Ser afrodescendiente en América Latina: el racismo en la vida cotidiana

Ser afrodescendiente en América Latina: el racismo en la vida cotidiana

Por Esther Pineda G (*)

Es común encontrarse con afirmaciones de que el racismo ha desaparecido y forma parte del pasado como el sistema que lo engendró -el colonialismo-, sin embargo, la discriminación contra la población afrodescendiente persiste y forma parte de la vida cotidiana en América Latina y El Caribe, pero ha desarrollado mecanismos más sutiles, casi imperceptibles, pero también más efectivos a través de los cuales manifestarse y mantenerse.

El racismo en la vida cotidiana

Durante el año 2016 la socióloga venezolana y doctora en ciencias sociales Esther Pineda como parte de sus estudios postdoctorales realizó la investigación titulada “Racismo, estigma y vida cotidiana: Ser afrodescendiente en América Latina y El Caribe”, la cual será publicada en el primer trimestre de 2017 por Acercándonos Ediciones en Argentina. Para ello contó con los testimonios de 100 personas afrodescendientes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Panamá, Uruguay y Venezuela con edades promedio de 35 años. El 56% de los informantes fueron mujeres, 41% hombres y 3% Transgéneros, con nivel académico de Postgrado 23%, Universitario 49%, Técnico Superior Universitario (TSU) 12%, Secundaria 14%, Primaria 1% y Ninguno 1%.

De estas personas consultadas el 99% afirmó saber que es el racismo, 96% considera que existe racismo en su país, el 95% de las personas afrodescendientes afirma haber presenciado o sabido de algún acto de racismo y el 70% afirma haber sido víctima de racismo en alguna oportunidad.

“He sido llamada negra bruja, negra ignorante, negra fea, negra mal vestida, negra de mierda” (Mujer, 32 años, Brasil).

“Los ataques raciales que he recibido han sido tanto indirectos (miradas, chistes, preferencias), hasta ataques verbales. El más reciente fue mientras iba por la calle y un sujeto desde su vehículo gritó sin razón alguna: Negro hijo de puta” (Hombre, 33 años, Colombia).

“En una ocasión buscaba apartamento y una señora me grito desde el quinto piso: yo no le arriendo a negro” (Mujer, 23 años, Venezuela).

Por su parte los encuestados consideran que entre los ámbitos o lugares donde se realiza de forma más frecuente la discriminación destacan: El lenguaje 19%, los medios de comunicación 15%, los espacios públicos 15%, Instituciones del Estado 8%, Escuela/Liceo 7%, Familia 5%, Universidades 2%, Transporte público 1% y Otros 23%, así lo evidencian algunos de los testimonios:

Menos educación y empleo precario

De acuerdo con el informe La situación de las personas afrodescendientes en las Américas publicado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el año 2011 en cuanto al acceso a la educación, la información demuestra que la infraestructura educativa en las zonas donde mayoritariamente habita población afrodescendiente es insuficiente, las tasas de analfabetismo son más altas, los índices de escolaridad son más bajos y los niños y jóvenes afrodescendientes cursan un promedio menor de años de estudio.

A partir de los testimonios de las personas afrodescendientes encuestadas se pudo evidenciar que en el ámbito educativo es donde se hacen más frecuentes y explicitas las manifestaciones de racismo, las cuales se desarrollan principalmente durante la niñez y la adolescencia. Los compañeros son los principales ejecutores de formas de discriminación mediante la asignación de apodos, burlas, violencia física, la evitación del contacto físico y de la interacción ya sea para la realización de actividades grupales en el aula, juegos durante el periodo de recreo, pero también en espacios como cafeterías, transporte y bibliotecas.

Esas formas de discriminación racial en el ámbito educativo también son expresadas y realizadas por parte de sus profesores quienes en oportunidades actúan como promotores de prácticas y discursos racistas en las aulas de clase. Este hecho no solo tiene un impacto emocional y subjetivo en las niñas y adolescentes afrodescendientes dificultando sus procesos interactivos y creando sentimientos de inseguridad para su desempeño relacional; sino que además afecta el rendimiento académico, contribuyen a la deserción escolar, traduciéndose en bajos índices de escolaridad en la población afrodescendiente.

