Ecuador: Jorge Glas decidió finalizar su huelga de hambre tras más de 50 días

Con dramático testimonio, Jorge Glas pone fin a su huelga de hambre

Accediendo al pedido de su familia, amigos, militantes y simpatizantes de la Revolución Ciudadana, el Exvicepresidente de la República, Jorge Glas, decidió poner fin a su huelga de hambre. Con un dramático testimonio, compartido por la exasambleísta Sofía Espín, a pedido de la esposa del Exsegundo Mandatario, Cinthia Díaz, la exautoridad relató lo que ha vivido en los 52 días desde que tomó esta decisión tras ser trasladado desde la cárcel 4 de Quito hasta el Centro de Rehabilitación Social de Latacunga.
A continuación, compartimos, íntegramente, el mensaje del Exvicepresidente de Ecuador:

MANIFIESTO AL PAIS

MI HUELGA DE HAMBRE: Un grito silencioso al mundo

Varias autoridades de este gobierno me han visitado en la cárcel de Latacunga, así como compañeros, amigo y familiares, pidiéndome que deje la huelga de hambre, a todos les he explicado que mi huelga de hambre no era política, nunca hice un drama de ella, he evitado las entrevistas y comunicados, que era por dignidad, y creo que dado el espurio fallo judicial reciente el mundo debe conocer todo lo que me ha ocurrido:

El domingo 21 de Octubre a las 7 de la noche, mientras estudiaba para un examen, ya que estoy estudiando una maestría a distancia para que cuando esta pesadilla acabe servir de mejor manera a mi patria, llegaron policías de civil, me empujaron con el pecho, me arrinconaron, unidos a agentes armados del Ministerio de Justicia, con armas cortas y fusiles, y mientras tanto el policía de civil, mayor de policía (¿por qué estaba de civil?), me decía al oído “ vas a ver”, “ te vas a Latacunga”, “ahora verás lo que es bueno”. Nunca me habían tratado así, siempre policías y miembros armados del GEA (Ministerio de Justicia) me habían tratado con respeto, muchos de ellos lloraron cuando me tenían que trasladar a las audiencias de mi juicio, “¿cómo lo van a condenar si ni lo nombran los peritajes”, me decían.

Esta vez fue distinto. No me dejaron coger mis cosas, se me burlaban, les pedí me dejaran coger todas mis medicinas, muy importantes para mí, solo pude coger una mínima parte. Quise ir al baño, a orinar, no me dejaron. A las bravas entré al baño de la planta baja de la cárcel 4, y pretendía este Mayor de policía, revisarme mientras orinaba, ¿por qué tanta humillación? ¿Acaso estando preso podría ocultar una pistola en mis genitales?

Ante tal agresividad, temí por mi vida. Es bueno siempre estar en paz con Dios, para guardar la calma, no tuve miedo, sí estaba nervioso, pensé en mis hijos, en mi esposa, en mi madre.

Cuando llegué a la cárcel de Latacunga me hicieron desnudar a la entrada (normalmente te dan el traje naranja en la celda), era para la foto, que me la tomó un sargento de policía, para publicarla en todos los medios, era parte de la agenda de humillación, otra foto me la tomó este policía en la zona de transitoria dentro de la cárcel, no pueden negar que fueron ellos. La humillación como política de estado. Me llevaron a una celda, donde solo había una litera, sin baño, con un lavamanos sin agua. Me hicieron sacar los pasadores de mis zapatos, todo esto frente a policías armados hasta los dientes, pregunté porque tenía que sacarme los pasadores, me dijeron “te los sacas o te los sacamos”, tuve que quitármelos.

Encerrado en la celda, pedí agua, la respuesta fue “que le traigan sus familiares”, pero ¡si ni mis familiares sabían dónde estaba!. Me dieron una botella de agua, luego pedí una Biblia. Otros presos me dieron una colcha, y un cartón para poner en la reja, y no morirme de frio.

Cuando pedí salir al baño me dejaron salir de la celda dos veces, a la tercera se negaron, porque los guías tenían que dormir, expliqué que por mis medicamentos necesito ir al baño durante la noche, me dieron un balde para que haga mis necesidades (la actitud de los guías cambió para bien después).

