Juan Manuel Santos: “En 150 días las Farc dejarán de existir como grupo armado”

“En solo 150 días, las Farc habrán dejado de existir como grupo armado”

Después del momento histórico vivido por los colombianos, ayer con la firma del nuevo acuerdo de paz, entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, el presidente Juan Manuel Santos afirmó que el paso a seguir es la refrendación ante el Congreso de la República para iniciar la implementación y dejación de armas, por lo que esta guerrilla dejará de existir como grupo armado.

En ese sentido, Santos señaló: “Espero que, según el procedimiento establecido, la refrendación sea aprobada en el curso de la próxima semana. Ese día será el día D. ¿Esto qué significa? 5 días después se iniciará el movimiento de las Farc hacia las zonas veredales transitorias. A los 90 días se iniciará la dejación de las armas. Y en 150 días, tan solo 150, todas las armas de las Farc estarán en manos de las Naciones Unidas. Las Farc, como grupo armado, habrá dejado de existir”.

Y agregó: “También a partir del día D, la semana entrante, empezará en forma el desminado para que nuestros campos no sean nunca más una trampa mortal para nuestros niños. Ese mismo día iniciará el proceso de implementación de todos los demás elementos del nuevo acuerdo en el Congreso”.

Por su parte, el líder de las Farc, Rodrigo Londoño Echeverri, alias ‘Timochenko’, afirmó que nadie debe quedar fuera del nuevo acuerdo de paz y dijo que este documento implicó debates profundos con todas la voces del establecimiento.

El máximo jefe del grupo guerrillero, propuso un gobierno de transición para el cumplimiento del nuevo acuerdo, que fue presentado ayer mismo al Congreso para su refrendación.

“Destacamos la importancia que tendría para el país la conformación de un gobierno de transición cuyo propósito fundamental sea el cumplimiento cabal de los acuerdos de La Habana el cual debería ser integrado por todas las fuerzas y sectores que han trabajado sin tregua por ello”, dijo Timochenko, sin dar detalles de su propuesta.

A su vez, pidió que el acuerdo se implemente con rapidez y dijo que, en su opinión, “la primera demanda nacional es que se ponga fin al uso de las armas en la política”, pero también que “se garantice el derecho a disentir, a hacer oposición”.

Finalmente, señaló: “Reclamamos su implementación pronta y eficaz, a fin de desatar la edificación de la convivencia democrática, la paz y la justicia social en nuestro país”.

Ya está radicado ante el Congreso de la República el nuevo acuerdo

El ministro del Interior de Colombia, Juan Fernando Cristo, radicó ayer ante el Congreso de la República el acuerdo de paz para que, a más tardar la próxima semana, se proceda a su refrendación.

“Radicamos en la Cámara de Representantes el nuevo acuerdo con el fin de comenzar el trámite de refrendación”, indicó el ministro Cristo.

Una vez finalizó la ceremonia, de la que hicieron parte alrededor de 800 invitados, el ministro del Interior se desplazó al Capitolio Nacional para hacer entrega al presidente del Congreso, Mauricio Lizcano del texto oficial en cuya portada se lee: “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.

“Muchas gracias a todos los partidos que acompañaron la firma de este acuerdo. El presidente le pide al Congreso la urgente refrendación del nuevo acuerdo de paz”, sostuvo Cristo.

A su turno, Lizcano manifestó: “Recibo con responsabilidad y compromiso el nuevo acuerdo de paz. El Congreso trabajará sin descanso en su refrendación e implementación”.

El senador agregó que “el Congreso asume la refrendación de los acuerdos y hará un trabajo juicioso por la paz que tanto merecen los colombianos”.

Llamado a un acuerdo nacional

El presidente Santos convocó al país en pleno a participar en un gran acuerdo nacional para implementar la paz en Colombia, expresando que: “Convocaré a todos los partidos, a todos los sectores de la sociedad a que participen, contribuyan y logremos así un gran acuerdo nacional para la implementación de la paz. En un mundo convulsionado por los conflictos, ya nos exaltan por haber logrado la paz”.

Y añadió: “Demostremos en un mundo polarizado, que también podemos ser ejemplo y poner el país por encima de los intereses políticos. Estoy convencido de que es el mejor camino para Colombia.
Me comprometo a trabajar y poner lo mejor de mí y de mi gobierno para lograrlo”.

