Fallece a los 87 años Armando Hart, intelectual y figura histórica de la revolución

Fallece el intelectual y político cubano Armando Hart Dávalos

El reconocido intelectual y político cubano, Armando Hart Dávalos, falleció a sus 87 años esta tarde en La Habana, debido a una insuficiencia respiratoria.

Su cadáver será expuesto en el Centro de Estudios Martiartianos, en Calzada y 4, en el Vedado, a partir de las 9 de la noche de este domingo, donde será velado hasta las 10 de la mañana del lunes. Posteriormente por decisión familiar será cremado.

ARMANDO HART DÁVALOS

Nació en La Habana el 13 de junio de 1930.

Siendo estudiante de Derecho de la Universidad de La Habana combate la corrupción política y la traición a los ideales revolucionarios que llevaron a cabo los gobiernos de Grau y Prío. Cuando ocurre el golpe de estado el 10 de marzo de 1952, suscribe, como miembro de la FEU, una denuncia pública y participa activamente en la agitación estudiantil a favor de los principios democráticos. A nombre de la Asociación de Estudiantes de Derecho denuncia ante los tribunales la ilegitimidad del régimen. En el propio año de 1952 se gradúa de abogado.

Integró el Movimiento Nacional Revolucionario, de proyecciones democráticas, patrióticas y antimperialistas. Cuando en abril de 1953, su máximo dirigente, el profesor Rafael García Bárcena fue acusado de conspiración, lo defiende como abogado, sosteniendo ante los tribunales el derecho del pueblo a la rebelión.

Establece relaciones con jóvenes oposicionistas en diversas provincias y desde entonces desarrolla fuertes vínculos revolucionarios con Frank País. Antes de las elecciones convocadas por la tiranía en noviembre de 1954, es detenido junto a Faustino Pérez y otros compañeros en una reunión clandestina acusados de planear sabotajes y acciones de agitación. Combate públicamente a los partidos de oposición burguesa, especialmente a sus dirigentes corrompidos, acusándolos de ser incapaces de dirigir al pueblo y de ser responsables del golpe reaccionario. Señala públicamente que del pueblo surgirán dirigentes capaces de conducir la Revolución.

Es uno de los fundadores del Movimiento 26 de Julio. Pasa a integrar, junto a otros compañeros, la dirección que Fidel Castro dejó constituida en Cuba. Participa activamente en el alzamiento del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, en apoyo al desembarco del yate Granma junto a Frank País, Haydée Santamaría, Vilma Espín, Asela de los Santos y otros compañeros.

Trabaja dentro de la dirección de Movimiento por organizar células en diversas provincias, estableciendo vínculos con sectores populares, obreros, campesinos y estudiantes. Participa junto a Frank País en la organización del Movimiento 26 de Julio en el llano y en el apoyo a la Sierra Maestra.

En febrero de 1957, junto a Frank País, Faustino Pérez, Haydée Santamaría, Celia Sánchez y Vilma Espín establece contacto directo de la dirección del Movimiento en el llano con la Sierra, asistiendo a una reunión con Fidel y el grupo de expedicionarios. Participa en la preparación de un grupo armado que, en marzo de 1957 es enviado a la Sierra. En ese propio año, es detenido y condenado a varios años de prisión. En la cárcel estimula a la agitación entre los presos políticos contra los crímenes y arbitrariedades de la tiranía. Cuando era conducido a los tribunales por otras acusaciones se fuga, reincorporándose a la lucha clandestina. Es nombrado Coordinador Nacional del Movimiento 26 de Julio.

A fines de 1957, sube a la Sierra Maestra. En enero de 1958 es arrestado al bajar de la Sierra y encarcelado en las prisiones de Oriente. Golpeado, vuelto a condenar y conducido más tarde al Príncipe. Cuando los sucesos del 1º de agosto de 1958 en el Príncipe, participa en los actos de protesta que dan lugar a una fuerte represión. Es trasladado a Isla de Pinos, donde permanece hasta el derrocamiento de la tiranía. Dirige con otros compañeros la organización del Movimiento 26 de Julio entre los presos políticos.