Todo esto por venganza, por odio, algunos policías prevalidos por “órdenes superiores”, y que se prestan a cosas como esta por acólitos del poder de turno, o por odios reprimidos. Jamás podré generalizar este comportamiento a toda la fuerza pública, pero escogieron bien a los que mandaron a hacerme esto, la orden fue humillarme.

Por todo esto, inicié una huelga de hambre, pacífica, sin proclamas, sin entrevistas, como la máxima forma de protestar contra la injusticia, por dignidad. Llevo 14 meses preso con prisión preventiva y soy inocente, hasta ahora han podido encontrar una prueba en mi contra, y entonces ¿a dónde está la sociedad? ¿dónde está la CIDH y la ONU? ¿dónde están los periodistas de investigación? ¿dónde queda la moral de los medios de comunicación?. Medios de Comunicación que callan lo que ocurre hoy, y les importa un carajo saber que hay un hombre inocente preso “por la fuerza de las circunstancias”. Tienen su trofeo, su cabeza en la pica, pero aquí estoy, yo doy la cara, no me escondo de nada, y así me tome toda la vida, demostraré mi inocencia.

Agradezco expresamente a los pocos medios que sí han informado mi situación, especialmente los digitales, es lo que queda de decencia en la comunicación social del país.

Estos mismos medios de comunicación son los que se coluden para ¡OCULTAR UNA HUELGA DE HAMBRE QUE LLEVA 52 DÍAS!.

Usted querido ciudadano, ¿ ha visto alguna noticia de mi huelga de hambre? ¡NO!, la ocultan, al menos eso creen, en realidad gracias a la conectividad que la década ganada desarrolló (primeros en Latinoamérica), todos saben por las redes sociales lo que ocurre, no solo en Ecuador, sino en el mundo entero.

Habrán visto eso sí, en todos los noticiarios, que me llevaron al Hospital del IESS HCAM, y que en rueda de prensa (¿ y el sigilo médico – paciente? ) médicos que no me vieron, dijeron que estaba perfecto, en ese entonces con 18 días de huelga de hambre.

Esta es la verdadera historia en el HCAM:

Perdí el conocimiento estando en la celda, me descompensé, vinieron altas autoridades de la provincia, el viceministro de Justicia de ese entonces, el viceministro de Salud, entre otras autoridades, llamaron a una ambulancia, me llevaron a la media noche al HCAM, me tomaron una muestra de sangre, me metieron suero, me hicieron desayunar, almorzar, con engaños porque una alta autoridad del gobierno (guardo el nombre porque creo que lo hizo de verdad y de buena fe) me dijo que me iban a trasladar a la cárcel 4, mientras tanto en el Hospital HCAM dieron una rueda de prensa sin mi autorización y médicos que NUNCA me vieron, dijeron que estaba bien, un show. ¿Y el sigilo médico-paciente que argumenta ahora el MSP?.

Solamente un médico me revisó dos veces, me puso un estetoscopio en la espalda, en el estómago, me hizo parar , me preguntó si sentía mareos todavía, le dije que poco, de hecho estaba mejor (había comido y me llenaron de todo por el suero), le pedí una endoscopía, un tránsito intestinal (llevaba como 18 días de huelga de hambre) que me vea un gastroenterólogo, un reumatólogo, y me dijo que no, que ya me había firmado el alta “por órdenes superiores ”, pobre hombre, llevará en su conciencia faltar al juramento de todo médico, no debió estudiar medicina.

Las humillaciones en el hospital fueron peores que en la cárcel, con policías del GIR con chalecos antibalas armados a más no poder, metidos dentro de la habitación, cuando estaba en un tercer piso, en calzoncillos y bata, en un cuarto sin ventana, para que no me escape, ¿cuándo entenderán que Glas NO HUYE?.

Me tuvieron incomunicado (violando la Constitución), quería decirle a mi esposa cómo estaba (hasta en la cárcel hay un teléfono público ), unos me trataron despectivamente, les preguntaba porque no me dejaban llamar a mi esposa, me decían, “no moleste” , “órdenes superiores”, debo confesar que dos policías fueron muy humanos, hasta me pidieron perdón por todo lo que pasaba. Uno lloró, le dije que no lo haga, que las injusticias claman al cielo, y siempre tienen respuesta.