Crónica del Quindio


Senado aprueba debate de refrendación del Acuerdo de Paz para el 29 de noviembre

Con 54 votos a favor y 0 en contra fue radicada en la Plenaria del Senado, la proposición mediante la cual se cita a debate de control el martes 29 de noviembre al ministro del Interior, Juan Fernando Cristo y se invita al Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, y al jefe negociador Humberto de la Calle, para que expliquen los alcances del nuevo Acuerdo de Paz.

El senador del partido Liberal, Luis Fernando Velasco, sustentó dicha proposición desde el marco legal y constitucional. “La Constitución de Colombia en sí misma en un tratado de paz, en ella se consignan todas las políticas que rigen la democracia de nuestro país, es por esta razón que el Congreso se faculta, en representación del pueblo, a debatir la firma del acuerdo”, dijo Velasco.

El propósito del debate será discutir la política de paz del Gobierno, así como los puntos convenidos durante las negociaciones con las Farc en La Habana.

Entre tanto, se hicieron pronunciamientos por parte de las bancadas en apoyo al nuevo acuerdo de paz. El senador Roy Barreras, del Partido de la U, y miembro de la mesa de negociación, afirmó que “la guerra ha terminado, después de 60 años se logró ponerle fin al conflicto”.

Por su parte, el senador Hernán Andrade, del Partido Conservador, dijo que a pesar de algunas observaciones al proceso, seguirán acompañando la implementación del mismo, “El Presidente Santos obró constitucionalmente, ratifico el compromiso del Congreso con la paz”, enfatizó el legislador.

En el mismo sentido, se refirió el senador Iván Cepeda del Polo Democrático, afirmando que el nuevo acuerdo sí incluyó las propuestas del No y añadió que el alto mando militar respalda de manera unánime el acuerdo firmado.

Desde la oposición, la senadora Paloma Valencia, del Centro Democrático, fue enfática al decir que con la firma del nuevo acuerdo y la refrendación en el Congreso, se está suplantando la decisión tomada por las mayorías en el plebiscito del 2 de octubre.

Con esta proposición, el Senado hizo un llamado a representantes de las organizaciones sociales que representaron las posiciones del SÍ y del NO, durante la campaña del plebiscito, a que hagan parte de las discusiones.

El 30 en la Cámara

En la Cámara de Representantes el debate de refrendación del nuevo Acuedo de Paz será al día siguiente, es decir, miércoles 30 de noviembre, de acuerdo con la votación de 90 contra 13. Han sido invitados Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo y Sergio Jaramillo, alto comisionado para la paz, con el fin de que expliquen los alcances del segundo tratado de paz a la Plenaria.

Además, se espera que ese día estén presentes organizaciones civiles que promovieron el No antes y después del plebiscito.

Por una proposición radicada por varios representantes de distintas bancadas, al debate fueron citados los negociadores de paz, Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo, así como el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, para que expliquen los alcances del nuevo pacto de paz.

Así mismo, se convocará a voceros del Sí y del No para que expongan sus puntos de vista al respecto.

“Proponemos, además, que para ese mismo debate se invite a un grupo de voceros que hayan promovido desde la sociedad civil las opciones del ‘Sí’ y del ‘No'” en el plebiscito del pasado 2 de octubre.

El Heraldo


Así será el desarme de las Farc

El acuerdo de paz, refrendado este jueves por el Gobierno Nacional y las Farc, comenzará a implementarse antes de terminar el presente año.

El próximo miércoles el Congreso refrendará el nuevo acuerdo para iniciar en firme su implementación. A partir de este momento comienza la implementación. “La implementación podrá arranciar tan pronto el Congreso de la República lo refrende”, dijo Santos. Ese día será el Día D.

Esta previsto que sea refrendado el miércoles próximos. A partir de ese momento comenzará la implementación.

“El Congreso tiene intactas sus facultades para refrendar el nuevo acuerdo con las Farc y expedir las normas de lo que se pacta, pero si dice No, el presidente Juan Manuel Santos puede acudir al acto legislativo de la ley quinta de 1992”, aseguró el ex presidente de la Corte Constitucional, José Gregorio Hernández.

A partir de este acto los guerrilleros se concentrarán en las 20 zonas veredales transitorias de normalización para iniciar el proceso de desmovilización y entrega de armas. Antes tendrá que expedirse la ley de amnistía para los alzados en armas que no tengan procesos por delitos de lesa humanidad.

