Venezuela | El aborto: un tema tabú que exige atención – Por Gioconda Mota Gutiérrez

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Gioconda Mota Gutiérrez(*)

Esta semana las organizaciones feministas en Venezuela han logrado un paso más en la lucha por la ampliación de los derechos de las mujeres, a través de un derecho de palabra en la Asamblea Nacional Constituyente por la despenalización del aborto y favor de la interrupción libre, segura y gratuita del embarazo en nuestro país.

Luego de la histórica y emocionante victoria de las mujeres argentinas el pasado 14 de junio al obtener mayoría en el Congreso de ese país para un proyecto de ley que despenaliza el aborto, las principales organizaciones venezolanas en materia de derechos de mujeres alzarán su voz frente a los constituyentistas para exigir el debate sobre un tema urgente que tiene amplisimas consecuencias sociales en nuestro país y que golpea especialmente a los sectores más pobres de la sociedad.

Por esta razón, en esta edición, Desafíos actualiza este texto de Gioconda Mota, en el que encontramos las claves para entender por qué el debate sobre el aborto en Venezuela ya no puede esperar.

Asunto de mujeres

¿Cuál es el denominador común de estas historias? Le ocurre a mujeres, ellas son quienes padecen directamente la angustia y las consecuencias, tanto si interrumpen como si continúan un embarazo no deseado. Ellas son las que viven la complejidad emocional y el riesgo físico de interrumpir un embarazo en las peores condiciones.

Es un hecho: las mujeres interrumpen embarazos no deseados. Pobres y ricas, aunque las pobres viven las peores historias y corren los peores riesgos. Cultas e ignorantes; profesionales y no profesionales; adultas y jóvenes; católicas, de otras religiones y ateas; con culpa y sin culpa.

La inmensa mayoría en silencio, de forma clandestina y en condiciones inseguras; es decir, abortos realizados por personas sin el conocimiento calificado y sin seguir procedimientos recomendados por la OMS (Organización Mundial de la Salud). Para el período 2010-2014 se estima que ocurrieron 6,5 millones de abortos inducidos, mostrando un aumento con relación al período 1990-1994 cuyo estimado fueron 4,4 millones. La tasa regional de aborto es de 48 x 1.000 para mujeres casadas, y 29 x 1.000 para mujeres solteras.

¿Por qué lo hacen? Simplemente porque necesitan hacerlo, porque no quieren reproducirse o seguir reproduciéndose en la etapa o momento de la vida en que ocurrió ese embarazo, porque saben claramente que el fruto de ese embarazo no deseado (hijas e hijos) estará fundamentalmente en sus manos para toda la vida (crianza, manutención, atención, tiempo, entre otros). Es, en concreto, una necesidad basada en la responsabilidad y una seria mirada al futuro. Un embarazo no deseado le puede ocurrir a cualquiera por múltiples circunstancias o razones, comúnmente muy lejanas a lo que el “lugar común” ha instaurado negativamente. Es importante destacar que muchas de estas razones pueden prevenirse si existe una actuación pública adecuada.

Independientemente del discurso “en contra”, la práctica del aborto inseguro existe y especialmente se lleva la vida de las más pobres o genera importantes consecuencias como perforaciones, laceraciones uterinas, desangres e infecciones. Es, por ende, un problema de salud pública existente en la realidad. No es una hipótesis. En 2014 el 10% de las causas de muerte materna en América Latina y El Caribe fue por la práctica de abortos inseguros. Entre 2010 y 2014 sólo 1 de cada 4 abortos se practicó en condiciones seguras y la proporción total de embarazos que terminan en aborto aumentó de 23% (1990-1994) a 32% (2010-2014).

Del lugar común al análisis político

Para que el tema del aborto sea abordado racional y científicamente en quienes tienen competencia pública para legislar y para impulsar la política pública, es imperante sacar el debate de los lugares comunes y del profundo sesgo religioso que le rodea, así como del constante conteo de votos que puede “perderse”.

Comprenderle como asunto público y no privado, alusivo a la garantía de los derechos humanos de mujeres: a su autonomía, a la libertad de decisión sobre su cuerpo y su función reproductiva y, finalmente, al goce pleno de la sexualidad y la salud, al derecho a la vida.

