Julián González Guyer, doctor e investigador en Ciencia Política: “En Uruguay hay maniobras políticas para alimentar un conflicto”

Doctor en Ciencia Política, Universidad de la República eInvestigador Nivel I del Sistema Nacional de Investigadores, Julián González Guyer, afirma en esta entrevista del semanario Brecha, que hay maniobras políticas, fuera del cauce democrático, para alimentar un conflicto entre el gobierno frenteamplista y las Fuerzas Armadas.

—¿Cómo interpreta los sucesos de los últimos días?

—En democracia los conflictos son naturales, son consustanciales a la actividad política. Es natural y sano que ocurran. Y estamos ante un conflicto. Pero después hay algunas características que ha adquirido el conflicto que son complicadas, porque algunos actores en vez de procesar el conflicto a través de la institucionalidad y de las reglas establecidas propiciaron la salida de su cauce.

—¿Cuáles serían esas características que demostrarían que el conflicto se salió de los cánones?

—El fenómeno central es que hay actores que tienden a desconocer los límites que en una democracia tiene la actividad política pública de una institución como las Fuerzas Armadas. El militar es un ciudadano que tiene un conjunto de derechos que están limitados por la tarea que libremente eligió, como es la actividad política partidaria pública. La institución militar para poner de manifiesto sus intereses tiene un recurso, un mecanismo. La máxima autoridad en el Ejército es el comandante en jefe, y debe hacer sus planteos al ministro, a su jerarquía. Si el ministro no satisface sus aspiraciones, tiene dos opciones, pero las dos suponen acatar a la autoridad, porque es la lógica con la que el comandante en jefe está investido. Las dos opciones que tiene son acatar o renunciar, y se acabó. La alternativa de la protesta pública no existe para el comandante en jefe en una democracia. Por otra parte, los actores políticos saben perfectamente que cuando un comandante no respeta esa regla, y cuando además viene caminando al borde del reglamento, no pueden respaldarlo en vez de alinearse con el presidente de la República. Aunque en su fuero íntimo puedan estar de acuerdo con el comandante, no pueden respaldarlo. Es una cuestión de lealtad institucional. Otro elemento del asunto es el timing. Hay muchos actores que están ya en campaña y mirando las encuestas, entonces me parece que este fenómeno cruza el conflicto y contribuye también a que el conflicto se haya salido de madre.

—¿Cómo ve ese documento filtrado en algunos medios como representativo del Ejército, pero luego desmentido?

—Bueno, yo lo veo como una maniobra política para alimentar el conflicto. En el único lugar en el que se menciona un documento es en el diario El País y no aparece una fuente clara de ese documento. Incluso no tiene características de documento en muchos de sus pasajes, y mucho menos elaborado por militares.

Además, algunos de los contenidos asignados a un supuesto documento publicados también en el semanario Búsqueda, donde aparece una fuente que se identifica, un coronel retirado (Rivera Elgue) que forma parte de un equipo que preside el general Hebert Fígoli y que ha estado trabajando para generar argumentación contraria a la iniciativa de reforma de retiros y pensiones militares.

 Incluso en algún momento se habló de la conformación de un grupo político que negociaría su integración al Partido Nacional o al Partido Colorado. Y también hay puntos en contacto con contenidos publicados en El Observador. Lo que es obvio es que hay una única fuente y que es probablemente la que se comunicó con los tres medios de prensa. Si alguien llama a tres medios de prensa, está operando para generar un hecho político, aunque después cada periodista lo traduce como le parece, porque las traducciones son distintas.

—¿Y cómo decodifica esta relación entre las Fuerzas Armadas y el Partido Nacional en contexto de campaña?

—Los militares no pueden tener opinión partidaria pública. Cada militar en su fuero íntimo sabe qué piensa y a quién se acerca, para después votarlo. En todo caso, no es bueno que los partidos trabajen para poner a su servicio particular a la institución Fuerzas Armadas. Real de Azúa dijo hace unos cuantos años que en las primeras décadas del siglo XX decir “ejército” era decir “ejército colorado”.

De hecho, en la historia hay que reconocer que los partidos han intentado ubicar oficiales de su confianza en la cúpula de las Fuerzas Armadas. Eso es una práctica desaconsejable. Es una confusión que no es buena. Si hubiera que caracterizar este conflicto en su esencia, más allá de lo coyuntural, acá lo que está en juego son los límites de actuación de las Fuerzas Armadas, y por eso la importancia de que el sistema político se alinee con la institucionalidad.


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