El proceso no será superior a180 días según los protocolos acordados.

La dejación de armas tendrá dos momentos denominados Control de Armamento y Dejación de Armas, todos contados a partir del mencionado anuncio.

El control de armamento iniciará cinco días después del Día 1, cuando las Farc le entreguen al mecanismo de verificación la información sobre las armas que tienen en su poder para su correspondiente registro, identificación transporte y verificación de tenencia.

Del día 7 al 30 se realizará el transporte de las armas, las granadas y municiones, por parte de los integrantes de las Farc hacia las zonas veredales donde se concentrarán, bajo la supervición del protocolo de seguridad para el transporte del armamento.

El día 10 las Farc entregará al mecanismo de monitoreo y verificación, las coordenadas de todos los depósitos o caletas donde se encuentra su armamento inestable (tatucos, minas, cilindros bomba, etc).

Durante los primeros 60 días se destruirá el armamento inestable y se almacenarán en contenedores, bajo control de Naciones Unidas, todas las armas de apoyo y el armamento de las milicias.

Posterior a la destrucción del armamento inestable, se hará la recolección y almacenamiento en contenedores el armamento individual que permanece en poder de los integrantes de las Farc dentro de los campamentos en las zonas veredales, la cual se realizará en tres fases.

La fase 1 será el día 90 cuando las Farc entreguen el 30% de sus armas; la fase 2 será el día 120 y entregarán otro 30%; y finalmente la fase 3 será el día 150 cuando deberán entregar el 40% de armas restantes.

Según el acuerdo, a más tardar a los 150 días todas las armas de las Farc, incluidas las individuales, deberán estar almacenadas en contenedores bajo control de Naciones Unidas, y a más tardar a los 180 días la ONU extraerá los contenedores de las zonas, y certificará y comunicará a la opinión pública su finalización.

Una vez finalizado todo este proceso, las armas serán fundidas para construir tres monumentos conmemorativos, uno en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, otro en La Habana, y uno más en Colombia que será definido por un acuerdo entre el Gobierno y las Farc.

La Nación


Discurso de Juan Manuel Santos: “Espero que la refrendación sea aprobada la próxima semana”

El presidente Juan Manuel Santos aprovechó su discurso durante la firma del nuevo acuerdo de paz con las Farc para anunciar que espera que la próxima semana la paz sea refrendada en el Senado de la República.

Y ese día de la aprobación será el Día D. Cinco días después, las Farc empezarán el movimiento hacia las zonas veredales transitorias. Y a los 90 días iniciarán con la dejación de las armas. “Las Farc, como grupo armado, habrá dejado de existir”, dijo.

A continuación el discurso completo del presidente Juan Manuel Santos:

Compatriotas

Los colombianos compartimos un amor profundo por nuestro país que nos permite reconocernos como nación.

Hemos forjado nuestra identidad nacional a lo largo de cerca de doscientos años de vida como nación independiente.

Los colombianos no nos dejamos abatir por la adversidad y reaccionamos con fortaleza, coraje y fraternidad frente a los obstáculos.

Somos un pueblo orgulloso de nuestras virtudes, de nuestro empuje y nuestro tesón. Compartimos valores y aspiraciones de progreso y bienestar.

La paz y la concordia son parte de esos valores compartidos. Son un anhelo común y un sueño que hemos buscado hacer realidad desde hace años, décadas …siglos.

Todos sabemos, en el fondo del alma, que el conflicto armado tiene un costo demasiado alto. Es demasiado doloroso, como lo son todas las guerras.

Los muertos, los desaparecidos, los heridos, las víctimas y sus familias han sufrido este terrible enfrentamiento.

Lo han sufrido también todos los que, sin vivir directamente el conflicto, han visto nuestro país, nuestra querida Colombia, atrapada en este laberinto de violencia.

Y todos –absolutamente todos— sabemos que la paz nos devolverá la esperanza, la fe en el futuro y la posibilidad de tener un mejor vivir para nosotros y nuestros hijos.

Ese gran objetivo común nos ha sido esquivo, a pesar de múltiples intentos hechos a lo largo de más de medio siglo.

Pero los colombianos somos perseverantes. Insistimos, nos empecinamos en alcanzar las metas que nos proponemos.