“Cuando cumplí 11 años sufrí racismo violento por parte de la profesora, eso me marcó hasta hoy, recibí apodos racistas, la maestra me despreciaba abiertamente, aún hoy tengo mucho temor de hablar en público por las cosas que viví en ese salón de clases y nunca quería ir a la escuela. Yo no desistí pero mi hermano, que también estudiaba en esa escuela no continuó estudiando nunca más” (Mujer, 34 años, Venezuela).

Así mismo, la ausencia de historia, discursos y representaciones en los libros de texto y los pensum de estudios, la poca presencia de maestros afroamericanos y otros referentes positivos en el campo intelectual o científico, dificulta las posibilidades de identificación de los estudiantes con las asignaturas y autores que estudian al no poseer referentes de éxito académico.

Otro aspecto de gran relevancia principalmente en los niveles de educación universitaria y de postgrado, es la constante exclusión de proyectos de investigación en los cuales los objetos de estudio son fenómenos como el racismo. Estos ámbitos con frecuencia son desestimados al considerarlos desprovistos de importancia o en casos extremos considerarlos como disertaciones opináticas y emocionales, sin fundamentación académica, politizadas, desprovistas de rigurosidad teórica, pero también generadoras de conflicto, es decir, capaces de alterar la “armonía étnico-racial” aparentemente existente en estos espacios.

“Cuando en la universidad donde realizaba mi pregrado en Biología, el día que presente el anteproyecto para mi tesis, una de las expertas revisoras al leer el titulo (mi tesis fue sobre medicina tradicional afrocolombiana) dijo a viva voz, va a hacer un trabajo sobre negros, y prosiguió, esa tesis no llega a buen término, ahí no hay nada para explorar” (Hombre, 32 años, Colombia).

Por su parte en el ámbito laboral, las personas afrodescendientes con independencia de su formación, experiencia y potencialidad encuentran mayores dificultades en lo que refiere el acceso al empleo; así como, limitaciones al ingreso a puestos de supervisión y decisión, motivo por el cual permanecen aún en la actualidad sujetos a empleos de baja estima social. De acuerdo con la CIDH en relación con el derecho al trabajo, las estadísticas indican que la población afrodescendiente ocupa los puestos más bajos de la escala laboral y mayoritariamente realiza tareas informales y de baja calificación o con una remuneración menor.

Esta situación se profundiza en el caso de las mujeres afrodescendientes quienes En la región aún se encuentran con limitaciones en el acceso al empleo, pues como afirma Sueli Carneiro en su libro Ennegrecer el feminismo, la situación de la mujer negra en América Latina desde una perspectiva de género: “el criterio de la buena presencia [prevalece] como un mecanismo que mantiene las desigualdades y los privilegios entre las mujeres blancas y las negras”.

“En una oportunidad recién mudada y en búsqueda de empleo, una amiga me recomendó, solicitaban una recepcionista, la persona me entrevisto no más de 5 minutos, le deje mis documentos y luego hablando con la chica que me recomendó me dijo: Lastima que eres negra, sino te dejan” (Mujer, 43 años, Ecuador).

“Me rechazaron en una empresa donde aspiraba a la vacante por mi cabello, que en ese momento estaba peinado, desenredado y en su estado natural (Afro); supuestamente lucía desordenado y poco profesional” (Mujer, 21 años, Panamá).

Si bien el rechazo de las aspirantes a un determinado puesto de trabajo no se realiza de manera explícita por su pertenencia étnica, esta continúa siendo uno de los criterios privilegiados para la toma de decisiones respecto a la contratación de personal, principalmente en posiciones de ventas y atención al público. Pero además de estos estereotipos con frecuencia se producen situaciones de desconfianza y poca credibilidad con respecto al desempeño laboral de las personas afrodescendientes por parte de los empleadores pero también por parte de los compañeros, usuarios, pacientes o clientes según su oficio o profesión.

Las personas afrodescendientes profesionales también se enfrentan de forma recurrente a la incredulidad de su condición profesional; con independencia de su formación académica se les atribuyen de manera apriorística roles se servicio, y se enfrentan al rechazo y amonestaciones en los espacios laborales por parte de sus empleadores al usar algún tipo de atuendo étnico o el mantenimiento del cabello natural, considerado como de apariencia “no profesional”.

El racismo en el medio

Los medios de comunicación, información y difusión masiva, son sin dudas uno de los principales agentes de socialización de niños y adultos en la sociedad contemporánea, constituyéndose como el principal instrumento para la construcción, reproducción y difusión de prejuicios, estereotipos y formas de discriminación racial, manifiesto mediante:

  • La exclusión de las personas afrodescendientes en los espacios de toma de decisiones y puestos directivos.