Al triunfo de la Revolución es designado Ministro de Educación, cargo que ocupó hasta 1965. Dirigió la Campaña de Alfabetización, conocida como la más vasta y eficaz llevada a cabo en América Latina, logró extender la enseñanza pública a toda la población y creó las bases para el sistema educacional cubano cuya calidad es reconocida en el orden mun¬dial.

Integró la dirección nacional del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC)… En octubre de 1965, al constituirse el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, formó parte del mismo y de su Buró Político, desempeñando las funciones de Secretario de Organización así como otras tareas que la dirección del Partido le encomendó. Desde abril de 1969 hasta julio de 1970 cumplió misiones de la dirección del Partido en la provincia Camagüey. Desde julio de 1970 hasta diciembre de 1976 fue Primer Secretario del Partido en Oriente.

Fue elegido miembro del Comité Central en el I, II, III, IV y V congreso del PCC. Fue miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba desde su constitución hasta 1997.

Fue Ministro de Cultura desde la constitución de ese organismo en 1976 hasta l997, realizó una fructífera labor al constituir numerosas instituciones culturales y una articulada red de enseñanza artística que llevó hasta los lugares más apartados del país y que posibilitó la promoción nacional e internacional del talento creador cubano en todas las disciplinas.

Fue miembro del Consejo de Estado de la República de Cuba desde su constitución hasta febrero de 2008.

Desde febrero de 1997 es director de la Oficina del Programa Martiano, y preside la Sociedad Cultural José Martí. Precisamente el centro de su múltiple actividad ha estado en la defensa de la identidad nacional cubana y la integración cultural latinoamericana y caribeña sobre el fundamento de la tradición martiana. En el plano nacional ha sido altamente considerado por su trabajo a favor de la más estrecha relación del movimiento intelectual con el conjunto de la sociedad cubana. En lo internacional fue el pionero y mayor impulsor del Foro de Ministros y Encargados de Políticas Culturales de América Latina y el Caribe, iniciado en Brasil, en 1989, un movimiento integrador, con definiciones conceptuales y programas conjuntos, destinado a reforzar las identidades y soberanía de lo que José Martí llamó “Nuestra América” y Simón Bolívar soñó como una Patria única.

Fue miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba desde su constitución y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular desde su constitución en 1976.

Cuba


Acompaña ofrenda floral de Raúl honras fúnebres de Armando Hart 

Una ofrenda del General de Ejército Raúl Castro, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba, acompaña las honras fúnebres del destacado combatiente revolucionario Armando Hart Dávalos, quien falleció este domingo 26 de noviembre.

En la sede del Centro de Estudios Martianos, donde se le rinde homenaje póstumo a quien fuera organizador del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en el llano y en el apoyo a la Sierra Maestra, el ministro cubano de Cultura, Abel Prieto Jiménez, destacó la trayectoria del reconocido intelectual.

Fue un pensador verdaderamente excepcional, un fidelista, martiano y marxista, que además le dio prioridad a su diálogo con las jóvenes generaciones, al establecer un tipo de comunicación que no era paternalista ni impositiva, pues era un hombre que sabía escuchar, valoró.

Prieto Jiménez resaltó que la edición de este año de la Feria Internacional del Libro estuvo dedicada a la personalidad de Hart Dávalos, lo cual sirvió para que mucha papelería inédita de su obra se organizara y editara, en materiales que hoy tiene a su disposición el lector cubano en las bibliotecas del país, puntualizó.

El intelectual cubano Ricardo Alarcón de Quesada rememoró cuando lo conoció, en los años ’50, durante la creación del M-26-7.

Procedíamos ambos de la Universidad de La Habana, aunque él se graduó un poco antes que yo, recordó Alarcón, entre cuyas memorias también compartió momentos en los cuales estuvieron unidos en la etapa cuando Hart Dávalos fue Ministro de Educación, y luego en la creación del Partido Comunista de Cuba y en el campo de la política exterior.

Más de medio siglo muy cercano a él me permitió conocer a un hombre que era todo voluntad y carácter, pero sobre todo, entregado a sus ideas revolucionarias y con una enorme lealtad a Fidel, sostuvo Alarcón.

Junto con la lucha práctica, Armando fue un hombre culto, de gran educación, apasionado del Derecho y un fidelista completo, sintetizó.