La humillación máxima vino cuando me tocó bañarme, y los policías pretendieron que me desnude delante de ellos, y que cuando vaya al baño haga mis necesidades con un policía delante, y que me bañe con la puerta abierta. No lo permití. Soy descendiente del pueblo judío, me sentí como cuando desnudaban a mis antepasados para entrar a la cámara de gas en los campos de concentración. Incluso, cuando le rogué al médico que por favor si bien no me pusiera al teléfono a mi esposa por lo menos él la llame para decirle cómo estaba (luego me enteré de que a mi esposa también la humillaron, teniéndola esperando en el piso a la entrada del hospital todo el día), el mismo médico me dijo “es que si la llamo (haciendo el gesto con el dedo pasándoselo por el cuello) me cortan la cabeza”, esto me lo dijo un ¡médico!, así que sin más examen que uno de sangre, un suero, comer un pan y un pedazo de pollo con engaños, me trajeron de vuelta a la cárcel de Latacunga.

Habrán escuchado que me negué ir de nuevo al HCAM, ya saben la razón, no pudieron garantizarme que no sería humillado otra vez. Tampoco voy a generalizar la atención del HCAM, en el pasado siempre me han tratado bien, pero claramente los que organizaron el show obedecían “órdenes superiores”.

Me han habilitado un baño, cuatro horas de agua al día en el lavamanos, agua permanente en una ducha instalada donde antes había un sanitario, un tanque para almacenar agua, y me dan botellas de agua para tomar. El mal olor es permanente. Recibo mis medicinas. Debo decir que todos los médicos del centro están muy preocupados y hacen lo que pueden, no pueden hacer más, porque sencillamente tienen atención de primer nivel, y deben atender a 5300 presos, y yo requiero atención de tercer nivel.

En este ambiente no pueden evitarme una infección. Ellos tratan a presos que lamentablemente tienen tuberculosis y otras enfermedades infecciosas, es decir personas, médicos, enfermeras, policías, guías penitenciarios que están en contacto con personas con tuberculosis están en contacto conmigo. El riesgo en mi caso de sufrir una de esas infecciones puede ser mortal por mi condición médica. Tengo que estar 23 horas al día encerrado en la celda, me dan opción de salir una hora al día, resguardado de policías y guías con la condición de que no puedo hablar con ningún otro preso. Por mi debilidad por la huelga de hambre, no puedo caminar mucho, así que de hecho paso 24 horas al día en la celda. He bajado 31 libras de peso. He sido tratado con antibióticos por gastroenteritis tres veces por el contacto con el agua ( y eso que no como la comida de aquí, por mi huelga de hambre), y estoy en tratamiento por micosis, he tenido cuadros de mareos, calambres, vómitos y diarrea varias veces, y ya no encuentran venas para meterme suero, tengo ambos brazos morados por las agujas. Me han permitido seguir estudiando, y a pesar de ser un derecho, doy gracias al director de la cárcel, que no deja de preocuparse por mí, y a su equipo de trabajo, no es culpa de ellos el que me hayan traído aquí, no es su culpa el hacinamiento, el agua puerca que hay, ni las limitaciones del centro de salud.

Es alarmante que pretendan dejarle al centro de rehabilitación la responsabilidad de lo que pase conmigo, los del Ministerio de Salud Pública removieron a los médicos que hacían los informes diarios sobre mi estado de salud a sus superiores, es decir por hacer su trabajo, y les PROHIBIERON QUE HAGAN MÁS REPORTES a la coordinación zonal.

Finalmente, el infame dictamen del tribunal de apelación de mi Habeas Corpus, en donde dicen que la cárcel de Latacunga diseñada para 4000 presos y que tiene 5300, donde hay agua solo 4 horas al día, donde hay casos de tuberculosis y otras enfermedades infecciosas, NO TIENE HACINAMIENTO, y que la Cárcel 4 que solo tiene 45 presos SÍ TIENE HACINAMIENTO, es el mundo al revés, no hay moral ni ética, y así, entre médicos y jueces pusilánimes, he seguido en mi protesta pacífica.

