Una celebración de la Revolución de Mayo con la plaza vallada y cerrada al público

Vallas en la Plaza y gente como uno en Olivos

No hubo espectáculos populares, ni fuegos artificiales, ni invitaciones a festivales masivos. Fue un 25 de mayo con la Plaza de Mayo vallada, con personas golpeando las rejas y reclamando poder ingresar. El presidente Mauricio Macri cruzó ese territorio bien vigilado desde la Casa Rosada hasta la Catedral y asistió al tradicional Tedeum, en el que el cardenal Mario Poli pidió “compartir la sabiduría del diálogo, donde las ideas superen las ideologías y donde nadie se levante hasta encontrar acuerdos razonables y duraderos de los que dependen tantas vidas, proyectos y sueños”. El Gobierno se apuraría luego a afirmar que estaban de acuerdo en todo lo que dijo. En declaraciones al comienzo de la jornada, el presidente Macri advirtió: “Nos dejaron una bomba al borde de estallar y la tenemos que desarmar con mucho cuidado”.

Pulcra, ordenada, casi sin personas. Así lucía por la mañana la Plaza de Mayo, cuando el presidente y sus funcionarios cruzaron hacia la Catedral metropolitana acompañados por la tradicional fanfarria militar.

Un pequeño grupo de alumnos había acompañado más temprano al jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, a izar la bandera. Larreta se ocupó de justificar el vallado que impedía el acceso a la Plaza de Mayo.

“Se decidió vallar por seguridad. Acá hay un mecanismo de seguridad que se coordinó con el Gobierno de la Ciudad y con Nación. Acá no sé si hubo amenazas, siempre hay que estar precavidos”, aseguró.

La decisión va en contra de los proyectos que comentaban los macristas al comienzo de su Gobierno, hace apenas seis meses, cuando soñaban con levantar las vallas y mostrar una Casa Rosada con una mayor cercanía al pueblo. En los discursos de esa época, se dedicaron a describir a Macri como un presidente que, a diferencia de su antecesora, se mostraba cerca del pueblo.

Larreta consideró que el aniversario de la Revolución de Mayo se daba en “una Argentina distinta, una Argentina mucho más abierta al diálogo, en la que todos pueden expresar sus diferencias”. Un grupo de personas del otro lado de la valla se dedicaron a hacer eso. En un acampe a metros de distancia estaban los cooperativistas que dependen del Gobierno porteño, el Frente Popular Darío Santillán y el Polo Obrero, entre otros. Reclamaban un aumento para las cooperativas. Larreta sostuvo que eran “una minoría, menos del 10 por ciento de las cooperativas”.

Más tarde, otro grupo de personas reclamaron ingresar a la plaza golpeando las vallas. “Abrí la plaza la puta que te parió”, era uno de los cantitos preferidos. Varias mesas con comida se habían desplegado junto a la Pirámide de Mayo. A los funcionarios que habían sorteado el vallado y a los policías que custodiaban, se les ofreció churros y chocolate caliente, al igual que a los alumnos que habían asistido. Desde adentro, un grupo de jóvenes PRO culparon a los cooperativistas:

“Por unos inadaptados, una multitud se vio privada de asistir a los festejos”, señalaron.

A sana distancia de los que protestaban, Macri había hecho algunas declaraciones por Radio Nacional antes de asistir al Tedeum. “La rueda se empezó a mover, el mundo nos ha abierto la mano, confía en nosotros”, sostuvo, sobre el rumbo de la economía. “Estoy muy contento por cómo marchan las cosas”, aseguró. Antes de recibir una visión muy diferente por parte de la Iglesia, Macri se atajó: “Sé que han sido meses difíciles para muchos, comparto el dolor y las angustias. El sinceramiento de la economía ha sido muy duro, pero el segundo semestre va a ser mejor, la inflación va a bajar drásticamente”

Locro para pocos

El presidente escuchó el Tedeum, a cargo del arzobispo Poli, quien no le ahorró ningún repaso de la realidad, como el 35 por ciento de pobreza que señaló la UCA. “Que no nos paralicen las estadísticas, no perdamos la sensibilidad de escuchar y redoblar esfuerzos y servicios ante el dolor de los más pobres, de las familias que sufren la humillación por carecer de lo esencial”, pidió Poli. Macri lo escuchaba junto a la primera dama Juliana Awada y el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti.

Apenas concluyó la homilía, el jefe de Gabinete se apuró a aclarar que el Gobierno estaba “cien por ciento de acuerdo” con lo expresado por la Iglesia. Como si el mensaje hubiera sido dirigido a otro, Peña se limitó a desear que “haya más trabajo, mejores escuelas y hospitales sobre todo más unidos en torno a un sueño común”. Peña indicó que la celebración puertas adentro de Olivos “es mejor que lo que hemos vivido en los últimos años”.

Al salir de la Catedral, Macri se acercó a un grupo de personas a las que se le había permitido cruzar las vallas y los saludó. Incluso se probó el gorro negro de uno de ellos. Luego partió hacia la Quinta de Olivos, donde había un locro para 400 invitados especialmente seleccionados. También hubo empanadas criollas y como postre, pastelitos de dulce de membrillo y de batata. El acto iba a ser originalmente en la Plaza Colón, detrás de la Casa Rosada, pero fue cambiado a último momento. En el Gobierno negaron que el traspaso tuviera que ver con las protestas.