También de su lealtad infinita y a prueba de la historia hacia el Comandante en Jefe, y al General de Ejército Raúl Castro, habló el Héroe de la República de Cuba, Fernando González.

El Presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos realzó su coherencia de pensamiento, y el legado de todo un trabajo acerca de la obra de José Martí y de todo lo que representó el Apóstol para Nuestra América y el mundo.

González -uno de Los Cinco Héroes- junto a sus hermanos de causa, mantuvo una correspondencia con Hart Dávalos durante sus años de injusta prisión en Estados Unidos.

Nos enviaba los trabajos que publicaba, y en una ocasión me solicitó lo que para mí fue un honor: escribir una introducción o un comentario sobre uno de sus libros, recordó Fernando, al tiempo que ponderó su capacidad para combinar la faceta de acción como político con un trabajo intelectual de gran profundidad.

Para el joven Rubiel García González, presidente nacional de la Asociación de Hermanos Saíz (AHS), la esencia martiana de Hart Dávalos contribuyó a que las nuevas generaciones nunca olviden las ideas del Apóstol y por consiguiente, las de Fidel.

A pesar de la diferencia de edad, él siempre se mantuvo joven y la AHS mucho le debe, porque no abandonó, en su época de Ministro de Cultura, a nuestra institución cuando surgía, y desde entonces nunca nos dejó solos, aseguró.

Es un golpe fuerte su pérdida, agregó, porque los que estamos en el terreno de la cultura le debemos mucho a su obra intelectual.

ACN


Armando Hart, discípulo y hermano de Fidel

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Con certeza puedo afirmar que mi vida está dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel Castro». Fue el 26 de noviembre del 2016 cuando Armando Hart encabezó con esas palabras, en medio del dolor, su evocación personal del líder de la Revolución Cubana.

Un año después de aquel testimonio –es decir, un año y un día después de la partida de Fidel–, Hart se despide. Era uno de los más leales y aventajados discípulos del Comandante en Jefe y, a la vez, uno de sus más entrañables hermanos de lucha y esperanza.

Se descubrieron mutuamente en el fragor del combate contra la tiranía; luego del asalto al Moncada, Hart supo que Fidel era «el líder y el movimiento a que aspirábamos, el que Cuba necesitaba y dentro del cual valdrían la pena los mayores sacrificios, incluidos el de entregar la vida misma a la causa de la libertad y la justicia para el pueblo cubano»; y Fidel supo que en Hart tenía a un luchador creativo, tenaz y decidido, al que le unían ideas, proyectos y la firme vocación para llevarlos a vías de hecho aun en las más difíciles y complejas circunstancias. Ambos coincidieron, por supuesto, en el amor y conocimiento de la obra martiana, en el estudio, comprensión y aplicación a las condiciones concretas de Cuba del legado de Marx, Engels y Lenin, y en una irreductible militancia antimperialista.

La identificación de Hart con Fidel quedó sellada en 1955 durante la constitución de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio en una reunión efectuada en Factoría 62, en La Habana. Vinieron días de clandestinidad conspirativa, de preparación del apoyo a la expedición del Granma, de otra fraternidad combativa inolvidable, la de Frank País, de burlar la vigilancia represiva, de conocer la muerte de su hermano Enrique, del amor forjado en la lucha con Haydée Santamaría, de caer prisionero y protagonizar una espectacular fuga del tribunal, y volver a caer preso y ser confinado a Isla de Pinos, desde donde asiste al triunfo de la insurrección.

A la Revolución victoriosa dedicó inteligencia, energía y vocación. Nombrado Ministro de Educación en los primeros días de 1959, llevó adelante, por mandato de Fidel, una de las proezas de mayor alcance épico y humano de que se tenga memoria en la historia de la nación, la Campaña de Alfabetización.

En aquellos años dejó una honda huella en él su relación con el Che Guevara. Particularmente le impactó la lectura de El socialismo y el hombre en Cuba y el Mensaje a la Tricontinental. Del guerrillero argentino-cubano y universal, diría después: «La síntesis que el Che representa nos puede conducir a conclusiones certeras en los más diversos campos de la filosofía, la cultura y la acción revolucionaria. El comandante Guevara, al asumir los valores espirituales de nuestra América y elevarlos con su talento, heroicidad y decisión al plano más alto, se convirtió en uno de los símbolos éticos más elevados de nuestra historia».

