El modelo macrista (para no imitar) – Por Horacio Rovelli

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Por Horacio Rovelli *

Según el diccionario castellano define como “modelo económico” al concepto proposicional o metodológico acerca de algún proceso o fenómeno en la economía. Obviamente, pese a la escueta definición, la aventura macrista no alcanza ni tan siquiera eso, pero por la negativa vamos a concederle que conforma un modelo en el sentido más visto desde afuera, de lo que les interesa una Argentina dependiente, desindustrializada que priorice la producción de alimentos y materias primas, que un modelo a seguir para los que en cambio, quieren un país soberano, que genere trabajo y trabajo de calidad para su población.

La mentira “duranbarbista” (por su asesor de imagen ecuatoriano) que repitieron desde Mauricio Macri hasta el último de los empleados del macrismo, de la lluvia de inversiones, de que se dejaba atrás los gobiernos populistas y se daba vuelta la página de la historia, no es muy distinto al discurso de José Alfredo Martínez de Hoz del 2 de abril de 1976, inugutrando la dictadura cívico-militar, que se iban a poner en funcionamiento las fuerzas productivas, entre otras falacias.

Y lo que pasó es que se destruyeron cadenas de valor, se pauperizó a la población y se terminó con una deuda externa impagable que benefició a los acreedores y a los grupos económicos que operan en el país,  que traspasaron su deuda al Estado (es decir a todos los argentinos).

La clave de una economía es su tasa de inversión, esto es cuánto de lo que se produce y/o se importa, se invierte en máquinas y equipos, infraestructura, insumos, trabajadores y su capacitación, e innovación tecnológica para que aumenten sostenidamente la cantidad de bienes y servicios.  Es más, técnicamente debe considerarse cuánto es el ahorro que se dispone (riqueza que no se consume) para que se convierta en Inversión.

La misma inversión después, al incrementar el producto, va a generar el “ahorro que la paga”, como sostenía John Maynard Keynes. La pregunta sería: ¿Por qué no sucede en Argentina, o sucede en algunos períodos y deficientemente?   Y la respuesta son dos y ligadas entre sí:

Primero: Gran parte del ahorro (en el lenguaje “keynesiano” atesoramiento) se fuga. Esto es, se convierte en moneda extranjera y se va del país. En mayor o menor medida siempre fue así, por ejemplo, la Comisión Especial Investigadora de Fuga de Capitales de la Cámara de Diputados, conformada para investigar la salida de divisas en el año 2001, estimó que el 60% de los fondos transferidos al exterior durante ese año pertenecían a la cúpula empresarial (conformada por las 200 empresas de mayor facturación del país).

En la misma línea, la Comisión Bicameral investigadora de instrumentos bancarios y financieros destinados a facilitar la evasión de tributos y la consecuente salida de divisas del país, que funcionó durante el año 2015 en el Congreso, halló una predilección de los sectores empresarios a resguardar su riqueza en el exterior, buscando minimizar el pago de impuestos y ocultar la titularidad de los fondos través de la utilización de guaridas fiscales.[1]

Segundo: No existe en la actualidad en el país un perfil productivo, distinto al que nos imponen los países desarrollados. Esto es, producir bienes y servicios para integrarnos al mundo e integrar la Nación. Menos todavía, pensar cómo ese perfil definido impacta sobre el trabajo y las restantes cadenas de valor, esencialmente cuando EEUU y los llamados países desarrollados, no quieren que industrialicemos nada, sólo lo que ellos por distintas razones no nos puedan vender.

Y esto es así porque nuestra burguesía (sectores dominantes, poder fáctico) tiene una visión rentística y de corto plazo: sólo invierte en aquello que le genera altas tasas de ganancia, pero sin continuidad. Esto es, pueden pasarse rápidamente a otro negocio o actividad, de allí la prioridad que le dan a convertir sus tenencias en divisas y fugarla del país, que según el Balance Cambiario del Banco Central (BCRA, la Formación de Activos Externos de residentes argentinos en el exterior totalizan desde el 1 de enero de 2016 al 30 de septiembre de 2018, fuga de capitales por 56.894 millones de dólares.

