Crean una red mundial de madres de migrantes desaparecidos

Ramzi Walhasi, el hijo de Fatma Kasraoui, salió de Túnez el 1 de marzo de 2011 con otros nueve chicos que vivían en el mismo barrio y está desaparecido desde entonces. Un día y medio más tarde, Fatma recibió en su casa una llamada de un número desconocido. Nadie hablaba. Ella preguntaba ‘¿quién es?’, pero no hubo respuesta.

En 2012, vio por la televisión que una periodista italiana hablaba con Ramzi adentro de un centro de identificación y expulsiones en Trapani, Sicilia, una cárcel para migrantes que tienen orden de deportación.

Lo reconoció porque el joven dijo su nombre. Junto a las madres de los otros nueve muchachos que también están desaparecidos consiguieron que el Gobierno de Túnez entregara el registro de las huellas dactilares de sus hijos —que se toman para entregar los documentos de identidad— pero no han tenido confirmación de que el Gobierno italiano las haya recibido.

Fatma dijo que cuando vio a su hijo por la televisión también quiso ir a Italia a buscarlo, pero no la dejaron salir de su país ni le dieron una visa para entrar a Europa. Como ella, también las otras madres de los desaparecidos lo intentaron sin éxito.

Hay un lista 504 desaparecidos tunecinos entre el año 2011 y 2012.

Fatma es una de las mujeres de la delegación tunecina que, junto a otras de México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Senegal, Mauritania y Argelia, así como organizaciones de España e Italia, conformaron una red mundial de madres de migrantes desaparecidos durante el 8° Foro Social Mundial de las migraciones.

En 2017, Fatma y otras mujeres formaron la asociación Meres des disparus —madres de desaparecidos— en Túnez, para recoger la voz de todas las madres que están como ellas.

Fatma está segura que va a encontrar a su hijo y que junto a él encontrará a los otros nueve jóvenes de su barrio.

La Cumbre Mundial de madres de migrantes desaparecidos que reunió a estas mujeres de varias partes del mundo fue organizada por el Movimiento Migrante Mesoamericano y la Carovane Migranti de Italia.

Marta Peradotto, una maestra de primaria originaria de Turín (Italia) e integrante de la Carovane Migranti contó a Sputnik que las delegaciones de Túnez y Argelia —ocho personas en la primera y cinco en la segunda— llegaron a México dos días después de lo previsto porque fueron demorados en los aeropuertos de Roma y de Madrid, por las aerolíneas y las autoridades migratorias.

“Lo que sucedió es la prueba de que hay muros y fronteras que siguen a los migrantes incluso cuando tienen que ir a reclamar sus derechos”, dijo en diálogo con Sputnik durante el Foro.

Patrizia Peinetti, otra de sus integrantes, contó que la Caravane Migranti se creó en el año 2014, momento en el que recorrieron Italia “para conocer los lugares de violencia contra los migrantes y también las zonas de ayuda y buenas prácticas”. En su última edición, recorrieron Túnez, buscando alianzas con las organizaciones de familiares de migrantes desaparecidos de ese país.

“Pensamos que la migración tiene problemáticas parecidas, México se ha adelantado, pero ahora sigue Europa. Que vengan a la Cumbre es una oportunidad para que se fortalezcan y es un ejemplo para que puedan aprender de las americanas”, remarcó.

Lo mismo opina Mame Oumy Mar, originaria de Senegal, hermana de Alioune Mar, que tiene 12 años desaparecido, luego de abandonar su país con destino a España.

Su hermano salió de su pueblo junto a otros amigos, cruzaron Mauritania y se dividieron en dos barcos. Cuando el barco de sus amigos llegó al otro lado del Mediterráneo llamaron a Senegal para avisarles que la embarcación de Alioune no lo había logrado.

Ella enseña una foto de su hermano que trae entre sus pertenencias, pero dice, gracias a la traducción de Yu, una de las voluntarias de la Cumbre, que no puede ver la foto porque la entristece.

