Frida Sofía, la niña de México – Por Ricardo Rojo

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Sin pensar en las consecuencias de su delirante maniobra televisada, el gobierno y la Marina Armada, así como Televisa, le dieron al país entero un símbolo que permanecerá por siempre en la memoria de los mexicanos: el fantasma de la niña Frida Sofía.

Frida Sofía es la creación, el invento, de una mente enferma y desquiciada que mantuvo al país en vilo, en vivo y en directo, en horario estelar, muchas horas, mientras el presidente de la república y el secretario de educación esperaban -muy cerca- el momento de salir al aire en mangas de camisa, con lágrimas de cocodrilo, cargando el pequeño bulto envuelto en una sábana blanca, que después se sabría , como final lastimero de una telenovela, que ese pequeño bulto recibiría cristiana sepultura, en silencio, en secreto, a petición de los dolidos familiares de la niña.

Pero algo sucedió y solamente ellos lo saben, pues se arrepintieron de continuar con el libreto y ordenaron a un alto oficial de la Marina a desmentir la existencia de Frida Sofía, a quedar en ridículo frente al mundo y a salvar a Televisa.

Pero la niña Frida, horas antes, ya se había comunicado con los rescatistas y con el alto mando. “Estoy bajo una mesa muy fuerte”, “tengo sed”, “no estoy sola”, y le pasaron agua para beber en dos ocasiones “a través de una manguera”, y anunciaron la posibilidad de que junto a ella estuvieran atrapados otros cuatro infantes (Milenio diario/pág. 8/22 de septiembre de 2017).

Para buena fortuna de la fantasmagórica niña, todo fue un montaje, un nombre inexistente en esa escuela-empresa de tres pisos llamada “Enrique Rébsamen”, pues nunca formará parte de los 12 millones 784 mil 144 niños (INEGI/ 11 de marzo de 2016) que asisten a escuelas de educación básica, donde la inmensa mayoría están expuestos a sufrir -en cualquier momento- las desgracias de una miserable inversión en infraestructura, y la irresponsable manera de aplicar las políticas educativas de un régimen decadente y perverso.

Frida Sofía ya no será parte de las estadísticas de los fallecidos por el sismo o de los desaparecidos que serán levantados con palas mecánicas, y aventados sus cuerpos en algún lugar desconocido entre toneladas de concreto y metal.

Tampoco sufrirá junto a sus padres y sus hermanos la experiencia de vivir en la calle, mientras el gobierno y los partidos en campaña le prometen una nueva escuela o una nueva vivienda.

La infanta de ficción tampoco hará berrinche a la hora en que se llegara a enterar que los partidos políticos que viven de nuestros impuestos, jamás permitirán que los 12 mil millones de pesos que se malgastan en el teatro electoral, sean devueltos al pueblo para paliar los costosísimos gastos de la reconstrucción.

Frida no llorará con los otros niños que se salvaron de morir aplastados en una escuela-empresa que no cumplía con los requisitos oficiales para funcionar como institución educativa, ni pasará la pena de no poder pagar las mensualidades de su nueva escuela-empresa, que ya se anuncia, como ave de rapiña, dispensando el costo de la inscripción y los primeros tres meses de pago.

La niña Frida no tendrá que hacer largas filas en los hospitales que se están cayendo, ni limosnear el material, ni el medicamento para curar sus heridas, mientras espera que se desocupe una cama en el nosocomio del sistema de seguridad social que poco a poco se privatiza.

Sin embargo, por encima de cualquier libreto que algunos quisieron utilizar para manipular al pueblo noble del país, Frida Sofía ya es la imagen representativa de todos los niños de México que viven en la desolación y sin futuro prometedor. Frida es la niña de los pueblos de Oaxaca en ruinas, la niña de los pueblos de Chiapas destruidos, los de Puebla, de Morelos, de Guerrero, de la CDMX y de toda la república.

Frida Sofía se convertirá en la implacable defensora de los derechos de todos los niños del país y se encargará de aparecer -como en las mejores historias de terror- en los sueños de todos aquellos que quisieron burlarse del enorme corazón solidario de la gente y los hará morder el polvo, sepultando sus anhelos de poder y de continuidad de sus malas obras.

Esta historia apenas comienza; la clase política y la oligarquía están preocupados porque saben que la nación entera está herida y muy molesta; los primeros barruntos de protesta que se empiezan a ver en distintas partes con motivo de las desgracias y la demagogia con que los tratan, son solo una muestra de lo que se avecina. El país está en crisis, los oligarcas pretenden salir de sus crisis con actitudes cínicas, con dádivas, y aprovechando los golpes de la naturaleza. Pero se equivocan, pues millones de almas que son de carne y hueso, le darán vida a millones de Fridas Sofías que aprovecharán esta oportunidad para sacudirse de quienes han abusado del poder, que se han robado y vendido sus recursos y que han lastimado su dignidad.

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