Extremar medidas para detener alarmante racha de feminicidios – Última Hora, Paraguay

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La Ley “De protección integral a las mujeres contra toda forma de violencia”, aprobada en 2016, fue considerada un importante avance al tipificar los casos de feminicidio como una medida para combatir esta problemática. Además de establecer la figura del feminicidio o asesinato de mujeres como hecho punible, fija condenas de entre 10 y 30 años de prisión. También especifica los distintos tipos de violencia: feminicida, física, sicológica y sexual, contra los derechos reproductivo, patrimonial y económico, laboral, entre otros, e incorpora la perspectiva de igualdad de derechos del hombre y la mujer, y la no discriminación en el currículo educativo. Un aspecto importante es la eliminación de obligatoriedad de que las mujeres víctimas de violencia tengan que conciliar con sus agresores.

Sin embargo, la sola existencia de la ley no ha logrado reducir el alto índice de violencia contra las mujeres. Por el contrario, se nota un alarmante aumento de casos en los últimos años. En el 2017 se registraron 50 asesinatos de mujeres, en tanto que en el 2016 la cifra era de 39 casos. El 2018 cerró con 55 víctimas de feminicidio y tan solo en lo que va del 2019, en dos meses y medio, ya se registraron 13 casos. En enero se registraron 8 hechos, en febrero 2 y en marzo ya van 3, incluyendo el más reciente, ocurrido en la ciudad de La Paloma, Departamento de Canindeyú, en donde Nancy Romina Gómez (23) acudió a una cita con su ex pareja y padre de uno de sus dos hijos, Alejandro Arévalos, el sábado, cerca del mediodía. La policía la encontró muerta junto a un arroyo. Tras su detención, su ex pareja confesó haberla matado de varias puñaladas.

La violencia no debe ser entendida únicamente como un apremio físico con heridas visibles en el cuerpo o el asesinato, sino también con manifestaciones sicológicas que, carentes de huellas visibles en el cuerpo aunque sí en el espíritu, constituyen agresiones explícitas. La agresión al más débil es parte de una cultura que ha venido replicándose a lo largo del tiempo. En los hombres que golpean a mujeres o, en casos extremos, las asesinan, se expresa el machismo que todavía sigue siendo exacerbado y fuerte en los comportamientos cotidianos.

La aprobación de una ley especial ha sido un paso importante, pero ella sola, sin acciones decididas, inteligentes y comprometidas de todas las instancias del Estado paraguayo, sigue siendo letra muerta. Es el gran desafío que también enfrenta la misma sociedad, que no debe permanecer impasible ante estos casos, cada vez más frecuentes.

Aunque es importante combatir la cultura de violencia machista desde frentes legales, comunicacionales y de sanciones sin titubeos ni contemplaciones, la educación es la vía por la que se luchará más eficazmente para su prevención, disminución y eliminación.

Es hora de actuar, de despertar las conciencias. Nos enfrentamos a un grave problema, hay que frenar esta epidemia de violencia. No se puede seguir aceptando pasivamente esta dolorosa realidad.

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