  • La poca presencia de personas afrodescendientes en los roles de productores, ejecutivos, jefes y editores.

  • La ausencia de crítica o cuestionamiento de la discriminación racial en los contenidos transmitidos.

  • El mantenimiento de una reducida presencia de personas afrodescendientes ya sea como sujetos de la noticia o como periodistas.

Los medios en América Latina y El Caribe se caracterizan por el aniquilamiento simbólico de los afrodescendientes a través de representaciones estereotípicas o de la construcción de un discurso en el cual se les invalida y anula reiteradamente. Los encuestados para la investigación consideran que cuando aparecen en los medios, las representaciones que se hacen de ellos se caracterizan por ser una imagen anacrónica, distorsionada, discriminatoria, negativa, ridiculizada, marginalizada, criminalizada. Otros encuestados consideran que cuando aparecen en los medios de comunicación es siempre desde una perspectiva folklorizada, además de que en los únicos ámbitos en los que parecen contar con representatividad y reconocimiento es el musical y deportivo.

“Transmiten una imagen de falta de seriedad, en los hombres de holgazaneria, de faltos de conocimientos, borrachines, en las mujeres de prostitutas, sirvientas, pandilleras” (Mujer, 23 años, Colombia).

“Es una imagen pauperizada, banal, folcklorizada y estereotipada; cuando no está asociada a la violencia o hipererotizada” (Hombre, 42 años, Uruguay).

“Son siempre pobres y marginales, por un lado. Luego, por otro, las mujeres son prostitutas, son las buenas cama” (Transgénero, 29 años, Bolivia).

“Siempre nos muestran como ladrones, asesinos y brujos” (Mujer, 30 años, México).

“Según los medios, la imagen que se trasmite es de un ser inculto, desaseado, ordinario” (Hombre, 33 años, Argentina).

“No me siento identificada… con las campañas de las ONGs que siempre ponen un niño negro sucio para pedir colaboración” (Mujer, 38 años, Brasil).

“En los medios el negro se muestra como el analfabeta, es feo (desde los cánones de belleza occidentales normalmente aceptados), es grosero, sucio, mal educado, criminal, perezoso, tramposo, ruidoso, esclavo, cantante, bailarín, grafitero, alegre y fiestero, etc… La mujer negra es: afrodisiaca, ardiente, caliente, todas tienen un enorme trasero, todas usan extensiones o se alisan porque tienen el “pelo malo”, cocinera, empleada del servicio, etc… El hombre negro es: un macho, viril, mandingo, obrero, albañil, electricista, pescador, etc… A los actores y actrices negros sólo les darán el papel si necesitan a la empleada o el obrero, y si la historia tiene a un personaje negro específico en cuestión, o si actuarás como esclavo, etc….” (Mujer, 21 años, Colombia).

Estas representaciones prejuiciadas y estereotípicas sobre la población afrodescendiente construidas, reproducidas y masificadas principalmente a través de la televisión, al ser repetidas de forma constante en los medios, ante la ausencia de diversidad en los discursos y representaciones, así como, de información alternativa son asumidas e internalizadas en el imaginario colectivo como realidades universales y conductas innatas de este grupo poblacional históricamente estigmatizado.

Ahora bien, en el caso de los niños, adolescentes y personas afrodescendientes jóvenes al encontrarse en un periodo de definición de la identidad, esta se dificulta al no contar con referentes con los cuales identificarse, así como, no verse representados en los modelos e ideales de la sociedad en los diferentes ámbitos, educativo, profesional, amoroso, familiar, artístico, entre otros. En las sociedades latinoamericanas y caribeñas el éxito no se encuentra representado por afrodescendientes, sus logros en pocas oportunidades son reconocidos o difundidos, y menos aún son exaltados como modelos a emular.

En el caso de las mujeres afrodescendientes, la imagen de ellas transmitidas en los medios generalmente evocan la marginalidad, la pobreza, la miseria, la prostitución o la servidumbre; este hecho ha creado las condiciones para que las mujeres afrodescendientes no se sientan representadas o identificadas. Además de ello, los medios de comunicación al reproducir y bombardear constantemente a las mujeres afrodescendientes con imágenes de mujeres eurodescendientes y su imposición como canon de belleza único y valido, han contribuido a mermar su autoestima, creando complejos, inseguridades, promoviendo el pensamiento endorracista y la necesidad de modificación estética.

