La fiscal se fue de la ‘revolución’ – El Tiempo, Colombia

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La cinematográfica huida a Colombia de la exfiscal general venezolana Luisa Ortega y su posible llegada a Estados Unidos marcan el fin de un capítulo más de una novela que promete variados y jugosos desarrollos, por cuanto la dirigente chavista anunció que tiene en su poder pruebas que podrían incriminar al presidente Nicolás Maduro y sus allegados en el escándalo de corrupción de Odebrecht. Hablamos de millones de dólares.

El hecho de que Ortega haya sido una de las consentidas del difunto presidente Chávez, de la revolución bolivariana y de los primeros días del régimen de Maduro le añade un ingrediente más de suspenso a esta trama, puesto que seguramente la exfiscal está enterada, en detalle, de los más oscuros secretos de un gobierno que a sangre y fuego tomó el camino de la dictadura y tiene pasando hambre a sus ciudadanos.

No hay que olvidar que, como alfil chavista, Ortega Díaz fue cómplice de algunas de las más sonadas maniobras para limpiar de opositores el camino revolucionario, como la de la condena a casi 14 años de prisión contra el líder opositor Leopoldo López, caso emblemático porque el fiscal encargado reconoció en su huida que se fabricó con pruebas falsas; o el que llevó a las condenas al primer grupo de presos políticos del chavismo por el golpe del 2002 y muchos otros en los cuales quedó claro que el Ministerio Público no era un poder independiente, sino un brazo más del Ejecutivo.

Pero algo –que pudo ser la deriva autoritaria de Maduro, con todo y el quiebre constitucional de la Asamblea Constituyente; o simplemente el desastre que parece venir para el país, sumido en una crisis económica histórica– fracturó en su persona la monolítica unidad del chavismo.

Por lo mismo, resulta cuando menos revelador, que la funcionaria probablemente más custodiada del país, sobre quien pesaba una orden de no permitir su salida al exterior y a cuyo esposo, también chavista, le fue levantada la inmunidad parlamentaria –y tenía orden de detención– haya logrado huir del país en una lancha rápida que la llevó de la península de Paraguaná a Aruba y de allí, en un chárter, a Bogotá.

Más allá de estas consideraciones, el Gobierno colombiano hizo lo correcto al darle protección y manifestar estar dispuesto a concederle asilo en atención a la tradición histórica que el país tiene en tal sentido. El tuit del presidente Juan Manuel Santos fue meridiano, lo cual, por supuesto, desató la cólera del Gobierno vecino, que no baja a Colombia de “Caín de América”. Era de esperarse. Nuestro país fue el primero en manifestar que no reconocía la Constituyente, y por ello se anticipa que las relaciones entre los dos países se encaminarán hacia un franco deterioro, de momento, inevitable. Pero Bogotá no está sola. Ayer, Chile concedió asilo a cinco magistrados del Tribunal Supremo nombrados por el Parlamento.

No obstante la solicitud de Maduro a la Interpol para que le sea emitida circular roja, Ortega viajaba a Brasil, donde participará hoy en una cumbre de fiscales del Mercosur.

Pero el gran interrogante es si su siguiente parada será Estados Unidos. Y es que la justicia norteamericana sin duda querrá conocer detalles sobre el ‘cartel de los Soles’, los negocios del vicepresidente Tareck El Aissami o de Diosdado Cabello y sobre cualquier paso en falso que haya dado Maduro.

El Tiempo

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