Durante los últimos seis años nos hemos empeñado en darnos una nueva oportunidad para acabar la violencia y sembrar las semillas de la reconciliación.

Hace dos años, en la elección presidencial, los colombianos reafirmaron su decisión de hacer de la paz una prioridad nacional.

En agosto pasado alcanzamos un acuerdo con las Farc, paso fundamental para comenzar a construir esa paz.

Los ciudadanos, el pasado 2 de octubre, se expresaron. Dijeron queremos la paz. Pero queremos un nuevo acuerdo.

Durante más de cuarenta días escuchamos a los colombianos. Escuchamos sus preocupaciones y también sus voces de aliento para perseverar y no perder este impulso, estando ya tan cerca de la meta.

Decenas de miles de jóvenes en todo el país, esa nueva generación que construirá la Colombia del mañana nos exigió que le entregáramos un país distinto al que nosotros recibimos:

Un país donde la violencia y la muerte no sean lo normal.

Un país libre de las cadenas del odio y donde todos tengamos derecho a la vida, a la tranquilidad y a ser felices.

Durante más de cuarenta días, en jornadas intensas, nos pusimos en la tarea de recoger, ordenar y atender las propuestas de ajustes y cambios para tener un nuevo acuerdo.

Quiero reconocer y agradecer los aportes que hicieron las víctimas, la Iglesia, los jóvenes, los empresarios, los partidos de la coalición para la paz, las Altas Cortes y magistrados, las organizaciones religiosas y sociales, los sindicatos, las comunidades indígenas y afrodescendientes, los militares retirados, los movimientos de mujeres, el propio Centro Democrático y tantos otros sectores con los que hablamos, unos que votaron Si y otros que votaron No.

Cada uno de ellos propuso, desde su propia perspectiva, alternativas para avanzar hacia el nuevo acuerdo.

Las recibimos con la mejor disposición, con toda humildad.

Las hicimos nuestras y las usamos como norte para hacer los cambios necesarios al acuerdo original.

Lo hicimos también entendiendo que esos cambios no podían echar para atrás los inmensos logros alcanzados a lo largo de seis años de negociaciones.

Lo hicimos con sentido de urgencia, conscientes de que la incertidumbre y el paso del tiempo conspiraban contra la paz y que el peso de las diferencias políticas no podía – o por lo menos no debería— ser superior al anhelo común de todos los colombianos.

**

Hoy hemos firmado, aquí en este escenario histórico, ante el país y ante el mundo, un nuevo acuerdo de paz con las Farc. EL DEFINITIVO… EL ACUERDO DEL TEATRO COLÓN.

Un nuevo acuerdo surgido de un diálogo abierto y franco con todos los sectores de la sociedad aquí en Colombia, y un proceso riguroso de renegociación entre las delegaciones en La Habana.

Dignas de exaltar y agradecer han sido la dedicación, la disciplina y la entereza del equipo negociador del Gobierno. Al equipo de las Farc también le agradezco su trabajo, su compromiso y su buena disposición.

Este acuerdo, mejorado y ajustado gracias a los aportes de la sociedad, incorpora la inmensa mayoría de las propuestas presentadas, pero preserva los objetivos esenciales del acuerdo de Cartagena.

¿Qué logramos los colombianos con este acuerdo?

Logramos poner fin al conflicto armado con las Farc y sentar las bases para la construcción de una paz estable y duradera, más amplia y más profunda.

Logramos parar el desangre y que no haya más víctimas.

Logramos que aquellos que perdieron sus tierras, que tuvieron que dejar todo atrás para salvar sus vidas, puedan volver y recuperarlas.

Logramos darles oportunidades a nuestros campesinos para tener mejores y más reales opciones de progreso y que el miedo a la violencia, al desplazamiento desaparezca para siempre.

El campo se convertirá así en ese motor de crecimiento que todos esperamos.

Logramos, con la justicia transicional, ajustada y articulada con nuestras instituciones y con el derecho internacional, que las víctimas puedan hacer valer sus derechos a la verdad, a la reparación, a la justicia y a la no repetición.

Esta justicia nos permitirá voltear la página de la violencia. Los responsables de graves crímenes de guerra o delitos de lesa humanidad serán investigados, juzgados y sancionados.

Deberán decir toda la verdad y reparar a sus víctimas, con sus bienes.

