróleo y el ataque articulado y sostenido de la guerra económica como acto profundo de ingeniería social donde la extorsión política y la inducción del caos son el talante de la desestabilización y destrucción de los consensos políticos populares que son el alma del chavismo.

De cara a la coyuntura electoral parlamentaria, en la derecha la ecuación es simple: quieren cobrar con votos el asedio profundo de los agentes económicos, paraeconómicos y demás actores de la distorsión en los sistemas de abastecimiento y precios, que han inducido otros flagelos aguas abajo, como el bachaqueo y la economía de rapiña, para generar desmovilización, pérdida de la esperanza entre la gente. En el chavismo la situación apunta a la lucha por la reversión de los daños perniciosos de la guerra, nuestra fijación de posturas políticas no negociables, la defensa de lo logrado en el devenir y el castigo político a los criminales económicos.

Si hablar de campañas electorales se trata, el chavismo comenzó su campaña profunda, de identidad y resistencia desde antes de que se hablaran de cronogramas electorales este 2015. Mucho antes, años antes comenzó. Para el chavismo las elecciones no han sido un fin en sí mismas, por más que mucho lo parezca en ocasiones. Las elecciones han sido un espacio de definición política donde se consuman los resultados de una lucha política que no se detiene, que no cede.

A diferencia de los opositores, quienes sólo aparecen a “hacer su aporte para el país” en elecciones, que hasta se muestran apáticos e indiferentes a la movilización, el chavismo no para en ninguna circunstancia. Para el chavismo las elecciones son un acto para refrendar lo hecho, lo luchado, lo que se suda en las calles día a día. Esa es la diferencia entre la militancia chavista y la simpatía (o antipatía antichavista) opositora. Mientras el chavista duro lucha perseverantemente en múltiples coyunturas y espacios para empujar las cosas a lo distinto, el opositor duro quiere dar con todo al traste con un voto, resumiendo su lucha a un día electoral para sustituir lo que no le gusta. Allí reside también la diferencia medular entre un sector del país constantemente movilizado y politizado, de cara a otro que no ha entendido que la política en Venezuela cambió desde 1999. Es esa también la diferencia entre luchar por el país a querer cambiarlo en unas elecciones.

Hablar de descontento en parte del chavismo es reconocer las dimensiones políticas de la coyuntura actual. Y ese es un acto políticamente sano. Pero negar la identidad popular es otra cosa. De cara a las parlamentarias el chavismo en constante movimiento ha distado mucho de asumirse como una masa inerte en el descontento. Las expresiones son múltiples en el escenario político real. Veamos.

La eterna campaña del chavismo

Si asumimos a la Venezuela Bolivariana en rebelión como un espacio de identidad política, esa identidad es heterogénea, se mantiene amalgamada en algo que es patrimonio colectivo y que hoy sintetizamos como “chavismo”. Es polivalente, es multivariable, tiene atributos e interpretaciones en cada espacio, en cada realidad.

Para no escribir indagaciones en el aire, me permito reseñar acá algunas expresiones puntuales que he tenido la oportunidad de conocer directamente. El chavismo es muchas cosas:

En Barinas un grupo de comunas del área de la reserva de Ticoporo articulan esfuerzos para encarar la producción agrícola de cara a la guerra económica y, en simultáneo a esto, reparar el daño de la tala indiscriminada en esa reserva maderera desde una visión agrosostenible. Una de las actividades a privilegiar, es la de la formación política de todos los participantes en todos los proyectos socioproductivos en el marco de las comunas.

– En Maracaibo, un importante grupo de trabajadores de perfil técnico de Pdvsa comenzó a disputarle espacios clásicos al oposicionismo en esa empresa, que suele colocarse bajo la apariencia del profesionalismo tecnocrático “no politizado”. Desde hace varios años el Frente Unido de Trabajadores Socialistas de Exploración y Estudios Integrados de Yacimientos (Futsey) ha colocado la política, sin desparpajos, en un lugar no tradicional, en un esfuerzo para atrincherar a los trabajadores calificados de nuestra empresa estratégica en una postura política clara y pertinente, radicalmente chavista. Este es un brazo político de la Dirección Ejecutiva de Exploración y Estudios Integrados de Yacimientos (Dexeiy), con presencia en las divisiones de Pdvsa en Occidente y Oriente. Han fijado una postura de comprensión y abordaje político de la coyuntura para movilizar a sectores profesionales de Pdvsa a favor del interés nacional.

– En Mérida, diversos colectivos populares de comunicación y varias comunas en construcción han dado parto a una iniciativa “COMÚN”, para llamar así a una Red Comunal de Noticias, un punto focal y unitario de todo el esfuerzo comunicacional popular, para hacer visible la importante labor de las comunas en ese estado. La lucha es contra la invisibilización de la mediática privada asfixiante, siendo también la comunicación oficial de corto alcance, pero también la lucha es por construir y consolidar la cultura comunera.

– En Portuguesa, trabajadores de la Corporación Socialista de Desarrollo Eco-social del estado Portuguesa (Corsodep) se organizan para apuntalar la labor política de esa empresa, que tiene como objetivo fortalecer un nuevo tejido económico de la mano del quehacer campesino. No se trata de beneficiar con recursos, la cosa es crear espacios políticos.

– Camaradas del Frente Revolucionario de Artesanos Capítulo Lara organizan jornadas de producción de productos artesanales de higiene y del hogar, así como actividades de difusión de esos conocimientos, como respuesta a la guerra económica. Organizan jornadas de trueque.

Las expresiones son interminables. Están presentes en todo el país. Todas tienen un denominador común: el trabajo político se viene haciendo, el cuerpo político del chavismo sigue en movimiento. Y es que, si hay una campaña eterna en el chavismo, no es la electoral, es la de la construcción de lo distinto.

Las elecciones

La dinámica política nacional nos empuja a interpretar a una fuerza política sólo como una fuerza electoral. Este es un riesgo, un peligro hasta para el mismo chavismo. No hay que caer en la trampa. No debemos reducirnos a una fuerza electoral.

Son estos tiempos de matemáticas electorales y ejercicio de la numerología. Pero ese ejercicio estadístico debe guardar una distancia a nuestro hecho político, y es que el chavismo como fuerza social, ha tenido una coherencia acumulada durante años, no es resultado de algo fortuito. Ésta, y todas las elecciones que vengan, seguirán recayendo en la conciencia del pueblo, y esa conciencia se construye en el trabajo, en el devenir, en la eterna campaña de ir con los pertrechos a sudar y lidiar contra la adversidad.

Las parlamentarias serán ganadas por el chavismo, serán expresión de una conciencia acumulada y consumada. Y el trabajo, el verdadero trabajo político debe redoblarse siempre.

Franco Vielma. Sociologo venezolano. Columnista del sitio web Misiónverdad

Misión Verdad

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