Los lugares comunes más frecuentes y erróneos, comprobado ampliamente que no son ciertos en todos los países donde ya existe la legalización, son: que promueve la irresponsabilidad y la promiscuidad, que no es una estrategia de prevención, que termina usándose el aborto como método anticonceptivo, que sólo lo practican las chicas más jóvenes.

Lo que subyace de fondo es una cultura machista que, desde un ejercicio androcéntrico de control de la institucionalidad estatal y la función legislativa, establece controles sobre el ejercicio de la sexualidad y la autonomía de decisión de las mujeres sobre su propio cuerpo.

Con un doble discurso muy profundo, pues finalmente lo que se predica no es lo que ocurre, incluso en el seno de sus propios hogares. Porque está comprobado que a la hora de necesitar abortar, abortan todas, incluso las hijas, hermanas, sobrinas de quienes se enquistan en estas posiciones.

Políticas vinculadas e imprescindibles

Junto a la imperiosa necesidad de despenalización y legalización del aborto se solicita de forma imprescindible, a la par, dos componentes que coadyuvan directamente en la prevención: educación sexual a lo largo de todas las etapas de la vida, pero muy especialmente en todos los niveles de la educación: inicial, básica, media y universitaria.

Una educación que debe superar la enseñanza de la función reproductora y trascender hacia una narrativa que procure la comprensión y práctica de una sexualidad sana, liberadora, autónoma y especialmente responsable. América Latina y El Caribe tienen la tasa de embarazos no deseados más alta del mundo, 96 x 1000 mujeres en edades entre 15 y 44 años.

Asimismo, el acceso a métodos anticonceptivos hormonales, de barrera y de emergencia, de forma pública y gratuita en todo el territorio nacional. Aunque frente a esto, siempre se mira la cartera presupuestaria y se dice “es demasiado”.

Cuando se comprenda la sexualidad y la reproducción como un aspecto profundamente vinculado con la construcción de ciudadanía estas inversiones sociales dejarán de verse como “gasto” y ocuparán un lugar más importante que lo que se destina a “propaganda política clásica”, recursos que poco se cuestionan y a nadie le parece un exabrupto.

Recorrido legislativo del aborto en América Latina y El Caribe

Cuatro (4) países de América Latina y El Caribe tienen legislación que permiten el aborto sin restricción, veinticuatro (24) lo permiten bajo una o varias causales y seis (6) países lo tienen penalizado en absolutamente todas sus formas. Más del 97% de mujeres en edad reproductiva viven en países con leyes de aborto restrictivas. Menos del 3% vive en países donde el aborto es legal y sin restricciones.

Con base a las causales por las cuales es permitido legalmente el aborto, la región se configura del siguiente modo:

El tema del aborto, su penalización y la ausencia de legislaciones no restrictivas impacta seriamente en la vida de las mujeres, tanto en su salud, como en muchas otras dimensiones que se ven restringidas o suprimidas cuando tienen que seguir adelante con embarazos no deseados.

La revolución bolivariana ha puesto énfasis en ser una revolución con rostro mujer. Entonces, ¿por qué este tema permanece en el clóset? ¿por qué año tras año el movimiento feminista solicita abrir este debate y realizar los respectivos cambios legislativos y luego que pasa la efeméride del 28 de septiembre nada ocurre?

Sería una lección histórica que la Asamblea Nacional Constituyente lleve este tema al escenario legislativo, que permita que el movimiento feminista debata los argumentos técnicos, políticos y humanos asociados y que se avance desde una perspectiva de derechos humanos en la actuación pública del Estado venezolano en un tema tan trascendente.

1 – Todos los datos estadísticos de este artículo provienen de Abortion Worldwide 2017: Uneven Progress and Unequal Access, New York: Guttmacher Institute, 2018.

(*) Licenciada en Educación Integral y profesora de producción audiovisual y análisis crítico de medios desde una perspectiva feminista y de género en la Escuela de Medios y Producción Audiovisual (EMPA) de Ávila TV,

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