Juan Camilo Restrepo, Jefe negociador del gobierno colombiano con el ELN: “Hay condiciones para que la negociación lleve a un acuerdo de paz durante el gobierno de Santos”

Juan Camilo Restrepo dice que espera ‘lucidez’ del Eln

Por Marisol Gómez Giraldo

Con el realismo que imponen los accidentados diálogos exploratorios con el Eln, Juan Camilo Restrepo, quien encabezará la delegación del Gobierno en la negociación con esta guerrilla, afirma que así como no es desbordadamente optimista, no tiene un pesimismo derrotista frente al futuro del naciente proceso de paz.

Cree que si el Eln tiene voluntad, hay condiciones para que la negociación –que debe arrancar en Quito el 7 de febrero– lleve a un acuerdo de paz durante el gobierno de Juan Manuel Santos.

En esta entrevista con EL TIEMPO, el exministro, quien fue uno de los arquitectos del acuerdo que se hizo con las Farc en tierras y desarrollo rural, dice también que aunque la idea inicial es hacer el proceso de paz con el Eln en cinco países, sería más práctico centralizarlo para no andar como “gitanos”.

Después de que quedó lista la agenda de negociación con el Eln, los diálogos estuvieron 10 meses trabados. ¿Con ese antecedente, ve posible concluir un proceso de paz con esta guerrilla en lo que queda del gobierno de Juan Manuel Santos?

Es difícil anticipar cuánto van a durar estas negociaciones. Nosotros queremos negociar con prontitud, pero sin precipitud. En la agenda que se anunció en marzo se habla de que las negociaciones se harán “con celeridad”, y vamos a ver en la práctica qué quiere decir eso. Pero no vamos a negociar a cualquier costo. Esperamos que el Eln tenga la lucidez para entender el momento histórico que viven Colombia y la región, que aconseja una negociación que conduzca al desarme y a la posibilidad de que haga política sin armas.

¿Usted cree que el Eln es consciente de lo que significan para el proceso de paz hechos como la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos y el inminente fin del gobierno de Rafael Correa en Ecuador? ¿En qué tónica vio a los jefes guerrilleros frente a esto?

Los vi en buena tónica. Dicen querer avanzar en estas negociaciones, y creo que tienen los elementos de juicio para entender que los contextos internacionales están cambiando y que esto es una razón para negociar en un tiempo razonablemente breve, aunque sin precipitudes. Somos conscientes de que el Eln no es un apéndice de las Farc, y, por lo tanto, no se trata de que adhieran al paquete que se negoció con esta guerrilla.

Pero la mitad de la agenda con Eln es muy similar a la que se negoció con las Farc y, en este sentido, el presidente Juan Manuel Santos ha dicho que no puede haber dos justicias especiales o dos modelos para el fin del conflicto…

Sí. Sin que la invitación sea: ‘firme aquí lo mismo que se firmó con las Farc’, habrá capítulos de los acuerdos de La Habana que son aplicables analógicamente a la negociación con el Eln.

Teniendo en cuenta esto, ¿cabe la posibilidad de un proceso de paz rápido?

No puedo decir que esto sería cuestión de semanas, meses o años. Pero si hay voluntad política del Eln y si tiene la lucidez para entender que el momento es este, con un gobierno como el de Santos, que está jugado por la paz, hay condiciones. En todo caso, nuestra negociación va a ser cuidadosa.

¿La idea atípica de negociar con el Eln en cinco países (Ecuador, Brasil, Chile, Venezuela y Cuba) se mantiene o podría cambiar?

Los acuerdos que firmamos en la Cancillería del Ecuador el jueves son apenas el comienzo de un camino que debería llegar a la paz con el Eln. No deben crearse falsas expectativas, lo que se convino fue destrabar unos puntos pendientes para sentarnos por primera vez en la mesa de negociación. Y esta podría tener menos sedes. Eso tendría que ser de común acuerdo con el Eln, pero a mí me parece más práctico que, en vez de estar como gitanos con unas carpas de país en país, nos centralicemos en uno solo o en pocos países. Eventualmente podría visualizarse alguna de las rondas en Colombia.

Justamente, hace unas semanas el arzobispo de Cali, Darío Monsalve, que ha sido interlocutor del Eln, propuso que el proceso de paz se hiciera en Colombia…

Es una posibilidad que alguna de las rondas, de las últimas, se haga en Colombia. Pero eso no está previsto ni acordado. Por ahora está previsto un itinerario de gitanos.

Al país le sorprende mucho eso y se pregunta ¿cuánto cuesta?

Es lo que quedó previsto en los acuerdos procedimentales de Caracas, pero llevaremos el tema a la mesa. Podrían ser menos sedes y un trabajo más intenso en algún lugar. Esas cosas no están grabadas en piedra.

Usted dijo alguna vez que era consciente de que Eln es una confederación, sin la unidad de las Farc. ¿Siente que está negociando con todo el Eln?

Esa es una dificultad porque, evidentemente, el Eln tiene una organización mucho más descentralizada y menos monolítica que las Farc. Ya veremos en las negociaciones. Ellos dicen que todos sus frentes están representados en la mesa que se reúne en Quito. Esperamos que esa sea una realidad.

¿Y si se dan cuenta en el camino de que solo está una parte de Eln?