Los colombianos también logramos con este acuerdo dar un paso adelante para superar el problema de la droga.

Tenemos por primera vez la oportunidad de darle una solución estructural al problema de los cultivos ilícitos. Y mantendremos con contundencia el combate a las mafias y organizaciones que persistan en el narcotráfico.

Por último, los colombianos logramos con este nuevo acuerdo que las ideas se expresen y se defiendan en una democracia fortalecida.

Tendremos garantías más claras para quienes hagan oposición. Le daremos representación en el congreso a las comunidades de las regiones más afectadas por el conflicto.

Las Farc, como un partido SIN ARMAS, podrá presentar y promover su proyecto político. Serán los colombianos quienes, con el voto, lo apoyarán o rechazarán.

Ese es el objetivo de todo proceso de paz. Que los que estaban alzados en armas las abandonen, reconozcan y respeten las instituciones y las leyes y puedan participar en la contienda política en la legalidad.

Que todos los colombianos puedan decidir su futuro con tranquilidad. De eso se trata la democracia. Tramitar pacíficamente las diferencias.

El nuevo acuerdo de paz que firmamos hoy será discutido en el Congreso, para que sean los representantes elegidos por los colombianos quienes lo refrenden y lo implementen, bajo el control de la Corte Constitucional.

En nuestra democracia, como dice la Constitución, el pueblo ejerce su soberanía directamente o a través de sus representantes elegidos por el voto.

Dice también nuestra Carta que los miembros de los cuerpos colegiados –en particular el Congreso– representan directamente al pueblo. Es la esencia de la democracia. Allí se analizan y deciden los temas importantes para el país, para los ciudadanos. Y la paz es el más importante de todos los asuntos de la Nación… de toda Nación.

Este procedimiento se adoptó también por la urgencia de la paz. Había comenzado a desmoronarse el cese al fuego por cuenta de la incertidumbre sobre el futuro. No podíamos dilatar un minuto más la implementación.

Imagínense por un momento lo que hubiera significado volver a la guerra con las Farc…

En cambio, firmado hoy el nuevo acuerdo, la implementación podrá arrancar tan pronto el Congreso de la República lo refrende.

Espero que, según el procedimiento establecido, la refrendación sea aprobada en el curso de la próxima semana.

Ese día será el día D.

¿Esto que significa?

5 días después se iniciará el movimiento de las Farc hacia las zonas veredales transitorias.

A los 90 días se iniciará la dejación de las armas.

Y en 150 días, tan sólo 150, TODAS las armas de las Farc estarán en manos de las Naciones Unidas.

Las Farc, como grupo armado, habrá dejado de existir.

También a partir del día D, la semana entrante, empezará en forma el desminado para que nuestros campos no sean nunca más una trampa mortal para nuestros niños.

Ese mismo día iniciará el proceso de implementación de todos los demás elementos del nuevo acuerdo en el Congreso.

Esta será una labor fundamental, tan importante como el acuerdo mismo, donde el aporte de todos será muy valioso.

Se abre allí una puerta para buscar consensos y espacios de entendimiento.

Convocaré a todos los partidos, a todos los sectores de la sociedad a que participen, contribuyan y logremos así un GRAN acuerdo nacional para la implementación de la paz.

En un mundo convulsionado por los conflictos, ya nos exaltan por haber logrado la paz.

Demostremos en un mundo polarizado, que también podemos ser ejemplo y poner el país por encima de los intereses políticos.

Estoy convencido de que es el mejor camino para Colombia. Me comprometo a trabajar y poner lo mejor de mí y de mi gobierno para lograrlo.

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Colombianos,

Reconozco que este nuevo acuerdo es mejor que el que firmamos en Cartagena.

Es mejor porque recoge las esperanzas y las observaciones de la inmensa mayoría de los colombianos. Del 50% de los que votaron Sí y de un importante porcentaje de los que votaron No.

Este nuevo acuerdo nos permite trabajar juntos, como nación, para recuperar las regiones más afectadas por el conflicto, para reconciliarnos, para aprovechar nuevas oportunidades de crecimiento y progreso.

Construir un país en paz es la tarea más ambiciosa y transformadora que generación alguna haya tenido la oportunidad de cumplir. No puedo imaginar tarea más noble, más sublime, labor más elevada, que proteger la vida y construir la paz.