Esto explica la política económica de Macri, primero en una alianza con el capital financiero internacional, que le permitió endeudarse para cubrir el déficit  fiscal que el mismo gobierno de la coalición Cambiemos engendró cuando eliminó casi todas las “retenciones”[2] y disminuyó los impuestos al patrimonio.

Alianza en la que los capitales internacionales convirtieron sus dólares en pesos y lucraron con las altas tasas internas de interés (carry trade) y, una vez que consideraron que ganaron lo suficiente, se fueron, dejando la deuda al pueblo argentino.  Fracasada esa alianza, el gobierno huérfano de ideas y de apoyo se aferró al Fondo Monetario Internacional (FMI).

El FMI, no tiene plan económico (y tampoco tiene por qué tenerlo), lo que prioriza es que se adopten todas las medidas de ajuste del gasto público y del consumo interno para garantizar la generación de un excedente financiero y cumplir con las obligaciones contraídas y, cuando las mismas no alcancen, obligar a la Nación Argentina a afrontar los pagos con los activos, como son principalmente la reserva de agua potable, el litio, el yacimiento de Vaca Muerta (con Tecpetrol del grupo Techint; las inversiones del grupo Bulgheroni  e YPF incluidos) y las acciones de grandes compañías en poder del Fondo de Garantía de la Seguridad Social de la ANSeS.

Lo que nos dejan producir bajo sus reglas de juego:

Por otra parte, no se puede olvidar que se espera que haya 11.000 millones de almas en el mundo a fin de este siglo, por ende necesitan producir alimentos y para eso ven estas vastas y fértiles tierras y nos deparan los agronegocios con la venta de semillas híbridas y patentadas, los pool de siembra y, los grandes acopiadores y comercializadores de  granos y, con ello,  la desaparición de chacareros, aparceros, cooperativas, propiedad de la tierra para quien la trabaja y de sus pobladores originarios, etc. etc.

Con la ley de Semilla propuesta por Macri, el productor que compraba, cosechaba y volvía a sembrar con sus propias semillas sin tener que pagar regalías “extra” por el uso de la propiedad intelectual, lo tiene que hacer en el sistema Bolsatech que es un sistema de información y verificación del uso de tecnología y variedades de almácigos promovido en el país por la trasnacional Monsanto y los proveedores de semillas y que, consolidan, por ejemplo, más del 70% de todas las simientes de soja que se venden en el país.

A eso le sumamos la gran concentración en la propiedad de la tierra: solamente en la Provincia de Buenos Aires 1.303 propietarios son dueños de 11.081.138 hectáreas (más del 65% de la tierra cultivable), entre ellos la familia Blanco Villegas que posee 25.000 hectáreas en la localidad bonaerense de Tandil.

En la Patagonia, donde dicen que el problema son los mapuches (pueblo originario), el grupo Benneton posee 900.000 hectáreas; Douglas Tompkins 400.000; Herman Warden Lay (de las papas fritas Way) 50.000;  Mijndert Pon 25.000; Joseph Lewis 20.000 incluido el Lago Escondido; Jacob Suchard 20.000; George Soros 15.000; Hubert Grosse11.000;  Ted Turner, 10.000 hectáreas…

En el norte argentino hay grandes propiedades de las sociedades de la familia Macri, de la familia Peña Braun (del jefe de gabinete presidencial), de la familia Britos del Banco Macro, de los Blaquier del ingenio y la empresa agroindustrial Ledesma, etc. etc.

Producir para finalmente vender a través de los grandes acopiadores y comercializadores de granos del mundo, que ellos se llaman a sí mismos ABCD por la siglas de sus cinco referentes: ADM, Bunge Cerval, Cargill, COFCO[3], y Louis Dreyfus.

 

La destruccion de las cadenas de valor

Si ese es el lugar que nos deparan, se entiende como usan la lógica financiera de la deuda y la puja entre las tasas de interés y el tipo de cambio (valor del dólar) como depredación del capital de trabajo de los que quieren producir, por un lado, y la necesidad de reducir el poder adquisitivo de la población para comprimir el mercado interno, base y sustento del modelo de acumulación de un gobierno nacional y popular, por el otro.

