El Cordobazo: pasado y presente – Por Luis Bazzán

El Cordobazo: pasado y presente

Por Luis Bazzán *

“La historia puede ser pensada pero nunca sabemos en qué porción de ese pensamiento se refugian las burlas a la que nos somete… La astucia mutua con la que pasado y presente se miran y se restan o agregan (según el caso), porciones de esquiva racionalidad. Todos fuimos tocados en distintas medidas por esas oscuras maniobras de la razón y la historia” (Horacio Gonzalez, H)

A finales de los sesenta en el mundo todavía sonaban fuerte  acontecimientos que cuestionaron e interpelaban el orden establecido post segunda guerra, la revolución cubana, la lucha anticolonial, los acontecimientos del Mayo  francés del 68, Vietnam…

En el país transcurría el segundo año de la dictadura iniciada en junio de 1966 tras la destitución del  gobierno de Arturo Íllia, al que la dirigencia sindical peronista venía sometiendo a un proceso de desgaste con paros y ocupaciones fabriles en rechazo a la pretensión de reformar la estructura sindical con la imposición de los sindicatos de empresa, democratización y control estatal de la vida interna y recursos sindicales. Además le imputaban la responsabilidad del acuerdo con Brasil para impedir el regreso de Juan Domingo Perón.

Ante el golpe militar y la asunción del General Juan Carlos Onganía, buena parte del sindicalismo peronista dejó constancia de su apoyo al nuevo gobierno y el sector “vandorista” (en alusión a Augusto Vandor, el secretario general de la UOM que lo encabezaba) en su actitud colaboracionista y llegó a calificarlo como la reencarnación de la alianza ejercito-sindicatos iniciada en 1943 con la irrupción del general Perón.

El despliegue del proyecto de la llamada “Revolución Argentina” echaría por tierra aquella ilusoriavaloración “vandorista” que profundizó la crisis y división en el movimiento obrero argentino.

Las Fuerzas Armadas garantizaban el control, vigilancia y represión social necesaria para aplicar el plan del capital monopolista concebido para poner fin al “empate social” en la disputa de intereses y proyectos entre las clases populares y fracciones de clases propietarias que impedía el desarrollo del país.

El diseño de su aplicación constaba de tres tiempos: el primero consistía en una reestructuración de la economía en beneficio del capital monopólico y como ello implicaba afectar los intereses de los trabajadoresen primera instancia pero también los de la burguesía no monopolista y secundariamente los de la gran burguesía agraria con las retenciones a la exportación. A esa fase de acumulación le seguía el tiempo social con una distribución limitada y meritocrática para luego dar paso al tiempo de una participación política condicionada a la aceptación acrítica del modelo económico y cuyo principal rol sería ampliar el consenso yla integración social.

La CGT, los sindicatos y las organizaciones “intermedias”debían ser subordinados e integrados como herramientas de contención e institucionalización del conflicto económico y social.

Una política de tal modo agresiva, que busca quebrar una situación de “empate”, no puede desatarse sino a través del respaldo de la violencia desnuda, montada sobre una estructura vertical, autoritaria del Estado. El supuesto teórico –en la medida en que la pura violencia no puede sostenerse como una situación “normal” en una sociedad compleja –es que los primeros “sacrificios”, tras una etapa de disciplina forzosa, pueden superarse a no muy largo plazo y crearse así las bases para una ampliación del consenso

Con la aplicación del proyecto económico que implicó el desmantelamiento del consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil, de los sectores “ineficientes” de puertos, ferrocarriles e ingenios azucareros con despidos masivos, la imposición del arbitraje obligatorio en los conflictos obreros desnudó lo erróneade la política colaboracionista de la cúpula de la Central General de los Trabajadores (CGT).  Ante el intento de corrección con la convocatoria a un plan de lucha que la dictadura neutralizó con ilegalización de sindicatos, represión y congelamiento de salarios, la CGT se replegó y profundizó su crisis que se tradujo en la división en dos centrales en el congreso normalizador de marzo de 1968.  Por un lado la “CGT Azopardo” que agrupaba a los colaboracionistas con el régimen y la “CGT de los Argentinos” que recibe el apoyo de los sectores más perjudicados por la política dictatorial y la mayoría del interior del país. La “colaboracionista” concentra su apoyo en las Federaciones nacionales y la ciudad de Buenos Aires.

La “CGT de los Argentinos”  apoyó la resistencia de los trabajadores contra el proyecto dictatorial, sosteniendo las movilizaciones obreras y populares y  promoviendo los programas de “Huerta Grande” y “La Falda”como alternativa popular profundizando la resistencia y la combatividad.

La Córdoba del Cordobazo

Recordar el Cordobazo a 50 años implica revisitar ese momento histórico situándonos en un mundo que ya no existe o ha sido reconfigurado. Volver a esa Córdoba industrial, con suconfesionalismo clerical en contraste con un  laicismo radical, con un ojo puesto en Europa y otro en la periferia Latinoamericana, como lo señalaba José Aricó en la revista “Pasado y Presente”.

