El Frente Amplio uruguayo registra unos 300 mil votos menos que en 2009 y 2014 – Por Oscar Bottinelli

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Oscar Bottinelli *

Hay algo fuera de toda duda y es que el Frente Amplio se encuentra en problemas. Se diría que esto está fuera de discusión. Lo que cabe discutir y analizar es cuál es la magnitud de su problema. El primero, en el que hay un gran consenso, es que es muy difícil que pueda retener la mayoría parlamentara, como la obtuvo plenamente en 2004 y 2009, y como la obtuvo parcialmente en 2014.

Lo segundo, sobre lo que hay menos consenso, son sus probabilidades de retener o no la Presidencia de la República. Este es un ángulo de análisis. Pero asumido que tiene algún tipo de problemas, viene la pregunta ¿con quién tiene esos problemas?

No hay mayor error en la política, no hay mayor error en cualquier tipo de actividad, no hay mayor error en la vida, que el error de diagnóstico. Si no se diagnostica con precisión qué es lo que ocurre, es muy difícil, se diría que imposible, resolver ningún problema. Y todo parece que el vértice del Frente Amplio tiene un diagnóstico para ellos muy claro; lo que hay que ver si es o no correcto: su problema es con la oposición y en particular con su principal oponente, es decir, con el Partido Nacional.

El segundo elemento de diagnóstico que formula ese vértice es que el problema es que su principal oponente tiene liderazgos ya instalados, cosa que no lo tiene el Frente Amplio, referido lo de liderazgo al tema candidaturas.

Para empezar conviene mirar unos cuantos números. Hoy el Frente Amplio registra una intención de voto del entorno del 32% al 35% en las principales encuestas, para el caso imaginario de que hubiere elecciones en la actualidad. En el caso concreto de Factum, el número al segundo trimestre del año es el 35%. Hace cinco años, en el segundo trimestre del 2013, el Frente Amplio registraba en la Encuesta Nacional Factum un 44%.

Y hace diez años, en el segundo trimestre de 2008, registraba también un 44%. Aquí hay un primer dato: a la misma distancia de las siguientes elecciones nacionales, en relevamiento hecho por el mismo instituto encuestador, con la misma metodología, el Frente Amplio se encuentra nueve puntos por debajo de su registro de 2013 y también de 2008. Tiene pues una pérdida del 9% del total del electorado, que equivale a decir cerca de 220 mil votos. Esa cantidad es la que el Frente Amplio registra en menos.

Además, en ambos casos su votación fue en números redondos del 48%. Es decir, hay otros cuatro puntos porcentuales que el Frente Amplio no registra en la actualidad ni registró en su momento. Esto es normal, es el sector de gente que exterioriza su voto hacia el final. Más o menos se trata de unos 100 mil votantes. Entonces, si a los 9 puntos porcentuales en menos respecto a las encuestas de hace 5 y de hace 10 años, se suman estos cuatro puntos en menos entre cada encuesta y la elección subsiguiente, declara votar al Frente Amplio alrededor de un 13% menos del total del electorado que en octubre de 2014.

Hay pues en total más de 300 mil personas que votaron al Frente Amplio en octubre de 2014 y que hoy no dicen que lo están votando, al menos que no manifiestan su predisposición a votarlo el próximo domingo.

Visto los números, son concluyentes. Para que el Frente Amplio se preocupe de cómo está plantada la oposición, de cuánto mejor o cuánto peor está esa oposición en relación al oficialismo, éste tendría que resolver muchas cosas antes. Y lo que primero tiene que resolver es su distanciamiento, su divorcio, la falta de sintonía que tiene con mucho más de la cuarta parte de sus votantes, o de quienes fueron sus votantes, o de quienes podrían volver a serlo pero hoy todavía no lo son, o al menos no lo son del todo.

aquí viene el quid de la cuestión. El gran problema que el vértice frenteamplista no atina a ver es que su problema está adentro y ese problema es con los suyos, no con los ajenos.

¿Y dónde está esa disconformidad? ¿Cuáles son los temas que hace que votantes frenteamplistas estén disconformes con el Frente Amplio? Por un lado hay un conjunto de temas relacionados con los problemas no resueltos o no encarados desde el gobierno. Hay disconformidad con los resultados de las políticas sociales, hay descontentos contradictorios con la orientación del gobierno: unos porque no ha sido suficientemente de izquierda, otros porque ha afectado a las capas medias profesionales y emprendedoras, o porque creen que ha favorecido a los grandes inversores.

Quizás la mayor área de descreimiento no esté en la gestión de gobierno como tal, en lo programático, sino en la gestión política, en las formas de hacer política.

Y al respecto se destacan dos conjuntos de temas. Uno es al que mucho llaman de tipo ético. Y tiene que ver con conductas personales, muchas veces asociados a la generación de grandes déficits en los organismos que administraron. Lo que muchos llaman el dilapidar los dineros públicos, los dineros producto de los impuestos de la gente. Pero la mayor disconformidad está en el plano ético, en el que resalta el caso Raúl Sendic y correlacionado el caso ALUR.

En que el FA tardó casi dos años en resolver el tema, lo resolvió en función de un dictamen contundente del Tribunal de Conducta Política que fue guardado bajo llave por varias semanas, ahora vuelven a estar bajo llave los dictámenes del mismo Tribunal sobre Raúl Sendic y aliados, y la Mesa Política no habilita un Plenario Nacional para discutirlos.

Y en el mismo plano aparecen los cuestionamientos a las formas de hacer política: la lucha a codazos por las aspiraciones personales, la prevalencia de esas aspiraciones personales por sobre los proyectos colectivos. Y además porque recurre al clientelismo, el amiguismo y el nepotismo.

El día en que el Frente Amplio tenga que preocuparse de sus adversarios políticos, de los ajenos, ese día tendrá mucho para festejar, pues significa que superó una parte muy relevante de sus problemas.

*Politólogo y encuestasor. Fue cronista parlamentario y entre 1971 y 1987 secretario político del líder frenteamplista Líber Seregni. Estuvo exiliado en Argentina entre 1974 y 1982. Es director de la empresa Factum, que realiza análisis político, de mercado y opinión pública.

Fuente-El Observador


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