México: resiliencia, disrupción e innovación

Javier López Casarín

Qué hacer y cómo hacerlo para que México llegue a ser una potencia media en la siguiente generación.

Hoy somos afortunados de ser la generación con acceso al mayor conocimiento acumulado en nuestra historia.

Hoy estamos obligados a estar conscientes de este logro y las acciones que detonaremos para nuestro futuro.

Hoy tenemos la capacidad de hacer la diferencia en el mundo.

Hoy nuestras acciones son globales.

Hoy debemos de ser sensibles ante un mundo comunicado que comparte necesidades, retos y amenazas. Construyamos los ecosistemas que incentivan la resiliencia, la disrupción, la innovación.

Encontremos las palabras con significado. Despertemos el apetito por el conocimiento. Seamos receptivos, abramos los sentidos. Respetemos nuestro entorno. Seamos seguros y fuertes, seamos humildes. Seamos impecables y hagamos el bien. Que así sea.

La aspiración fundamental de nuestra sociedad, de toda sociedad, es alcanzar mejores niveles de vida, es decir, avanzar en el desarrollo. La pregunta que me anima, por tanto, es: ¿Qué determina el desarrollo y cómo se puede promover?

La respuesta se centra en que el factor principal es la innovación, es decir, atreverse a hacer las cosas de otra manera. Sin embargo, el gran problema que debemos resolver es cómo llegar a ella en un país como el nuestro, en el que su presencia y su crecimiento han estado muy limitados.

Mi teoría es que la llave está en nuestro imaginario. Ahí se encuentra la buena noticia: en que podemos modificar nuestra idea esencial de qué hacer y cómo hacerlo para que México llegue a ser una potencia media en la siguiente generación; en pocas palabras, abandonar la inseguridad propia y el conformismo que nos mantienen anclados a puerto.

Para dar una idea general, iniciaré con el análisis de la importancia que la investigación, el desarrollo y la innovación han tenido en el crecimiento de las economías mundiales. Posteriormente presentaré un recuento de las principales aproximaciones teóricas al fenómeno y ofreceré una definición operativa del concepto de innovación, para después plantear una pregunta esencial: ¿Cómo se mide ésta?

Más adelante procuraré identificar qué hace que unas sociedades sean más innovadoras que otras, describiendo algunas de las características que más han influido para lograrlo. En una siguiente etapa abordaré la situación de México para dar paso a las propuestas sobre lo que podemos hacer como sociedad mexicana para alcanzar niveles satisfactorios de innovación y su consecuente desarrollo económico y social; se señala asimismo el papel que deberían desempeñar tanto el gobierno como la iniciativa privada y la sociedad en general para conseguir llegar a lo que debería ser una meta prioritaria en común para los mexicanos.

Finalmente, en mis Reflexiones Finales, ofrezco una nota optimista en el sentido de que los mexicanos tenemos habilidades y capacidades suficientes, así como ventajas comparativas, para llegar a ser realmente una sociedad innovadora.

Tenemos todo para salir del fuerte en el que habitamos y navegar al futuro. Es tiempo de hacerlo ya.

El Economista


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