¿Se hace camino al migrar? Entre migraciones y ciudadanía sudamericana

Aram Aharonian

Hoy casi 29 millones de latinoamericanos residen en países distintos a los de su nacimiento y el 70% de ellos en América del Norte. Los principales países de emigración de la región son México (11,8 millones), Colombia (dos millones), El Salvador (1,3 millones), Cuba (1,2 millones) y la República Dominicana (1,1 millones), indica un informe del proyecto Migración, Desarrollo y Derechos Humanos.

Sin embargo, el panorama de las migraciones en América Latina está cambiando, señala la Organización Internacional de las Migraciones (OIM): en muchos casos, los migrantes latinoamericanos que se fueron a países europeos están regresando como resultado de acuerdos, como es el caso de los ecuatorianos en España.

Los nuevos factores que han influido significativamente sobre las antiguas tendencias migratorias son, entre otros, los desplazamientos intrarregionales de personas en América Central, los conflictos de Haití, los movimientos internos de población en Colombia, así como la pasada crisis económicas en Argentina y la actual en Venezuela. “Las convulsiones políticas y económicas, junto con la miseria que enfrentan algunos países, hacen que persistan las presiones e incentivos para la migración”, se lee en el reporte de la OIM.

Paradojas de la globalización

Una de las paradojas que destaca la Comisión Económica para América latina y el Caribe (CEPAL) es que “en un mundo más interconectado que nunca, y cuando los flujos financieros, de información y comerciales se liberalizan, la movilidad de las personas se ve fuertemente estimulada pero, a su vez, enfrenta importantes barreras que intentan restringirla, poniendo de manifiesto que la globalización es asimétrica y que profundiza las desigualdades en los niveles de desarrollo”.

La crisis económica del 2008 puso en evidencia la desprotección de los trabajadores migrantes, quienes fueron los más perjudicados con la pérdida de empleos y reducciones de salarios. Para evitar afectar el envío de remesas, muchos trabajadores optaron por segundos empleos, en vez de un posible retorno a sus países de origen.

Si bien los Estados reconocen y adscriben los instrumentos internacionales sobre derechos humanos, incluyendo a la movilización, esos mismos Estados regulan el ingreso y presencia de extranjeros en sus territorios, con una tendencia a exacerbar la seguridad y la selectividad, fortaleciendo sus fronteras y haciendo más difíciles los requisitos para la entrada y permanencia.

Aunque las barreras a la migración internacional se han endurecido en los principales destinos migratorios extrarregionales, y en ocasiones en algunos intrarregionales, esto no ha sido impedimento para que la migración continúe. Muchas personas siguen migrando, pero con menos derechos y en peores condiciones, tornándose una población altamente vulnerable”, sostiene el informe.

La CEPAL recomendó la construcción de una agenda que incluya la migración en las estrategias de desarrollo posteriores al 2015 y la elaboración de planes regionales para aprovechar los beneficios de los procesos migratorios.

Asimismo, avanzar en el diálogo y cooperación internacional sobre migración, derechos humanos y desarrollo en los foros internacionales, y muy especialmente “en la protección de los derechos de todas las personas migrantes, prestando atención a la niñez migrante en general, los jóvenes, las mujeres, los trabajadores de menores calificaciones, las personas que se desplazan en situación irregular y las que lo hacen forzadamente buscando refugio”.

Más europeos a América, menos sudacas a Europa

Los flujos migratorios entre los países de América Latina y el Caribe y la Unión Europea han cambiado. El estudio de la Organización Internacional de Migraciones reveló que desde 2010 –y por primera vez en 14 años– más personas han emigrado de la UE a ALC que a la inversa. En 2012, hubo 181.166 ciudadanos europeos que emigraron al sur americano en comparación con los 119 mil latinoamericanos y caribeños que emigraron a Europa, lo qiue representa una disminución del 68% con respecto al máximo histórico registrado en 2007.

En la UE, España es el mayor país emisor de migrantes a ALC, seguido de Italia, Portugal, Francia y Alemania. La investigación reveló que el perfil de las personas que migran de la UE a ALC no es necesariamente el de un migrante de retorno y confirmó que no muchas de las personas vuelven a su país de origen en la UE.

Ciudadanía

Para los expertos de Unasur, el problema de las migraciones en Suramérica es manejable con relación a otros países, ya que el porcentaje no pasa del 1,5 % y en el resto del mundo está llegando al 5 % de la población.

Tenemos que llegar a que estos emigrantes sean reconocidos como ciudadanos con todos sus derechos en todas las partes del mundo. No puede ser que estemos hablando en un proceso de globalización, para pedir que haya libre circulación de bienes de capital, de tecnología y de inversiones, pero lo único que no pueden circular son las personas. Esa es una de las grandes contradicciones éticas que tiene la globalización”, señaló el exsecretario general de Unasur, el colombiano Ernesto Samper.

En 2012 Unasur decidió iniciar la construcción de la Ciudadanía Suramericana a partir de su dimensión migratoria, considerando la ampliación de los acuerdos regionales, subregionales y bilaterales. Pero hubo poco avance respecto a ello, aunque sí significativos en relación a otras regiones del mundo, al eliminarse la exigencia de visas entre los países. En las últimas décadas los latinoamericanos emigraron sobre todo a Estados Unidos, donde sobreviven unos once millones de indocumentados (90% de ellos son latinoamericanos), pero las migraciones Sur-Sur involucra a cuatro millones de personas y crece al ritmo de 1,7% anual. Llevan a personas, por ejemplo, de los países andinos hacia Chile y Argentina y a los centroamericanos hacia Costa Rica.