Si vemos que falta representatividad, requeriremos en la mesa que ese compromiso se dé de la manera más amplia posible.

¿El frente del Eln que no haga parte de una negociación será tratado como disidencia y, en consecuencia, como una banda criminal?

Ojalá no lleguemos allá, pero si se firma un acuerdo y hay alguna disidencia, será tratada como tal.

Hay varias caras desconocidas del Eln en estos diálogos. ¿Frente a quiénes se está sentando en la mesa para hablar?

No conozco mucho los antecedentes de todos y cada uno. Me ha dado una buena impresión ‘Pablo Beltrán’. Es una persona mesurada, con la que se puede dialogar y avanzar en cosas concretas. Ellos dicen representar a todo el Eln y al Coce, y sobre todo dicen estar concretando las instrucciones que les dio el Quinto Congreso: el mandato de iniciar negociaciones.

El Quinto Congreso también les habría dicho que el desarme no era tema…

El desarme, obviamente, tendrá que ser uno de los puntos. Es imprescindible porque de eso se trata.

El Eln ha insistido en que un cese del fuego bilateral se dé desde el comienzo de la negociación, pero usted habla de acuerdos humanitarios para desescalar el conflicto. ¿Hasta dónde cree que puede llegar ese desescalamiento?

Las conversaciones se inauguran con dos mesas. Una, para estudiar cómo va a ser esa participación de la sociedad civil, que no puede ser tumultuosa. La segunda, de asuntos humanitarios. Le vamos a dar toda la prioridad a esa mesa para que, en cuanto sea posible, avancemos en desminado, el fin del reclutamiento de niños, de atentados contra la infraestructura, para que no haya quebrantos a civiles ni secuestros. El cese bilateral no es el comienzo sino el resultado del proceso de desescalamiento. Cada atentado, cada asesinato de policías, cada voladura de oleoductos, cada agravio que se le haga a la sociedad no involucrada en el conflicto, en vez de acercar, aleja la posibilidad de un cese bilateral del fuego. La mesa de negociaciones no se va a dejar presionar con embestidas terroristas.

¿Es una meta suya que en la negociación con el Eln se note rápidamente un desescalamiento humanitario (el que se hace para proteger a los civiles) del conflicto?

No solo una meta. En la agenda que se negoció con el Eln hay un punto que le da primerísimo lugar a esto desde el primer día de negociaciones en Quito.

El Eln reconoció que la familia de Odín Sánchez pagó una parte de dinero para su liberación…

Todo aquel que directa o indirectamente participe en un secuestro extorsivo en Colombia queda incurso en uno de los delitos más graves de la legislación penal colombiana. El hecho de que se busque una liberación humanitaria, como la que se ha urgido con Odín Sánchez, no exculpa a quienes dentro del Eln hicieron ese y otros secuestros. La Fiscalía debe judicializarlos. La gestión que ha hecho el Gobierno es por razones humanitarias, no exculpatorias de su responsabilidad. En la mesa vamos a plantear que el Eln, como lo hicieron las Farc, renuncie al secuestro como instrumento de lucha política.

¿Qué certeza tiene hoy usted de que el Eln se sienta a una mesa para negociar y no solo para dialogar, como ha hecho otras veces?

Las negociaciones que vamos a iniciar en Quito no son para caer en un estado dialogante, sino para negociar.

¿Y cómo va a controlar eso el Gobierno?

No se pueden poner unas fechas fatales, pero sí se pueden observar actitudes, y estas se irán viendo en la mesa de negociación. Ahí se percibirá si están seriamente, y no para prolongar indefinidamente un estado dialogante. Esta última semana en Ecuador muestra que sí se pueden negociar cosas concretas. El Gobierno entra a negociar, no a montar un escenario político de protagonismos.

Muchos analistas y ‘opinólogos’ no auguran el éxito de la negociación con el Eln. ¿Por qué aceptó encabezar la delegación del Gobierno?

No quiero caer de entrada en un pesimismo derrotista de que esto no va para ninguna parte, ni tampoco en un optimismo desbordante o fantasioso. Con la comisión que me acompaña tenemos un realismo razonable. Vamos a dialogar, no solo seriamente sino con la precisión de que no vamos a negociar cualquier cosa. No vamos a entregar el Estado de Derecho, a comprometer la Constitución o las leyes. Tenemos líneas rojas y las haremos valer.

¿A qué más puede aspirar el Eln después de lo que se pactó con las Farc?

Ese va a ser el arte de la negociación. Esto no se puede homologar ciento por ciento a las Farc, y quizás surjan de la mesa algunas iniciativas de transformación, de modernización, de más equidad, que sean aceptables para ambas partes y que no contraríen las líneas rojas. Queremos mirar qué transformaciones se pueden hacer en regiones como Arauca, el Catatumbo o el sur de Bolívar. Quizás allí encontremos puntos de confluencia que permitan ir avanzando en la negociación.

¿Qué opinión le merece que el Eln haya dicho en algún momento que la negociación de las Farc no fue buena?

No lo he escuchado oficialmente. En principio, no comparto eso porque la negociación de La Habana es gigantesca y abrió un horizonte de paz. Pueden hacerse retoques en lo que concierne al Eln, pero sin descalificar las negociaciones de La Habana.

El Tiempo

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