Una Córdoba que ya había sido protagonista de un acontecimiento histórico singular conocido como la Reforma Universitaria de 1918 que opera como un antecedente de conflicto radicalizado, incluso con elementos de violencia protagonizado centralmente por los estudiantes universitarios pero con un claro apoyo de los trabajadores; a tal punto que la central obrera cordobesa de ese entonces decretó un paro general en apoyo a la lucha estudiantil. Fue un movimiento que  trascendió los claustros universitarios y se difundió por el mundo por sus contenidos democráticos, latinoamericanista y antimperialista.

Una capital de provincia donde la segunda fase del desarrollo industrial con la instalación de las automotrices multinacionales la constituye en el mayor polo metalmecánico del país y por ello en la “meca urbana”  que atrae a miles de  jóvenes del interior y provincias cercanas que la transforman y a la vez son transformados por una  nueva sociabilidad proletaria, urbana, estudiantil y docta.

El movimiento obrero cordobés si bien reflejaba las divisiones del movimiento obrero nacional, le impone singularidades locales.  La seccional local de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y de Luz y Fuerza se sumaron a la CGT de los Argentinos cuando sus direcciones nacionales pertenecían a la CGT Azopardo, lo que evidencia un accionar autónomoe  independencia de las cúpulas nacionales.

Un elemento diferenciador del movimiento obrero estaba dado en el potente desarrollo de los cuerpos de delegados, comisiones internas, comisiones de lucha y activistas en las fábricas, talleres y establecimientos laborales que le imponía una dinámica de participación y luchas  constantes que potencian la capacidad organizativa y la cultura combativa iniciada en la resistencia obrera peronista a la llamada “Revolución Libertadora” de 1955 que derrocó el gobierno de Perón, que se construyó desde abajo ante la ilegalización de los sindicatos y la deserción de muchos dirigentes.

Las tendencias universitarias en sus variantes reformistas (radicalismo y socialismo),integralista y las corrientes de izquierda se movilizaban contra el autoritarismo en la universidad que se patentizó con represión en la llamada “La noche de los Bastones Largos” en la Universidad de Buenos Aires (UBA), abriendo paso a un proceso de resistencia. Esa resistencia, en el interior del país se tradujo en un encadenamiento de movilizaciones estudiantiles en Córdoba, Corrientes, Rosario y Mendoza, a pesar de la represión criminal que asesinó a los jóvenesPampillón en 1966 en Córdoba, Cabral en Corrientes el 15 de Mayo y Bello y Blanco en Rosario el 17 y 21 del mismo mes de 1969.

Las manifestaciones y conflictos se mantienen en el Norte, Centro, Cuyo,  Buenos Aires y en Córdoba adquiría una dinámica cada vez más radicalizada, con interventores dictatoriales que profundizaban su política represiva que amplificaba el arco social de rechazo y repudio.

El anuncio de la derogación de la ley del “sábado inglés” (por la cual el trabajador cumplía media jornada y percibía el salario de jornada completa)y la imposición de las  “quitas zonales” que habilitaba pagar en el interior del país salarios menores que en la capital federal perjudicando centralmente a los obreros de la industria metalmecánica cordobesa,medidas que operaron como potenciador de la indignación y rebeldía obrera.

Tras la asamblea del Sindicato de Mecánicos y Afines del Automotor (SMATA) del 14 de mayo que terminó con represión, el 19  se concretó el paro conjunto de SMATA y la UOM al que adhirióla Unión Tranviarios Automotor de Atilio López convirtiéndose de hecho –por la falta de transporte- en un paro general.

Las negociaciones por la unidad de acción de las dos centrales locales llevadas a cabo centralmente por Agustín Tosco y Elipidio Torres se plasmaron en un plan de acción aprobados en sendos plenarios de las CGT de los Argentinos y Azopardo decretándose el paro activo el 29 de Mayo con abandono de los lugares de trabajo a las 10 horas. Además, llamaron a concentrarse en la ex plaza Vélez Sarsfield cuya organización fue garantizada por una comisión conjunta que coordinó acciones con el movimiento estudiantil y otras organizaciones sociales y políticas.

El 29 de mayo tras un abandono masivo, se inician el avance los grupos obreros hacia el centro. La columna de SMATA que partió desde  la planta de IKA en B° Santa Isabel (hoy Renault) en su recorrido fue creciendo al sumarse obreros de talleres y trabajadores de otros gremios, a la altura de Vélez Sársfield al 2500 es atacada por las fuerzas represivas, dividiéndose la columna en dos grupos. Uno que atraviesa la Ciudad Universitaria donde se suman los estudiantes y avanza hacia el centro  por Hipólito Yrigoyen, el otro que -cruzando los Barrio Güemes y Bella Vista-  llegan a la esquina de Boulevar San Juan y Arturo Bas  donde vuelven a ser atacados por las fuerzas policiales que asesinan de un balazo a Máximo Mena, obrero de SMATA y estudiante universitario, enardeciendo a los manifestante que enfrentan y hacen  retroceder a las fuerzas represivas. Casi en simultáneo se produce otro enfrentamiento de la otra columna con las fuerzas represivas a la altura de la vieja terminal de ómnibus de calle Vélez Sársfield donde mueren 3 estudiantes y los manifestantes desbordan a las fuerzas policiales que empiezan a desbandarse y huir, generalizándose el enfrentamiento violento con otras columnas como la de Luz y Fuerza que avanzan desde distintos puntos hacía la ex plaza Vélez Sársfield, rebasando a los pelotones policiales que son atacados desde todas las direcciones y terminan retirándose y recluyendo en el cabildo, cuartel central de la policía. Los manifestantes ocuparon el centro de la ciudad y barrios cercanos formando barricadas y fogatas con el aporte y ayuda de vecinos y comerciantes configurando las imágenes que perduran hasta hoy como una ciudad en llamas, constituyéndose en síntesis y símbolo del Cordobazo.