¿La ONU? Bien gracias, una relatoría visita el país para visitar un proyecto minero, pero del estado de derecho del Ecuador no dice nada.

Tengan muy presente que mi traslado es un acto meramente administrativo, es decir una carta del Ministerio de Justicia, así como lo hicieron para traerme a esta cárcel, de hecho utilizaron a un pobre hombre que el mismo día que lo designaron viceministro de Justicia lo hicieron firmar mi traslado ( le dijeron que era por pocos días), en donde corre riesgo mi salud por ser propensa a infecciones con riesgo de muerte, de eso tenga conciencia el Gobierno, los medios de comunicación, y el pueblo ecuatoriano.

Quiero agradecer a la Dra. Gina Benavides a quien no conozco y a todo su equipo de trabajo, una mujer de valores y carácter, Defensora del Pueblo, quien se pronunció ante esta infamia. También a los médicos que por hacer informes diciendo la verdad, es decir por hacer su trabajo y cumplir su juramento hipocrático, fueron sancionados o removidos.

Jamás he usado mis problemas de salud para evadir nada, sencillamente las circunstancias me han obligado a exponerlos.

Quizás algunas autoridades de gobierno no conozcan en detalle todos estos hechos, estas humillaciones, en todo caso, ahora las conocen por medio de este manifiesto.

No he dejado de estudiar ni un día, estoy débil de cuerpo, con 31 libras menos, desnutrido, pero con el espíritu firme. Los que me odian sin razón, se preguntan cómo es que no me he muerto, la respuesta es muy sencilla, el Dios de Israel me sostiene. No moriré, sino que viviré. (Salmo 118)

La Huelga de Hambre la he hecho por dignidad, por nada más, ni nada menos.

He soportado todo con entereza, accedí a ver a mis hijos hace dos días, y confieso que sus ruegos me quebraron. Les he explicado por qué hice la huelga de hambre, les he dicho que lo único que una persona debe defender con la vida, es la honra y la dignidad.

Les recordé parte de la carta de despedida del Che a sus hijos, y que hoy está más vigente que nunca:

“ …Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.”

A todos los ciudadanos del Ecuador y del mundo que han estado pendientes de mi situación, no los puedo ver, pero los puedo sentir, mil gracias, he sentido cada oración, cada palabra de aliento, cada abrazo a mis seres queridos. Dios los bendiga grandemente. El apoyo de mis compañeros ha sido inmenso, a todos les digo que la lucha continúa. No desmayen, estamos del lado correcto de la historia.

El esfuerzo de mi esposa, de mis hermanos, de mi madre a sus 81, ha sido muy importante para sostenerme, han recibido solidaridad infinita de todas partes del mundo.

He sido advertido de graves riesgos de daños irreversibles en mi salud por parte de la Cruz Roja Internacional, y hasta de un infarto. Ante el pedido de mi familia, mis compañeros y de todos ustedes, hoy declino mi huelga de hambre, no quiero causarles más sufrimiento. Esto no significa que declino a la lucha y a mis principios, todo lo contrario. Hemos conseguido que el mundo se fije en lo que ocurre en Ecuador, es el primer paso hacia mi libertad y hacia la justicia.

Han cambiado las autoridades del Ministerio de Justicia, ahora sí hablan de Derechos Humanos. Se me ha ofrecido de parte de las autoridades cumplir todo lo que dispone la sentencia de Habeas Corpus y hacer todos los esfuerzos que se requieran para cuidar mi salud, y lo más importante, la garantía de que no volveré a ser humillado de forma alguna, y de que nadie será humillado de esta manera nunca más, confío en que así será. De hecho he tomado la decisión de relatar todo lo que me ha ocurrido, para que nunca más suceda algo así en contra de nadie.

De rodillas ante Dios, de pie ante los hombres.

¡Hasta la Victoria Siempre!

Jorge Glas Espinel

Ex Vicepresidente Constitucional de la República

Reelecto por Mandato Popular

Preso Político

Ecuador Inmediato


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