Cada tarea que se le confió, fue asumida por Hart desde el compromiso y la responsabilidad: la esfera de Organización del Partido Comunista, la estancia en tierras orientales y la creación del Ministerio de Cultura en 1976.

Si la política cultural concebida por Fidel halló desde entonces su cauce más consistente, se debió a los métodos y el estilo de trabajo de Hart en el organismo, bajo los principios de la unidad, el consenso, el respeto a las jerarquías, el fortalecimiento de las instituciones, el diálogo, y en especial, la interpretación creadora de las pautas fidelistas.

«Él fue situado donde hacía falta –ha escrito el poeta Miguel Barnet–, ahí donde había que desbrozar las malas yerbas (…)

Y lo hizo con elegancia, con cautela, sin cercenar cabezas, más bien sacando del hueco aquellas que iban a rodar y poniendo a un lado rencores y revanchas. Él es uno de los marxistas más consecuentes de Cuba, más convencidos y uno de los más lúcidos. El fidelista, el amigo leal y el honesto, el gladiador de mil batallas, el incansable que convierte lo cotidiano en extraordinario; él es él, inquieto, hiperquinético, creativo, con las balas en la cartuchera y el gatillo listo en el disparador de ideas, proyectos y acciones que encontrarán ecos en los amigos agradecidos para quienes él, impoluto con su cubanísima guayabera blanca, será siempre el Ministro, porque sin duda clasificó en la categoría de ministros de lujo. Y un ministro de lujo no es otra cosa que un hombre culto, modesto y generoso. En dos palabras su ejemplo, su espejo».

No hace mucho, en ocasión del Día de la Cultura Cubana, celebración que Hart promovió desde su instauración, Abel Prieto, quien lo sucedió el frente del Ministerio, insistió en no perder de vista una de las pautas trazadas por el intelectual y combatiente revolucionario: hacer de la escuela la principal institución cultural de la comunidad.

Providencial resultó el encargo en 1997 de crear la Oficina Nacional del Programa Martiano y casi de inmediato la Sociedad Cultural José Martí. Nuevamente Hart se sintió a sus anchas. Estaba convencido de la necesidad de colocar a Martí en el centro del núcleo irradiante de la política, la cultura, la sociedad y la ética del modelo socialista cubano, enlazarlo con las más depuradas tradiciones culturales e históricas nacionales, latinoamericanas y caribeñas y universales, y promoverlo como referencia ineludible de la teoría y la práctica socialistas, sobre todo a raíz de su desarticulación en el Este europeo y el derrumbe de la Unión Soviética.

Con el pensamiento martiano y el fidelista como plataformas, Hart dedicó los últimos años a propiciar encuentros para el debate y entendimiento de una dialéctica de continuidad en el proceso revolucionario. Al respecto dijo: «Cada día me convenzo más de la pertinencia de lo que vengo planteando acerca de la necesidad de promover un diálogo de generaciones en el que intervengan quienes traemos la experiencia vivida como partícipes en la vida política en la segunda mitad del siglo XX, y los que asumen responsabilidades crecientes en estos inicios del XXI y desarrollarán su vida política hasta bien entrada la actual centuria. Se trata, de hecho, de un intercambio de experiencias entre dos siglos».

Afortunadamente el legado testimonial y teórico de Hart ha quedado plasmado en libros. Su compañera durante las tres últimas décadas, Eloísa Carreras ha llevado adelante un proyecto editorial, aún en desarrollo, mediante el cual es posible acceder a su pensamiento original. Recordemos entre sus títulos Aldabonazo, Hacia una dimensión cultural del desarrollo, Cultura en Revolución, Perfiles, Cambiar las reglas del juego, Marx, Engels y la condición humana, Una pelea cubana contra viejos y nuevos demonios y Cuando me hice fidelista.

Entre las mayores satisfacciones de su vida guardó en su memoria la condecoración con la Orden Nacional José Martí, al cumplir 80 años, impuesta por el General de Ejército Raúl Castro. De este afirmó que era la mayor garantía para asegurar el relevo generacional y la pervivencia de los sueños de Fidel en las generaciones venideras. Por su obra y su condición humana, Hart será de los que permanecen.

Granma


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