Y fue lo que sucedió en el gobierno de Cambiemos, como antes en la dictadura cívico-militar encabezada por Martínez de Hoz y el general Jorge Rafael Videla y los que le sucedieron; del Plan Austral de Raúl Alfonsín–Sourrouille;  y del menemismo y la “Alianza” y sus planes de ajustes incluido, principalmente, el de la convertibilidad.

En ese marco, la caída del consumo en los tres años de gestión de Cambiemos (por más que en el año 2017 y sobre todo antes de las elecciones había logrado revertir el descenso) arrastró la inversión.

La actividad de la industria fue un 11,5% menor en septiembre 2018 que en igual mes del año 2017,  con el cierre de un sinfín de talleres y fábricas y más de 100.000 trabajadores que perdieron sus empleos desde que está Macri en el gobierno nacional. Es más, se dio a conocer el 14 de noviembre la utilización de la capacidad instalada de septiembre de 2018 y muestra que solo se usa, en promedio, el 61,1% de la misma, quiere decir que hay un 39,9% de la planta desocupada.

Es peor por sector, donde por ejemplo alimentos y bebidas solo se emplea el 59,9% (40,1% parado sin utilizarse), lo que implica que se cayó la demanda de fideos, de arroz, de embutidos, de aceite, de productos lácteos, de gaseosas, de vino de mesa, lo que refleja el descenso sideral del poder adquisitivo de los salarios, se produce menos porque se demanda menos.

La UCI (utilización de capacidad instalada) de productos textiles (49,1%) corrobora lo que dicen los dueños de Alpargatas (firma que en este año redujo personal y cerró  dos de sus plantas[4] dejando 450 trabajadores en la calle), de que hay materia prima, los trabajadores están, las máquinas y equipos, pero no hay demanda, se compra mucho menos zapatillas, menos cortinas, alfombras, revestimientos de tela, trapos de piso, rejillas,  pantalones vaqueros, ropa de trabajo, hasta chilenas y ojotas.

Pero donde se señala el camino sin retorno es en la industria automotriz, que emplea el 44,8% de la UCI y la producción no deja de caer. Hasta octubre, según ADEFA (Asociación de Fábricas de Automotores) se produjeron 409.306  automóviles y utilitarios,  cuando en el año 2013 en igual lapso, se habían producido 701.303 vehículos

Tampoco dicen que el 10 de octubre cesó de producir Metalúrgica Tandil. Que en Tucumán, unos días antes, había cerrado sus puertas BGH y que Molinos Cañuelas abandonó su planta en esa provincia para fusionarse (con menos empleados) en Salta. De la difícil y casi terminal situación de las alimenticias San Cor y Canale.

Que la gran mayoría de las pequeñas y medianas empresas (PyMes) de la industria, de la construcción y del comercio, están asfixiadas por la combinación de las tasas de interés, las tarifas y la falta de ventas.  Se cae el nivel de actividad por la simple razón que el 75% de la economía argentina depende del mercado interno.

Los abogados dicen “a confesión de partes, relevo de prueba”: el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), una de las usinas del gobierno, en un trabajo dirigido por Martín Rapetti, reconoce que el PIB del año 2018 es menor al del año 2015 y, el descenso es más fuerte en los sectores de menores ingresos

La recesión podrá frenar los precios y hasta la suba del dólar, pero es peor el remedio que la enfermedad, y con los puestos de trabajos perdidos, las cadenas de valor destruidas no se recomponen más.  La exclusión social y los planes y paliativos no pueden esconder el drama social que generan

Un modelo recesivos e injusto

Por lo tanto, la combinación de una recesión extendida y elevadas tasas de interés no sólo pone un techo a las negociaciones paritarias sobre salarios, sino también y principalmente genera el aumento en el desempleo, fruto de que las tres cuarta partes de nuestra producción y trabajo está destinado al mercado interno que es mano de obra intensiva por definición.

Los sectores de la industria y del agro que pueden importar y exportar, recomponen rentabilidad debido a que el menor salario en dólares[5] supera al salario real. Sin embargo, el efecto sobre el empleo agregado de estos sectores es muy menor con respecto a los ligados al mercado interno.