Tratar de comprender el Cordobazo sin caer en la fábula, mitología o en la noción de los grandes hombres de la historia que deriva en debate inconducentes sobre  si el protagonista central fue  Agustín Tosco o Elpidio Torres que se empantanan en posicionamientos ideológicos, nos impulsa a indagar sobre las  fuerzas sociales cordobesas, sus intereses y posicionamientos:

La burguesía agropecuaria tradicional que perdió su posición hegemónica con la primera industrialización peronista asumió su pertenencia al proyecto de la “Revolución Argentina” aunque su rol era subordinado al capital monopolista. La fracción burguesa industrial no monopolista proveedora de las grandes industrias metalmecánica afectada seriamente por el proyecto económico y las imposiciones de los monopolios y sin representación autónoma se alineó tibiamente con los reclamos obreros ypopulares.

La vieja pequeña burguesía se ve perjudicada por la receso económico general y amenazado su status ante el ascenso de una nueva pequeña burguesía conformada por técnicos, profesionales y empleados jerárquicos públicos y privados que también se sienten agredidos por el congelamiento salarial que detiene su progreso social que los lleva a tributar al cuestionamiento social de la dictadura militar.

La clase trabajadora se ve reconfigurada con la industrialización y los gremios que agrupan a los obreros fabriles adquieren centralidad y preeminencia en el movimiento sindical cordobés por su cantidad (cerca de 120.000 a mediados de los años 60 del siglo pasado)  y cualitativamente por su concentración y homogeneidadque posibilita su unidad organizativa, socio-cultural  y política. Junto con los trabajadores de la energía que también crece con el desarrollo industrial se constituyen en el sector obrero mejor remunerado,mejores condiciones laborales y mayor capacidad de acción.

Si a ello le sumamos una fuerte inserción en las escuelas técnicas y en la universidad de las ideas y  tendencias más combativas del peronismo, de la izquierda y la teología cristiana por la liberación que enraízan una conciencia  y cultura contestataria que se irradia en una sociabilidad obrero- estudiantil compartidas en los barrios de la ciudad cordobesa.

Tales elementos de la historia social habilitan caracterizar el Cordobazo como el acontecimiento popular que precipitó el fracaso del proyecto  de un desarrollismo dependiente y autoritario hegemonizado por el capital monopolista, cuya persistencia inmediata se tradujo en la revuelta del “Viborazo” que terminó con la pretensión de continuidad de ese proyecto dictatorial. Su improntaalimentó la convicción apasionada de una salida revolucionaria que se cimentaba en la elevación de conciencia y voluntad combativa de los trabajadores y de una vanguardia política juvenil que aspira y encarna una ruptura generacional radical con las viejas estructuras y dirigencias político-sociales conservadoras y reaccionarias.

Persistió en la traducción política de los proyectos de liberación nacional y social vía electoral o armada que terminaron sofocados por la represión parapolicial y  el “Navarrazo” que desalojo al gobierno popular de Obregón Cano-Atilio López en Córdoba y finalmente fue clausurado a sangre y fuego por la dictadura cívico-militar genocida de 1976.

Su cruenta interrupción material no implica su olvido o negación definitiva, persiste su presencia fantasmagórica que reapareceen acciones colectivas, sea como  consigna de agitación o estímulo para la acción como en octubre de 1989 confrontando contra las privatizaciones ante la legislatura, en la quema de la casa radical y la caída del gobernador Eduardo Angeloz en 1995 o mezclado con el “que se vayan todos” del 2001. Es decir se oculta o emergesegún sea el carácter de las fuerzas sociales, políticas y culturales hegemónicas de cada momento  de la dinámica de la historia. Pero la calle no olvida.

* Sociólogo, ex secretario general del Sindicato del Personal de Obras Sanitarias de Córdoba (S.i.p.o.s.)

Bibliografía:

Balbe, B.,  Lucha de calles, lucha de clases, elementos para su análisis. (1973).

Cabral, Olivera, Roitman y Tejerina, El torno y la molotov (2010).

Petras, J., Córdoba y la revolución socialista en la Argentina, 1930-1970, en Revista los libros, Año 3, N°2 (1973).

Portantiero, J., Acción obrera en una situación de crisis, economía y política en la crisis Argentina 1958-1973, en Revista Mexicana de Sociología Vol.XXXIX, N° 2 (1977).

Roldán,M., Sindicatos y protesta social en la Argentina, 1979.

Torres, E. El Cordobazo, la historia (1999).


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