Las invitaciones a Olivos incluían a una selección de vecinos de la Quinta de Olivos a los que les tocaron el timbre en los últimos días para sumarlos a la invitación. Fueron los únicos que pudieron registrar con sus celulares lo que ocurrió allí, dado que no se permitió la entrada de periodistas. Las únicas transmisiones oficiales fueron cuidadosamente controladas desde el Facebook de Casa Rosada.

Al convite en la Plaza de Armas de Olivos, donde se usaron fardos de alfalfa para que las personas se sentaran, también fueron invitados diversos dirigentes sociales cercanos al macrismo. La dirigente del barrio Los Piletones Margarita Barrientos, finalmente, no asistió. Se quedó en su comedor, donde por la tarde se fotografió con la vicepresidenta Gabriela Michetti. Otros de los invitados fueron: Asociación Civil Niño Jesús, Grupo Comunitario Blanca Nieves, Ositos Cariñosos, Fundación Manos Abiertas, Comedor Comunitario Pamperito, Años Felices, Fundación Convivir y el Centro Comunitario Copitos. También asistieron cursos de escuelas de Hurlingham y de Vicente López. Todos comieron al son de un conjunto folklórico.

Antes de servir el primer cucharón de locro, que fue llevado a la mesa en un zapallo ahuecado, Macri dio allí un breve discurso en el que los invitó a “seguir trabajando juntos de cara al futuro y a cerrar la brecha entre lo que somos y podemos ser”. Finalizó con un sonoro “¡Viva la patria!”.

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Macri encabezó Tedeum y ofreció almuerzo en Olivos

Macri participó de su primer aniversario de la Revolución de Mayo como jefe de Estado con la tradicional ceremonia, que fue oficiada en la Catedral Metropolitana. Hasta allí llagó casi todo su gabinete y autoridades del Gobierno de la Ciudad. Más tarde, se trasladó hasta la Quinta de Olivos para encabezar un “locro patrio” que ofrecerá a funcionarios y referentes sociales.

Al igual que lo hizo en los ocho años que estuvo al frente de la Jefatura de Gobierno porteña, el líder del PRO llegó a las 11 en el primer templo católico que tuvo la Ciudad de Buenos Aires, donde escuchó la homilía del arzobispo local, el cardenal Mario Poli.

Poli recordó en su discurso que “la palabra de Dios promueve la solidaridad y la igualdad” y sostuvo que “por eso, no rehuimos el compromiso en favor de los que sufren y son víctimas del egoísmo”. Además, pidió “no perder la sensibilidad por los que menos tienen”, en lo que se interpreta en otro mensaje al Gobierno nacional para combatir la pobreza.

El Tedeum se realizó bajo un clima de tensión por la presencia de decenas de trabajadores cooperativistas que prestan servicios para la Ciudad de Buenos Aires, que instalaron un acampe y vigilia en la zona para reclamar al Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta que “cumpla el compromiso de 250 puestos de trabajo” y otorgue un aumento salarial.

Los cooperativistas se movilizaron el martes por la tarde desde el Obelisco hasta Diagonal Norte y San Martín, frente al Ministerio de Modernización, donde iban a mantener una protesta con acampe “hasta el que Gobierno cumpla con lo prometido”. Allí, se montó un fuerte vallado frente a la Casa Rosada y sobre la catedral Metropolitana, con la presencia de Guardia de Infantería y de la Policía Federal, mientras que los ingresos a las cabeceras de las líneas de subtes A, D y E fueron cerrados.

Tras los actos oficiales, el mandatario Mauricio Macri encabezó un almuerzo en la Quinta de Olivos con funcionarios nacionales, vecinos y representantes de distintos organizaciones sociales, a quienes dio la bienvenida al grito de “¡Viva la Patria!”. Junto a su esposa Juliana Awada, Macri abrió las puertas de la residencia presidencial para compartir un tradicional locro y empanadas criollas, al conmemorarse 206 años de la Revolución de Mayo.

El mandatario nacional fue el encargado de servir el primer plato del denominado “locro de la Patria”, acompañado de cerca por los integrantes de su Gabinete, quienes horas también habían estado a su lado en el tedeum en la Catedral Metropolitana.

Participaron representantes de organizaciones sociales como las Cooperativas de Viviendas Quilmes, Grupo Comunitario Blanca Nieves, Fundación Margarita Barrientos, Ositos Cariñosos, Fundación Manos Abiertas, Comedor Comunitario Pamperito, Años Felices, Fundación Convivir, Centro Comunitario Copitos, Fundación Discar, Fundación Huésped, Botines Solidarios, Asociación Conciencia, Levántate y Anda, Años Felices, entre otros.

Además, estuvieron la vicepresidenta Gabriela Michetti; el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; el jefe de Gabinete, Marcos Peña; la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, del Interior, Rogelio Frigerio, de Trabajo, Jorge Triaca; y el intendente de Vicente López, Jorge Macri; entre otros. El Presidente le sirvió el primer plato de locro a Elvira Laje, una integrante de un centro de jubilados que la semana pasada cumplió 100 años.

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