CLACSO | Isabel Piper, psicóloga social chilena: “El neoliberalismo construye un sujeto dispuesto a renunciar a su propia libertad”

Entrevista a Isabel Piper, psicóloga social chilena

Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL

Isabel Piper, psicóloga social, docente e investigadora chilena, es una de las principales referentas en los debates en torno a la construcción de la memoria y sobre ello disertará en la 8ª Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales en el marco del I Foro Mundial del Pensamiento Crítico que se realizará la próxima semana en Argentina (*). En esta entrevista con NODAL nos acercamos al recorrido que trazan sus estudios sobre la violencia política en su país y en la región en relación a la historia, la construcción de las y los sujetos, el miedo, los derechos humanos y las resistencias colectivas.

-Es una de las participantes del panel Memorias Colectivas y Prácticas de resistencia en Clacso, ¿cómo se construyen y qué lugar tienen estas dos cuestiones en este “mundo turbulento”, tal como lo llaman en la convocatoria de este encuentro académico?

-La preocupación por la memoria colectiva surge y se desarrolla en el contexto de sociedades que intentan dejar atrás una situación de violencia como guerras, enfrentamientos armados o dictaduras para construir formas pacíficas de convivencia. Como parte de estos dispositivos transicionales, la memoria ocupa un lugar en ese dispositivo. En general se le atribuye a la memoria ser capaz de reparar o de contribuir a reparar el daño y, en la medida en la que la sociedad reconoce un cierto pasado común, se reconoce en ciertas versiones del pasado. Esto podría operar como un elemento que permitiría que la violencia no se pueda producir. Por eso es que se suele asociar el tema de la memoria con el slogan del “Nunca Más” (N de R: consigna de los organismos de derechos humanos). Se trata de no olvidar lo qué pasó, es decir “esto no va a volver a ocurrir”.

Ese es uno de los ejes en torno a los cuales se ha desarrollado este campo de la memoria colectiva. Con Pilar Calveiro (N de R: disertante también en el panel) y las y los colegas del grupo de trabajo del panel del Clacso, le hemos dado un giro a esta preocupación por la memoria colectiva y las resistencias porque no sólo están la preocupación por el dolor, las violaciones a los derechos humanos y por las víctimas de la violencia, sino que también hay una memoria centrada en las luchas y en las prácticas de resistencia vinculadas a veces a los derechos humanos; y otras no necesariamente están vinculadas. El trabajo se ha desplazado desde las reflexiones sobre la violencia y sus efectos traumáticos hacia la búsqueda por comprender el presente a partir de su articulación con el pasado.

Lo que pensamos es que el centro es la multiplicidad de voces que construyen relatos del pasado y cómo allí se encuentran voces del dolor o de la experiencia de ser víctimas y voces que resisten y que luchan y que, por lo tanto, esas resistencias y esas luchas del pasado se vinculan a las resistencias y luchas del presente. En este contexto, en el cual vuelven a resurgir la amenaza y las prácticas violentas del Estado, debo decir que en muchos lugares o países de América Latina estas cuestiones nunca han desaparecido. Chile es un ejemplo de ello: sólo ha cambiado de forma. La violencia política del Estado luego de la dictadura ya no es igual, no es la figura del terrorismo de Estado, sin embargo, sigue habiendo violencia policial, represión a las luchas contrahegemónicas más radicales, represión al pueblo mapuche y a las movilizaciones sociales. Entonces el tema es tal que para poder comprender la violencia política actual es necesario poder articular nuestras memorias sobre otras violencias políticas de otros momentos. Entendemos que para poder comprender esta situación turbulenta del presente es importante poder comprender otras situaciones turbulentas de nuestro pasado. No solo en términos de su ejercicio represivo sino que también en términos de la resistencia, de las luchas que se han dado en relación a ella. Recordar las luchas del pasado y comprenderlas, reactualizarlas también permite alimentar, enriquecer y poder pensar de distintas maneras las luchas del presente.

-Usted ha trabajado sobre violencia política: ¿qué lugar tiene el miedo y cuál es la importancia de la psicología en ese tipo de contextos? 

-Hablo y trabajo desde la psicología social y desde allí entendemos la memoria colectiva como un proceso de construcción de sentidos y significados sobre el pasado. Nosotros le llamamos, justamente, psicología social de la memoria y desde esa idea pensamos que la acción de recordar no refiere a algo, no es un objeto el que es recordado, no es una capacidad individual sino que es una acción colectiva y en esta acción de recordar se construyen ciertos sujetos que son fuertemente generalizados. El neoliberalismo ha construido sujetos muy temerosos, sujetos con miedo y eso forma parte de las formas de la gobernabilidad de este sistema. El miedo es una forma de control de la sociedad y además construye un sujeto temeroso que está dispuesto a renunciar a su propia libertad en vías de la seguridad. En otras palabras: si alguien me garantiza que yo no voy a tener miedo entonces soy capaz de renunciar a la libertad con tal de ser protegido. Creo que la construcción de este sujeto es muy importante para poder comprender las acciones o las opciones políticas. Por ejemplo, para en algunos tipos de elecciones preferir gobernantes autoritarios con tal de que me protejan, eso es parte de la construcción del neoliberalismo.

