Renovado protagonismo de la OEA – La Tercera, Chile

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La Organización de Estados Americanos, que cumple este mes 69 años de existencia, vive por estos días un renovado protagonismo a nivel regional, motivado principalmente por la compleja situación que atraviesa Venezuela. La semana pasada, por primera vez desde el estallido de la crisis venezolana, se aprobó en el pleno del organismo una declaración que denuncia una “grave alteración inconstitucional del orden democrático” en ese país y exige al presidente Nicolás Maduro “restaurar la plena autoridad” de la Asamblea Nacional. Una medida que si bien aún es insuficiente y requiere de acciones más concretas de parte de los miembros de ese organismo para contener el creciente riesgo de un estallido social en Venezuela, es un positivo primer paso que da cuenta del rol que puede y debe asumir la OEA si cuenta con un liderazgo claro.

La región requiere de una instancia multilateral fuerte que permita hacer frente en forma conjunta a eventuales crisis, y ayude a velar por el respeto de los principios democráticos y los derechos inalienables de las personas. Ese fue, entre otros, el objetivo de la OEA cuando fue fundada en Bogotá, en abril de 1948, y ese es el principio rector que guía la Carta Democrática Interamericana adoptada en septiembre de 2001 en Lima. Sin embargo, hasta que el actual secretario general Luis Almagro asumiera su cargo en 2015, esa instancia mantuvo una postura ambigua ante los sucesos de Venezuela, argumentando que la labor del titular de la organización estaba limitada por las decisiones de sus países miembros. Al margen de que el escenario regional ha variado es evidente, a la luz del rol asumido por Almagro, que el secretario general sí tenía facultades para actuar.

Las gestiones del actual titular de la OEA han sido decisivas para el renovado protagonismo del organismo, que hasta antes de su llegada experimentaba una peligrosa intrascendencia regional que entre otras cosas motivó el surgimiento de otras instancias multilaterales como Unasur. Almagro, sin embargo, asumió un claro liderazgo en la condena a los abusos y violaciones de los principios democráticos en Venezuela y la falta de un debido proceso en la condena al líder opositor Leopoldo López.

Además, invocó la Carta Democrática, forzando a los países miembros a pronunciarse sobre el tema. Si bien es cierto que aún el uso de este instrumento no es aprobado por el pleno del organismo, la decisión de activarlo por parte del secretario general es un paso importante en la búsqueda de una salida a la severa crisis política y social de Venezuela.
Intentar desacreditar las acciones de Almagro por sus supuestas posiciones ideológicas, como ha hecho el régimen venezolano, resulta a lo menos cuestionable considerando que el actual secretario general fue canciller del gobierno de José Mujica en Uruguay y está históricamente ligado a la izquierda de ese país.

Lo que ha hecho el titular de ese organismo es hacer uso de los instrumentos con que cuenta para velar por los principios democráticos e intentar encontrar una salida a la crisis de Venezuela. Son ahora los países miembros los que deben avanzar hacia la aplicación de la Carta Democrática y actuar con urgencia, considerando el alto costo que está pagando la sociedad de ese país. Una situación que eventualmente podría haberse evitado si la OEA hubiera actuado antes con la misma decisión que ha mostrado en el último tiempo.

La Tercera

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