Tenemos que unirnos y asumir esa inmensa responsabilidad, aprovechar esta gran oportunidad. Tengo plena confianza que, por nuestro carácter, sabremos responder a este hermoso desafío.

Al firmar como presidente de todos los colombianos este nuevo acuerdo, quiero invitarlos a que, con la mente y el corazón abiertos, le demos la oportunidad a la paz.

Quiero invitarlos a que dejemos atrás definitivamente décadas de violencia para unirnos, por nosotros, por Colombia, por esta patria querida, y trabajar juntos por la reconciliación, alrededor de ideales compartidos de paz, de convivencia, y de respeto.

Quiero invitarlos a que veamos en este momento un momento de cambio, de transformación que nos permita creer en un mejor mañana no con la exigencia de lo inalcanzable, sino con la certeza de lo posible.

Trabajemos juntos, superemos las diferencias, démonos la oportunidad de convertir este sueño en realidad.

Hoy, en este gran teatro, recordemos como en la gran obra de Bertolt Brecht que “un hombre es un hombre”, que cada vida es sagrada y que toda guerra es una derrota.

Caracol


Discurso de las Farc-EP: Timochenko pide un ‘’gobierno de transición’’

Con un discurso de once minutos el comandante de la guerrilla Timoleón Jimenez saludó el nuevo acuerdo de paz desde el Teatro Colón en Bogotá ante los dirigentes políticos que harán la refrendación desde el Congreso de la República. Agradeció a la comunidad internacional, a la iglesia católica y cristiana e incluso a los promotores del No que hicieron sus aportes para ‘dar las últimas puntadas’. Remató con una petición clara: ‘’Destacamos la importancia que tendría para el país la conformación de un gobierno de transición cuyo propósito fundamental sea el cumplimiento cabal de los acuerdo de la Habana, el cual debería estar integrado por todas las fuerzas y sectores que han trabajado sin tregua por ellos’’. También saludó al Presidente de Estados Unidos Donald Trump y dijo que aspiraba a que su gobierno pueda jugar un destacado papel en beneficio de la paz mundial y continental.

Este fue el discurso:

En esta última etapa enriquecimos y modificamos el Acuerdo anterior, teniendo en cuenta las inquietudes y las propuestas, aclaraciones y definiciones puntuales hechas por los más variados grupos y organizaciones sociales, sectores de opinión y movimientos y partidos políticos. Estudiamos con desprevención y esmero todo lo puesto a consideración de las partes en la Mesa por los interesados, e introdujimos importantes y numerosos cambios y modificaciones sustanciales a los textos antiguos, hasta convertir el Acuerdo Final en Definitivo.

La Mesa de La Habana se vio rodeada nuevamente del apoyo de la comunidad internacional, preocupada hondamente porque los esfuerzos por la paz en Colombia llegaran a buen puerto. Las voces de aliento de la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea, el gobierno de los Estados Unidos, El Vaticano, la CELAC y los países acompañantes Venezuela y Chile, habrían de sumarse a la permanente diligencia de Cuba y Noruega, países garantes del proceso, que estuvieron noche y día velando por la exitosa culminación de los trabajos de las delegaciones. A todos ellos y ellas nuestro eterno reconocimiento.

Son artífices de este Acuerdo Definitivo las organizaciones de mujeres de Colombia, que se manifestaron en muchas formas para dar a conocer el verdadero sentido de sus aspiraciones. Igual podemos decir del movimiento LGTBI. Nos reunimos en La Habana con delegaciones de diversos credos cristianos, de movimientos sociales y distintos partidos políticos. Varias personalidades de la política colombiana también se hicieron presentes para aportar sus puntadas en el anhelo común de tejer las más sabias fórmulas.

Nuestro sentimiento de solidaridad y admiración a las y a los miles de compatriotas que salieron a las calles y plazas de ciudades y pueblos, a manifestar su condena a la guerra, su respaldo a los fundamentos del Acuerdo Final, y a exigir a las partes sentadas a la Mesa no pararse hasta firmar un Acuerdo Definitivo. A los y a las jóvenes y estudiantes universitarios que consiguieron despertar una auténtica movilización nacional en defensa de la solución política, y que promovieron y conquistaron un Pacto Juvenil por la Paz, entre la mayoría de las representaciones políticas de los distintos partidos y movimientos, incluidos el Partido Conservador y el Centro Democrático.

