Colombia: con Petro y más allá – Por Gabriel Becerra

Por Gabriel Becerra*

Un veterano dirigente político del Caribe ante la inexistencia de propaganda oficial de la campaña presidencial, nos contaba que le tocó de su bolsillo comprar un paquete de volantes de Gustavo Petro que venden en una de la sedes de esa ciudad para distribuirlo. Impensable, nos decía, mientras recordaba las experiencias de campañas anteriores.

También Aída Avella, quien ha venido acompañando varios eventos del candidato, nos relataba como los pobladores de Fonseca improvisaron un retén e hicieron ir al candidato a un evento público que no estaba programado en La Guajira, la semana anterior.

Asímismo, llegan a la sede y a los equipos de campaña en todo el país cantores populares con sus melodías de diversos ritmos, poetas con sus rimas y prosas, pintores de muchos estilos, jóvenes raperos y grafiteros, dando a conocer sus creaciones voluntarias de apoyo. La candidatura de Gustavo Petro y Ángela María Robledo es un verdadero fenómeno político.

¿Qué explica que una candidatura que no cuenta con grandes maquinarias económicas, políticas y mediáticas esté generando tanto reconocimiento? ¿Es exclusivamente la experiencia, capacidad oratoria y argumentativa del candidato? ¿Estamos exclusivamente frente a un hecho coyuntural de carácter electoral, condenado a desinflarse después del 27 de mayo o el 17 de junio, frente al cual da lo mismo comprometerse o ser indiferente?

Respecto a estos y otros interrogantes me arriesgo a afirmar que más allá de los méritos y limitaciones del candidato -que impedirían ver el conjunto de la situación- el proceso electoral presidencial en curso expresa ante todo una lenta y conflictiva transición política y cultural en la sociedad colombiana entre las fuerzas del pasado, atadas a los privilegios de la tierra, la violencia política, la corrupción estatal y la deformada economía capitalista legal e ilegal, cuyo plan no es otro que cortar de raíz cualquier proyecto con potencial democrático para retomar sin pausa una nueva regeneración conservadora.

Y las fuerzas del cambio, indisolublemente atadas a la idea de una nueva era de construcción de paz con un programa de reformas económicas, sociales y políticas que democraticen la tierra y el poder, dignifiquen el trabajo, reactiven la industria y la producción, potencien el conocimiento, la ciencia y la tecnología en un enfoque de gobierno alternativo, soberano, y democratizador.

En este escenario político concreto, Petro representa más allá de cualquier reconocimiento u objeción la única candidatura alternativa al establecimiento. Y esto, sin tanta filosofía, es lo que viene expresando en sus diversas subjetividades, el pueblo humilde, cargado de ilusiones y esperanzas, contra el miedo real que produce tener que volver al pasado. Estamos en la lucha por los cambios y no hay que bajar la guardia.

(*) Dirigente de Unión Patriótica.

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