Argentina: Juan Perón y el Fondo Monetario Internacional – Por Juan Cruz Campagna

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Juan Cruz Campagna*

En 1944 se realizó una conferencia internacional en el complejo de Bretton Woods, donde acordaron los países más importantes del mundo las pautas para las relaciones comerciales y financieras. También se decidió la creación del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), usando el dólar estadounidense como moneda de referencia internacional.

Estados Unidos emergió de la Segunda Guerra Mundial como la potencia más importante del globo, con un gran crecimiento industrial y una fuerte acumulación de capital. Este país no sufrió la destrucción de la gran guerra porque el conflicto no se libró en su territorio, mientras que se enriqueció vendiendo armas y prestando dinero a otros combatientes.

Por ese entonces Estados Unidos concentraba cerca del 50% del PBI mundial. Estaba claro que se encontraba en la mejor posición para ganar más que cualquier otro con la liberalización del comercio mundial, ya que lograría mercados para sus exportaciones y acceso a materias primas que necesitaba. El presidente Franklin D. Roosevelt vio que la creación de un orden global de posguerra era una manera de garantizar la prosperidad de su país. Así se creó toda la arquitectura financiera y económica que rige hasta nuestros días.

La conferencia contó con la presencia de 44 naciones, la mayoría del llamado Tercer Mundo. Muchos de sus representantes eran de América Latina y, por lo general, permeables a la influencia de Washington. Argentina no asistió. India no había alcanzado la independencia y fue a Bretton Woods como parte de la delegación británica. Los países del bloque comunista participaron de la conferencia, pero no ratificaron los acuerdos. China participó, pero se retiró tras el triunfo de la revolución comunista en 1949.

Alemania, Japón e Italia estaban a punto de ser derrotados en la Segunda Guerra Mundial y los países de Europa occidental se encontraban en ruinas. En esas condiciones Estados Unidos, que producía la mitad del carbón mundial, casi dos tercios del petróleo e inmensas cantidades de barcos, armamento, maquinaria y todo tipo de productos industriales, impuso las decisiones de la conferencia, derrotando la propuesta inglesa de John Maynard Keynes.

El grado de manejo de la Conferencia por Estados Unidos quedó claro en la determinación de las cuotas de poder de votación de los países miembros del FMI. Sobre un capital total de 8800 millones de dólares a Estados Unidos le correspondería una cuota equivalente al 31,1%, al Reino Unido 14,8%, y a Francia 5,1%, es decir más del 50% para estos tres países.

A partir de Bretton Woods, cuando los países tienen déficits en su balanza de pagos, deben financiarlos a través de reservas internacionales o mediante el otorgamiento de préstamos que concede el FMI. Para eso fue creado. Para obtener esos préstamos los países deben subordinar sus políticas económicas frente al organismo.

En 1956, Argentina, por iniciativa del presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, ingresó al FMI, contrayendo su primer préstamo. En años anteriores, el presidente Juan Domingo Perón se negó terminantemente a ingresar, asegurando que dichas instituciones eran un instrumento de sometimiento de los países centrales para imponer políticas a los países periféricos.

La política económica desarrollada desde 1955 por la dictadura militar que derrocó a Perón desmanteló los principales mecanismos forjados por el proyecto nacional justicialista. Los protagonistas de la autodenominada “Revolución Libertadora” desnacionalizaron los depósitos bancarios, eliminaron el necesario control estatal sobre el comercio exterior y de los tipos de cambio y por supuesto, derogaron la Constitución Nacional sancionada en 1949. Además, inhabilitaron al Partido Justicialista, prohibieron toda propaganda, clausuraron periódicos, intervinieron sindicatos, hubo encarcelamientos arbitrarios, torturas y fusilados.

Diez años después de la decisión de Aramburu, Perón reafirmó su postura desde el exilio en los siguientes términos: “Advertí que en él –el FMI- participarían la mayoría de los países occidentales, comprometidos mediante una larga contribución al Fondo, desde donde se manejarían todas sus monedas, se fijaría no sólo la política monetaria, sino también los factores que directa o indirectamente estuvieran ligados a la economía de los asociados (…) He aquí alguna de las razones, aparte de muchas otras, por las cuales el gobierno justicialista de la República Argentina no se adhirió al Fondo Monetario Internacional. Para nosotros, el valor de nuestra moneda lo fijábamos en el país, como también, nosotros establecíamos los cambios de acuerdo con nuestras necesidades y conveniencias”.

Al concluir el gobierno de Aramburu, la deuda externa alcanzo los 1051 millones de dólares. Ese fue el comienzo de la sumisión de nuestra política económica a los dictados de los organismos internacionales. Así se inauguró una etapa política y económica al servicio de sectores privilegiados, acordada con organismos internacionales, que se correlaciona ineludiblemente con mayor endeudamiento externo posible.

Dijo Juan Domingo Perón: “Cuando en 1946 me hice cargo del gobierno, la primera visita que recibí fue la del presidente del FMI que venía a invitarnos a que nos adhiriéramos al mismo. Prudentemente le respondí que necesitaba pensarlo y, enseguida, destaqué a dos jóvenes técnicos de confianza del equipo del gobierno para investigar a este monstruo tan peligroso, nacido según tengo memoria en los sospechosos acuerdos de Breton Woods. El resultado de este informe fue claro y preciso: en síntesis, se trataba de un nuevo engendro putativo del imperialismo. Yo, que tengo la ventaja de no ser economista, puedo explicarlo de manera que se entienda”.

(*) Lic. En Ciencia Política y Administración Pública Docente e investigador universitario.

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