En 2017, Mame Oumy y otras tres mujeres senegalesas formaron un colectivo y empezaron a organizarse para ver cómo conseguir más pistas de sus familiares desaparecidos.

Explicó que su familia es originaria de un pueblo de pescadores, donde es difícil organizarse y que tampoco cuenta con los medios económicos necesarios.

“El Estado de Senegal no se ha puesto a buscar dónde están los desaparecidos. Ha ofrecido a las mujeres que hemos perdido un hermano o un hijo que podamos tener una ocupación profesional, pero no ha llegado la búsqueda”, reveló.

Para Aminata Couro Ly, representante de la Asociación de Jefas de Familia de Mauritania, la gente joven migra de su país por dos motivos: por la necesidad de encontrar un mejor lugar para vivir por razones económicas y también “por el racismo del Estado que les hace muy difícil conseguir oportunidades laborales”.

A pesar de tener un doctorado, Aminata no logra conseguir un trabajo digno en Mauritania, lo que la hace pensar en migrar también.

“Ha sido una experiencia enriquecedora ver a las madres de Túnez y de Centroamérica y conocer su fuerza y organización porque tenemos los mismos problemas. Me da gusto ver las estrategias de diferentes lugares, que nos inspiran y que intentaremos replicar al regresar a nuestros países”, dijo a Sputnik.

Buscar en un país extranjero

La primera dificultad para activar la búsqueda de una persona desaparecida en un país extranjero es lograr la atención de las autoridades. Durante los 14 años que lleva realizándose la búsqueda de migrantes desaparecidos en México, la Caravana de Madres centroamericanas ha ubicado a 301 personas que habían perdido contacto con sus familias.

Durante la Caravana de 2015, levantaron las 12 primeras denuncias por desapariciones en México y en 2016 se formó la Unidad de Investigación de Delitos para Personas Migrantes dentro de la Procuraduría General de la República.

En 2017, las embajadas de Honduras, Guatemala y El Salvador habilitaron el Mecanismo de Apoyo Exterior mexicano (MAE) que les permite a las embajadas y consulados recibir las denuncias de migrantes desaparecidos en México.

“El mecanismo ha venido a ayudar a acortar distancias porque cuando una quería poner una denuncia, en nuestros países nos decían ‘vayan a México porque allá se perdió’, y no lo podíamos hacer por falta de recursos”, explicó a Sputnik, María Elena Larios, coordinadora del Comité de familiares de migrantes desaparecidos de El Salvador (Cofamide), el único que tiene presencia en los 14 departamentos del país y que tiene 305 casos en su base de datos.

“Según sé, Cancillería tiene otra cantidad de casos, pero no todos los delegan con nosotros, no comparten esa información”, detalló a Sputnik la madre de Heriberto Antonio González Larios, que salió de El Salvador en 2010. Pero solo en 2016 Elena encontró pistas de su hijo en México, con una familia que lo apoyó con atención médica entre 2013 y 2014.

Javier Pérez Durón, el titular de la Unidad de Investigación de Delitos para Personas Migrantes, dijo a Sputnik que tienen 250 casos desde su creación en 2016. De esos, el 60% se trata de casos de desaparición, unos 150.

En una reunión con el grupo de mujeres centroamericanas, estas le reclamaron la tardanza de algunas diligencias. “Una trabaja, recopila y entrega las pistas, pero no le dan prontitud para seguirlas”, dijo a Sputnik Elena Larios.

Durón reconoció las dificultades para realizar una búsqueda inmediata de las personas desaparecidas en cuanto se recibe una denuncia.

Una de las dificultades, señala Larios, es el método de búsqueda: “El titular visita el país cada tres meses. Llegan con los expedientes con copias de los oficios que mandan a las fronteras preguntando si ahí pasó el migrante, pero ¿cómo una frontera va a pasar el aviso de que un migrante llegó, si se supone que van por puntos ciegos? Definitivamente no va a pasar a registrarse”.

La Radio del Sur


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