Órganos de seguridad, política y acceso a la justicia

La prevalencia de estereotipos y prejuicios sobre la población afrodescendiente y su asociación directa a la criminalidad, también ha favorecido por parte de los funcionarios y las fuerzas de seguridad formales de los Estados el establecimiento de perfiles raciales, los cuales se han convertido en una práctica habitual para la realización de redadas en los sectores populares, requisas callejeras, interrogatorios, cacheos, la obtención de confesiones reales o ficticias, el encarcelamiento y el asesinato de presuntos delincuentes; como un mecanismo para mostrar indicadores de éxito en las actividades de prevención del delito, aumentar las cifras de detenciones y demostrar a la sociedad que los esfuerzos de los gobiernos de la región en materia de seguridad dan resultado.

Aunado a ello, la racialización de la criminalidad ha servido como justificación para el ejercicio de la brutalidad policial y el uso desproporcionado de la fuerza letal contra la población afrodescendiente como consecuencia de estereotipos y prácticas racistas mantenidas por funcionarios de las fuerzas de seguridad.

Otro de los ámbitos en los cuales se hace manifiesta la discriminación racial, es en el ámbito político. La población afrodescendiente, posee un acceso limitado o inexistente a los espacios de élite, es decir, espacios de liderazgo, partidos políticos, cargos de elección popular y de toma de decisiones políticas. Esta situación según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe La situación de las personas afrodescendientes en las Américas, puede explicarse como una consecuencia de:

  •  La posibilidad de postularse y competir por un cargo público está supeditada a la inversión de grandes sumas de dinero.

  • La población afrodescendiente sólo participa como militante de base y, en general, no existen políticas partidarias específicas.

  • No hay personas afrodescendientes en el liderazgo y las directivas de los partidos ni agenda a favor de la población afrodescendiente dentro de los programas de los partidos.

Este hecho por supuesto tiene un impacto negativo en la situación social de las personas afrodescendientes, cuyos intereses y necesidades con frecuencia son obviados y postergados. Al respecto, la mayoría de los encuestados al ser consultados sobre las políticas públicas desarrolladas en su país en favor de la población afrodescendiente afirmó que no existen, y de existir, no las conocen. De igual manera cuando se le consultó sobre la situación social de su grupo étnico afirmaron que su condición social es precaria, con notorias limitaciones en el acceso la salud, la educación, la justicia, el acceso al empleo, la vivienda y los servicios básicos.

Así mismo, si bien es cierto que en algunos países de la región se han dado avances en el diseño y aprobación de instrumentos jurídicos, el establecimiento de tipos penales o agravantes para sancionar los actos discriminatorios, así como, en la creación de instituciones especializadas orientadas a prevenir, atender y sancionar la discriminación racial; la información respecto a los derechos reconocidos y protegidos por dichas leyes no es divulgada, como tampoco las competencias y servicios prestados en las referidas instancias.

Así quedó en evidencia en la encuesta realizada en la cual si bien el 70% de las personas afirmaron que en su país existe algún instrumento jurídico contra la discriminación racial, también hicieron referencia a que estas pocas veces se cumplen o son efectivas. En los casos en que estas leyes e instituciones existen y la población conoce de ellas, pocas veces cumplen su cometido y por el contrario, las victimas de discriminación racial que acuden a estas instituciones especializadas con frecuencia son sometidas a la revictimización y la violencia institucional.

Autorreconocimiento, endorracismo y movimientos sociales

La discriminación racial también genera consecuencias y reacciones en quien la experimenta, pero en la región gran parte de la población afrodescendiente reacciona aceptando el estigma. Cuando se les consultó cómo se reconocen, el 69% se identificó como parte de un grupo étnico racializado y tradicionalmente discriminado, sin embargo, otra de las más frecuentes respuestas ante el racismo es el endorracismo; el cual puede definirse como el racismo desde dentro, una autodiscriminación emanada del sujeto que sufre y experimenta el prejuicio por su pertenencia étnico-racial, quien internaliza como propia la discriminación que se le ha impuesto y la reproduce sobre sí, como también sobre aquellos pertenecientes a su grupo étnico y racial.

