Industrialización del litio en Bolivia: un enfoque de innovación

Por Iván Aranda* y Federico Nacif**

El Estado Plurinacional de Bolivia es hoy el único país de Sudamérica que rechaza el tradicional modelo de enclave minero, para impulsar un plan de industrialización nacional a cargo de una empresa pública que ya exhibe avances significativos.

En noviembre de 1993, poco antes de iniciar el proyecto de litio de Argentina, la empresa norteamericana FMC Lithium Corp. rechazó repentinamente el contrato que le había otorgado el gobierno boliviano para acceder a la mayor reserva mundial de litio ubicada en el salar de Uyuni, Potosí. Es que allí, a diferencia de Argentina, las masivas e intensas protestas sociales exigiendo distintos niveles de regulación e intervención estatal, limitaban la estrategia extractivista de la empresa que, por definición, rechaza el más mínimo nivel de fiscalización pública. Trece años después, el gobierno de Evo Morales decidió eliminar el tradicional modelo de concesiones mineras e impulsar un plan nacional de industrialización a cargo de una empresa estatal, hoy llamada Yacimientos Bolivianos de Litio (YBL). A fines de 2010, luego de un extenso y dificultoso proceso de pilotaje, el gobierno lanzó la “Estrategia de industrialización de los recursos evaporíticos de Bolivia”, dividida en tres fases, con un plan de inversión de us$ 902 millones.

 

Fase I. Pilotaje

En 2012 se inauguró la planta piloto de Cloruro de Potasio (KCl), que produce 3.000 Tm/mes, destinadas al mercado interno, y en 2013, la planta piloto de Carbonato de Litio (Li2CO3), que produce 300 Tm/mes, destinadas al centro de pilotaje de cátodos y baterías y a la exportación. Ambas plantas fueron íntegramente desarrolladas por científicos e ingenieros bolivianos. Desde los procesos extractivos, diseño de infraestructuras y plantas de tratamiento, hasta la construcción, puesta en marcha y operación.

En 2014, por otra parte, se inauguró en La Palca, la Planta Piloto de Baterías de Litio, comprada a la firma china Linyi Dake, y en 2017 la Planta Piloto de Materiales Catódicos, comprada a la empresa francesa ECM Green Tech. Ambas plantas compradas “llave en mano”, se encuentran en plena producción a cargo de profesionales bolivianos, convirtiendo a Bolivia en el único país de la región en poder dominar, en la escala piloto, la cadena de valor que va “del salar a la batería”.

 

Fase II. Producción industrial de sales

La construcción de la planta de sales de potasio (350.00Tn/año), encargada a la china Camc Engineering Co., está prevista para agosto 2018, mientras que la construcción de la planta de carbonato de litio (15.000Tn/año), adjudicada a la firma china Maison Engineering, está programada para mediados de 2019. Ambas plantas industriales fueron desarrolladas sobre la base de las tecnologías elaboradas por la propia empresa estatal en las fases piloto y son de su exclusiva propiedad. El plan industrial tiene además otras plantas industriales proyectadas: Hidróxido de litio (125.000Tn/año), sales de magnesio y derivados del boro.

 

Fase III. Agregación de valor

Orientada a la producción industrial de materiales de electrodo, baterías de litio y otros insumos litiados avanzados, esta fase contempla la participación de socios estratégicos para la transferencia y desarrollo tecnológico, así como la co-inversión.

En abril de 2018, tras un largo proceso de selección, YBL anunció que la empresa alemana ACI Systems acompañaría a Bolivia en el desarrollo de los productos aguas debajo de la cadena litífera, sobre la base de un compromiso de inversión productiva único en la región.  A través de una asociación mixta (51% YBL – 49% ACI), se instalará hasta 2022 una planta de producción de baterías de litio con una capacidad de 8GWh/año y una planta de material catódico litiado para abastecer a la planta de baterías. La empresa alemana invertirá us$ 300 millones para la instalación de las dos plantas.

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Si bien el tránsito por la compleja etapa de pilotaje sobre los eslabones principales de la cadena (carbonato de litio, cátodos y baterías), anteriores a la etapa industrial, pudo resultar más lento que la alternativa de acceder directamente a la producción primaria de gran escala, permitió en la práctica la apropiación tecnológica y un profundo conocimiento del negocio y de los agentes. Ello ha redundado en una mejora de las capacidades para la selección de tecnologías y modalidades de ejecución en etapas posteriores, a mayor escala y, por tanto, con mayores compromisos de inversión. La acumulación de capacidades internas propuesta por Bolivia, supone reducir la dependencia tecnológica sobre un único socio y fortalecer el control soberano a lo largo de toda la cadena. Ambos atributos son hoy esenciales para poder modificar la tradicional asignación centro-periferia. Allí radica la verdadera innovación.

*Iván Aranda Garoz: Licenciado en Ciencias Químicas (Universidad Autónoma de Madrid), Ingeniero Superior de Materiales (Universidad Complutense de Madrid), integrante del Programa Socio Ambiental PIIdISA (Universidad Nacional de Quilmes).

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**Federico Nacif: Sociólogo (UBA), becario CONICET en Temas Estratégicos (IEALC), integrante del Programa Socio Ambiental PIIdISA (UNQ)

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