Jorge Bustamante, relator especial de la ONU para los Derechos de los Migrantes, señala que en la frontera entre México y Estados Unidos ocurren violaciones, asesinatos, separación de familias, maltratos, trabajo no pagado. Lo cierto es que la Convención Internacional de la ONU para la protección de los trabajadores migrantes y de sus familias, de 1990, no ha sido ratificada por ningún país de recepción, sólo por los países de origen de los migrantes.

En los países de destino, los inmigrantes son estigmatizados y excluidos socio-cultural y socioeconómicamente. Por sus vulnerabilidades son presa fácil para la violación de sus derechos humanos. La asimilación a una nueva cultura es un proceso complejo y muchas veces debe realizarse en contextos xenofóbicos donde existe la percepción de que los que vienen ejercen una carga sobre los sistemas de seguridad social y de salud o que vienen a ocupar los puestos de trabajo de los nacionales. Y no hay peor momento para los inmigrantes que una crisis económica. En ese contexto, una de las respuestas más comunes es el aumento del sentimiento de rechazo y de la presión popular para crear políticas proteccionistas.

Miles de niños refugiados son presas de traficantes

Más de 300.000 niñas y niños refugiados y migrantes, una fracción de los millones que atraviesan fronteras internacionales sin la compañía de adultos, son presa fácil para el tráfico y la trata de personas en todo el mundo, señala Baher Kamal, un experto analista de Inter Press Service.

Un nuevo informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) – Un niño es un niño: Proteger a los niños en movimiento de la violencia, el abuso y la explotación-, que presenta un pantallazo de la niñez refugiada y migrante, los motivos de sus desplazamientos y los riesgos que enfrentan en el camino, indica que niñas y niños ascienden al 28% de las víctimas de tráfico de personas.

África subsahariana y América Central y el Caribe tienen la mayor proporción de niñas y niños entre las víctimas de tráfico y trata de personas, a razón de 64 y 62% respectivamente.

Además, el número de niños que viajan solos se quintuplicó desde 2010, y muchos refugiados y migrantes de corta edad transitan por rutas sumamente peligrosas, a menudo a merced de los traficantes, para llegar a sus destinos. Más de 300 mil niñas y niños no acompañados fueron registrados en 80 países en 2015 y 2016, frente a 66.000 en 2010 y 2011, según este informe publicado el 18 de mayo de 2017. El 92% de las niñas y niños que llegaron a Italia por mar en 2016 no estaban acompañados, frente a 75% en 2015.

El subdirector ejecutivo de Unicef, Justin Forsyth, señaló que “Traficantes despiadados explotan su vulnerabilidad para beneficio personal, ayudando a los niños a cruzar las fronteras, solo para venderlos a la esclavitud y prostitución forzada. Es inadmisible que no estemos defendiendo adecuadamente a los niños de estos depredadores”, dijo.

El informe incluye una agenda de seis puntos que pide “vías y garantías seguras y legales para proteger a los niños migrantes”, que subraya la necesidad de protegerlos, en particular a aquellos que no viajan acompañados, de la explotación y la violencia. También exhorta a cesar la detención de niños que solicitan refugio o emigran, y mantener a las familias unidas como la mejor manera de proteger a la infancia.

Recomienda, asimismo, que los niños refugiados y migrantes sigan recibiendo educación formal y que tengan acceso a servicios de salud y otros servicios de calidad, presionar para actuar sobre las causas subyacentes de los movimientos a gran escala de refugiados y migrantes, y promover medidas para combatir la xenofobia, la discriminación y la marginación en los países de tránsito y destino.

Estos compromisos serían fáciles de aplicar por los gobiernos del G7, los países más poderosos y ricos del mundo, pero la pregunta que se hace la Unicef es si sus líderes políticos considerarán, en serio, esta tragedia inhumana y si saben, por ejemplo, que 75 por ciento de las niñas y niños que llegaron a Italia –el país anfitrión de su Cumbre– denunciaron que fueron retenidos contra su voluntad u obligados a trabajar sin remuneración.

En los pasados dos años, los gobiernos de México y Estados Unidos han detenido y deportado a Centroamérica a casi 140 mil niños y adolescentes no acompañados en contexto de migración, cifra que revela la enorme tragedia que viven miles de familias cuyos integrantes huyen de la pobreza y violencia en sus países de origen.

De los detenidos en México, más de 90% son originarios de El Salvador, Honduras y Guatemala, naciones que conforman el Triángulo Norte de Centroamérica, que en la década reciente han aumentado significativamente la expulsión de sus ciudadanos. De México fueron expulsados unos 40 mil niños y adolescentes centroamericanos

Centenares de niñas y niños son secuestrados para vender sus órganos, reclutados por organizaciones terroristas como niños soldados o explotados en duras labores de esclavitud “moderna”. Son vendidos a un precio de entre 200 y 400 dólares para que trabajen en la agricultura, talleres clandestinos, redes de prostitución y narcotráfico y en la construcción.

“Sabemos que los migrantes que caen en manos de los traficantes se enfrentan a la desnutrición sistemática, los abusos sexuales e incluso el asesinato. Se han descubierto, incluso, fosas comunes”,informó Mohamed Abdiker, director de Operaciones y Emergencias de la OIM.

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