Es posible considerar como prácticas endorracistas por ejemplo, cuando una persona afrodescendiente intenta borrar de sí su herencia africana para lograr mayor aceptación social y por tanto evitar el racismo; para ello, puede optar por el aclarado de la piel, someterse a cirugías estéticas para modificar los rasgos físicos que visibilicen su herencia étnica, la realización de tratamientos capilares como el desriz de cabello, la ocultación de familiares con características y fenotipos racializados en el relato de su biografía, el rechazo al autorreconocimiento étnico dentro de alguna de las categorías históricamente discriminadas, entre otras.

Cuando se abordó este aspecto en la investigación el 61% de las personas afrodescendientes encuestadas consideran que en su país existe endorracismo, el 57% ha presenciado o sabido de la ocurrencia de algún acto de endorracismo, mientras que el 35% lo ha experimentado.

Pero otra de las respuestas de los sujetos ante el racismo, como forma de contrarrestarlo será la incorporación a los movimientos sociales. No obstante, cuando se les consultó a las personas afrodescendientes de distintos países de América Latina y El Caribe si pertenecen a algún movimiento social que luche por los derechos de la población afrodescendiente, sólo el 31% afirmó que sí. Además de ello existe mucho desencanto, el 49% de los encuestados considera que los intereses y necesidades de la población afrodescendiente no se encuentran representados en los movimientos sociales que hacen vida en su país.

Transformación social y erradicación de la discriminación

¿Pero cómo es posible erradicar el racismo en las sociedades latinoamericanas? En primer lugar se hace necesario superar la visión inmediatista y asistencialista en lo que refiere los actos resolutivos de la situación social de la población afrodescendiente y la actuación ante la discriminación racial; específicamente mediante el diseño de políticas públicas afirmativas, focalizadas e integrales, con alcance a corto, mediano y largo plazo, que permitan minimizar las brechas existentes, así como, alcanzar mayores estándares de equidad y justicia social.

Para lograrlo se recomiendan como iniciativas, acciones y aspectos por atender:

 

  • ncorporar la perspectiva de etnicidad transversalizada por la perspectiva de género en los planes, proyectos e indicadores impulsados por los gobiernos de la región.

  • Incorporar la variable étnica en los censos de población de los países de la región que permitan diseñar de forma expedita planes de desarrollo dirigidos a los mismos.

  • Incentivar la investigación con perspectiva de etnicidad en instituciones de educación superior públicas y privadas.

  • Reeducación y reaprendizaje de la historia, identidad y diversidad étnica en América Latina y El Caribe, también denominada etnoeducación.

  • Incentivar el debate con perspectiva de etnicidad en las comunidades organizadas, aunado al levantamiento y sistematización de sus necesidades y experiencias específicas.

  • Elaborar, reeditar y divulgar publicaciones sobre las poblaciones afrodescendientes y que aborden desde una perspectiva crítica el fenómeno de la discriminación racial, que sirvan de referente a los Estados para el diseño de políticas públicas, pero también para la sensibilización de la población en general sobre esta materia.

  • Diseñar programas de sensibilización permanente orientados a la deconstrucción del racismo y el endorracismo, así como, desarticular los valores negativos sobre las personas afrodescendientes.

  • Incorporar la perspectiva de etnicidad en el monitoreo de los discursos y representaciones transmitidos y reproducidos sobre la población afrodescendiente en los medios de comunicación.

  • Promover y facilitar el acceso y conocimiento de los instrumentos nacionales e internacionales para la protección de las personas afrodescendientes y los derechos protegidos ante la ocurrencia de hechos de discriminación racial.

  • Visibilizar la contribución de las poblaciones afrodescendientes en la construcción, desarrollo y organización de la sociedad latinoamericana y caribeña.

  • Promover el autorreconocimiento étnico, así como, la valoración positiva de la afrodescendencia.

  • Promover una mayor presencia de las personas afrodescendientes en el talento de los medios de comunicación, lo cual permita a esta población (principalmente a los niños, niñas y adolescentes) contar con referentes positivos con los cuales identificarse.

  • Impulsar las iniciativas socio-productivas propuestas y desarrolladas por las poblaciones afrodescendientes en sus comunidades.

(*) Esther Pineda G es Socióloga, Magister Scientiarum en Estudios de la Mujer y Doctora en Ciencias Sociales. Mención Honorífica egresada de la Universidad Central de Venezuela. Fundadora de EPG. Consultora de Género y Equidad. Columnista en diversos medios de comunicación venezolanos y extranjeros. Autora de los libros Roles de Género y Sexismo en seis discursos sobre la Familia Nuclear,Racismo, Bellas para morir, entre otros.

Región 42


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