La memoria ahí tiene un poder tremendamente importante por poner en contexto y darle un sentido histórico a esa construcción y también para poder entender y pensar que hay formas de resistencia a ese miedo. No es necesario ser protegido por un otro autoritario, las comunidades, los grupos y los colectivos tienen la potencia, el poder y la capacidad de resistir a esas situaciones de miedo. En los trabajos que nosotros hemos hecho nos hemos encontrado con una forma de enfrentamiento al miedo que muy poderosa: la acción colectiva, articularse con otros y con otras es una forma de enfrentamiento del miedo que rompe la paralización que puede producir y rompe, también, con la única salida monolítica que muestra el neoliberalismo que sostiene que la única forma de enfrentarlo es que alguien con autoridad te proteja. La contra respuesta es decir: “Bueno, las memorias de las luchas en América Latina nos han mostrado que cuando nos hemos organizados, articulado y hemos sido capaces de enfrentar ese miedo”. Los resultados han sido muy poderosos en términos de construcción de tejidos colectivos, de redes sociales y también de salud mental, del bien estar. Entonces, lo más importante es la acción colectiva. La psicología social es el tipo de disciplina capaz de aportar y contribuir a comprender las formas de acción colectiva.

También define a la memoria como un campo de disputa, ¿qué lugar ocupan las gestiones de gobierno en ese sentido? ¿qué tipo de disputas por la memoria existen en Chile en la actualidad?

Las gestiones del gobierno o las memorias públicas o de políticas públicas son parte de la disputa. La memoria es un campo de conflicto, efectivamente, es un campo de batalla en el que se construyen diversos sujetos y distintas posiciones con distintas versiones sobre el pasado. Lo que está en pugna son las versiones sobre el pasado. Desde el Estado se busca construir una versión oficial, normalmente, y se traduce en algunas ocasiones en políticas públicas de memoria. En Chile no ha habido políticas públicas de memoria, esa es una discusión que hay en mi país. Diría más bien que ha habido políticas de reparación e iniciativas sectoriales relacionadas con la memoria, pero el objetivo se ha puesto en términos de reparación más que de memoria. En cuanto a las disputas que existen, diría que es una pregunta muy difícil de responder porque hay múltiples voces que hablan de distintos aspectos del pasado y que pugnan por instalar distintas versiones. Creo que la versión hegemónica que se ha constituido aquí es la que se puede ver en el Museo de la Memoria, de los informes de reconciliación. A grandes rasgos refiere que los intentos de la extrema o a la gran polarización de la unidad popular del gobierno de Salvador Allende a lo que condujo fue una extrema polarización que nos llevó al golpe de Estado y a los largos años de la dictadura militar que, finalmente, fueron derrotados con un lápiz y un papel tras la organización y votación del plebiscito.

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A partir de allí se inicia el proceso de democratización. Dentro de esa memoria hegemónica está el dolor de las víctimas. Eso es lo que no va al Museo. Ahora, en el auge de los neofacsimos y en el giro a la derecha de América Latina y del mundo, lo que hay son movimientos negacionistas, que siempre han existido. En esa disputa están quienes afirman y destacan la existencia del terrorismo de Estado y las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura y, por otro lado, quienes invitan a mirar o las niegan directamente. Negarlas significa legitimar o justificar lo que ha sucedido durante la dictadura a través del argumento de que era la única manera de impedir que Chile se convirtiera en una nueva Cuba. Hay un contexto de justificación, un relato de la violencia de la dictadura o simplemente una negación. Esa, diría, es la disputa más visible por la memoria que hay aquí en la actualidad. Pero hay muchas otras que existen y circulan y tienen que ver con otras memorias. Por ejemplo, la memoria de la lucha armada, que tensiona lo que sucedió en la transición y pone en tensión el hecho de que efectivamente la dictadura ha sido derrotada en las urnas. Plantea que fueron las organizaciones sociales y los movimientos, incluyendo las organizaciones armadas, las que actuaron o salieron a la calle durante los 80 para generar las condiciones del proceso de democratización. También hay voces muy críticas respecto a la transición, que se está instalando fuertemente como una disputa de un campo memorial en el que se preguntan: ¿Fue la transición el proceso ideal que muchas veces se cuenta y que pone a Chile como la transición modelo o más bien estas voces nos están mostrando una transición muy violenta con la existencia de presos políticos en cárceles de alta seguridad en donde hubo exterminio de las organizaciones armadas, por una parte, y de las luchas contrahegemónicas, por otra? Estas memorias a lo que invitan es a articular esas diferencias de violencia de la transición y de la dictadura con la violencia actual, que también es muy fuerte.

* Isabel Piper participará el próximo viernes 23/11 a las 9 hs en el panel Memorias colectivas y prácticas de resistencia en la UNAM, edificio Volta, aula 600. Y mismo día y lugar, a las 14.30hs estará en la Reunión del Grupo de Trabajo Memorias colectivas y prácticas de resistencia.


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