A las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes, a los líderes agrarios y comunales con amplia trayectoria en el trabajo por la paz en los territorios, a las decenas de miles de familias que se unieron a las FARC en las vigilias por la paz, a las personalidades de la iglesia católica, la ciencia y el mundo del arte, a los académicos de diferentes universidades, a las plataformas por la paz que brotaron en las ciudades del país, a quienes se unieron a las marchas del silencio, de las flores, de las víctimas de la Unión Patriótica, a quienes fundaron los campamentos por la paz y se sembraron en ellos, a quienes convocaron actos por la paz en distintas ciudades del mundo. Este Acuerdo Final les pertenece porque ayudaron a construirlo con sus esperanzas y acciones.

El pueblo de este país está harto de la violencia, de la intolerancia, de los estigmas y señalamientos. Quiere y exige un cambio profundo en las costumbres políticas, que cesen la corrupción, la mentira, el engaño. La primera demanda nacional es que se ponga fin al uso de las armas en la política, que se garantice el derecho a disentir, a hacer oposición, a protestar contra la mala administración, contra las leyes injustas, contra la arbitrariedad y el abuso de los funcionarios en el poder. Que la vida, la integridad personal, las libertades de movimiento y pensamiento sean reales. Por eso Colombia cierra filas en torno a este Acuerdo Definitivo.

Porque implicó debates profundos con todas las voces del Establecimiento, involucró a prestantes miembros de las fuerzas armadas, tensó las posiciones a los puntos más extremos, requirió singulares esfuerzos de aproximación. Nadie debería quedarse por fuera de él. Con este Acuerdo no se deponen posiciones ideológicas, políticas o de conciencia, sólo ponemos fin de manera definitiva a la guerra. Para confrontar civilizadamente las contradicciones.

Por eso reclamamos su implementación pronta y eficaz, a fin de desatar la edificación de la convivencia democrática, la paz y la justicia social en nuestro país. No más asesinatos de dirigentes sindicales, agrarios o populares, de reclamantes de tierras, de activistas sociales, de opositores políticos de izquierda. No más amenazas ni hostilidades. Es inaudito que a estas alturas sigan cayendo guerrilleros de las FARC con extraños argumentos, que las denuncias por violaciones a los derechos humanos sean pan de cada día, que de todas partes broten quejas de comunidades por los planes de ocupación militar, por operaciones de erradicación forzada de sus cultivos pese a lo pactado. Asombran al país el desalojo violento del campamento por paz de la Plaza de Bolívar, la indolencia del gobierno nacional frente a los asesinatos de dirigentes campesinos y activistas de la Marcha Patriótica. Mientras se felicita al Ejército Nacional por propinar golpes al ELN, es nula la solidaridad hacia las familias de los activistas populares y guerrilleros de las FARC dados de baja.

Confiamos en tomar parte activa, en plena legalidad, en los ya próximos debates y justas políticas. Destacamos la importancia que tendría para el país la conformación de un gobierno de transición, cuyo propósito fundamental sea el cumplimiento cabal de los Acuerdos de La Habana, el cual debería estar integrado por todas las fuerzas y sectores que han trabajado sin tregua por ellos.

Extendemos nuestro saludo a Donald Trump por su elección como nuevo Presidente de los Estados Unidos y aspiramos a que su gobierno pueda jugar un destacado papel en beneficio de la paz mundial y continental. Esperamos que el propósito superior de la paz en Colombia, que contribuirá decisivamente al entendimiento en toda Latinoamérica y el Caribe, siga contando con el respaldo y la aquiescencia del nuevo gobierno de Washington.

Reiteramos nuestra solidaridad con todas las víctimas de esta larga guerra, sea cual sea el bando al que hayan pertenecido, así como nuestra petición de perdón por las consecuencias que para ellos hayan podido provenir de nuestras manos. A nuestros adversarios políticos nuestro respeto, nuestro ramo de olivo, nuestra invitación fraternal a convivir en la diferencia. No habrá más violencia entre colombianos por razones políticas, ese sólo hecho debe llenarnos de ánimo para trabajar por hacer de nuestra patria un país muchísimo mejor. Creemos indispensable que para el bien del país, la palabra sea la única arma que nos permitamos usar los colombianos.

Bogotá, 24 de noviembre de 2016

Las 2 Orillas

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