Si a la recesión, la caída del poder adquisitivo de los salarios, las altas tasas de interés, la política fiscal contractiva, le sumamos al menos, un escenario electoral incierto, eso explica que se espera un descenso aún mayor en la inversión bruta fija y con ello otra profundización de descenso del Producto Interno Bruto.

Y nos preguntamos por qué un país que cuenta con recursos naturales y energéticos, con una mano de obra disciplinada y capacitada (y que se puede capacitar más), condena a gran parte de su población a la miseria, a  “cruzar los brazos cuando el hambre viene”, solo para que una minoría, que directamente no llega a ser el 2% de la población, se enriquezca y fugue la riqueza que producimos todos.

El fin del modelo macrista:

Endeudaron al país llevando la deuda externa a unos 400.000 millones de dólares, con exigencias de fuertes vencimientos por títulos de muy corto plazo (caso LELIQ, caso LETES, caso LECAP), cuando al 31 de diciembre de 2015, el mismo gobierno de Cambiemos reconocía una deuda de 222.703 millones de dólares y el 60% era intra sector público.

Y se desconoce a ciencia cierta la magnitud de la deuda porque el Ministerio de Economía y Finanzas no la informa. Atan a los argentinos a los designios del FMI, provocan una recesión que siempre se sabe cómo se entra pero no cuando y cómo se sale. Generan exclusión social y marginalidad que nos denigra como sociedad y potencializa la inseguridad y la violencia.

Sin embargo, pese a lo descripto, lo que más teme el gobierno de Cambiemos, es el  bajo roll over (cambio de la deuda vieja por deuda nueva), con lo que peligra todo el plan de endeudamiento, máxime que el total del crédito otorgado por el FMI para el año 2019 asciende a 22.658 millones de dólares (en cuatro tramos trimestrales), pero vencen en ese año, capital e intereses de  títulos de deuda pública argentina por 13.100 millones de dólares y, LETES (Letras del Tesoro) capital e interés, por 16.700 millones de dólares.

Y en el presupuesto nacional 2019 prevén un déficit financiero de 600.285,7 millones de pesos que, convertido al tipo de cambio previsto por el gobierno de 40,10 pesos por dólar, son unos 15.000 millones de dólares. Por ende las necesidades de pago suman 44.800 millones de dólares, contra los 22.658 millones que presta el FMI y, no aparecen voluntarios que estén dispuestos a comprar títulos de deuda que venzan después de diciembre de 2019.

Sin tomar una sola medida que frene la compra de divisas (como sería la de fijar un impuesto que encarecería dicha moneda y significaría un ingreso genuino al fisco), el gobierno de Cambiemos tras tres años de gestión, solo puede ofrecer profundizar el proceso recesivo.

Y todo eso no es suficiente, porque no puede garantizar los dólares necesarios para cumplir con sus compromisos externos, acrecentado por la compra de dólares y fuga del sector de la población que ellos benefician, con lo que el Tesoro de la Nación no va a poder pagar en tiempo y forma sus compromisos. Por ende se ingresa en un default selectivo al principio y generalizado después.

En ese marco que se producirá más temprano que tarde, será el fin del gobierno de estos hijos y ceos del poder, repudiados por el grueso de la población

Notas

1.- Magdalena Rua “La Fuga de Capitales como modo de acumulación de riqueza de la elites latinoamericanas” – del libro “Elites y Captura del Estado” FLACSO

2.- Derechos de Exportación

3.- Es la empresa de la República Popular China que compró Nidera y Noble Grain.

4.- Cerró las plantas de La Pampa y de Catamarca, redujo personal en Corrientes y en Florencio Varela en el Gran Bs As

5.-Se paga en pesos, pero convertido en dólares si el dólar sube el salario medido en esa moneda es menor.  En el caso de los exportadores le dan más pesos por cada dólar que obtienen del exterior. Y en el caso de los importadores, los grandes están suficientemente stockeados con insumos y productos importados (es como ahorra en dólares) y lo venden ahora al precio nuevo de la depreciación.

* Licenciado en Economía, profesor de Política Económica y de Instituciones Monetarias e Integración Financiera Regional en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA Fue Director Nacional de Programación Macroeconómica en el Ministerio de Economía y Finanzas de la Nación. Analista senior asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).


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