Justicia Digital y Herramientas libres para el día a día – Sally Burch y Miguel Guardado Albarreal

Justicia Digital: hacia una articulación mundial – Por Sally Burch, ALAI

Los cambios a raíz de la digitalización se han acelerado tanto en los últimos 3 años —principalmente por el manejo del big data y la inteligencia artificial— que es casi imposible seguirles el ritmo. Algunos aspectos se han vuelto más visibles, como la propagación de noticias falsas y el odio que afecta a los procesos democráticos y la convivencia, o la pérdida de privacidad. Pero éstos son apenas la punta del iceberg.

Para contribuir a entender mejor estos desafíos y buscar respuestas desde un enfoque de justicia socio-económica, a fines de marzo tuvo lugar en Bangkok el Taller sobre Justicia Digital, organizado por la Coalición Just Net, la red OWINFS (Nuestro Mundo no está en Venta) y Focus On The Global South. Participaron unas 50 organizaciones y entidades que trabajan en diversos sectores sociales y áreas temáticas (no solo tecnología y comunicación, sino también educación, agricultura, género, laboral, entre otros), quienes intercambiaron sobre los impactos de la digitalización en sus respectivas áreas, identificaron problemas comunes y consensuaron una agenda de trabajo.

Las experiencias y análisis compartidos dan cuenta de un panorama preocupante. La incursión de grandes plataformas de comercio electrónico en la producción de alimentos les permite controlar toda la cadena desde la granja hasta al consumidor, en detrimento de los productores y vendedores locales. En educación, hay iniciativas para remplazar profesores por tablets, pre-programadas con contenidos definidos por la empresa privada. En lo laboral, la digitalización inclina el balance de poder capital-trabajo a favor del primero.

Entre los temas clave para la acción colectiva, se identificaron: la propiedad de los datos y de la inteligencia que se extrae de ellos, en beneficio de quien; la necesidad de legislación para desarticular los grandes monopolios y limitar las fusiones; y la importancia de desarrollar plataformas digitales alternativas que respondan a criterios de bienes comunes, control comunitario y descentralizado, socialización y gestión democrática.

De manera particular, se reconoció que es crucial incidir frente a las negociaciones en torno al comercio digital, en espacios como la Organización Mundial del Comercio o los tratados de libre comercio, ya que las grandes corporaciones digitales buscan aprovecharlos para fijar a su favor las reglas de la nueva economía digital. Ello significa que los países que cuentan con desarrollar posteriormente su propia economía digital, no tendrán margen de maniobra ni capacidad de protegerse frente a la competencia desleal de estas empresas. La desregulación de los flujos de datos significará que ellas se adueñen del principal insumo de valor de la economía digital; y ello impactará en todas las áreas.

La agenda de seguimiento del taller contempla actividades de sensibilización, comunicación, investigación, incidencia política e innovación tecnológica, entre otras.


Herramientas libres para el día a día – Miguel Guardado Albarreal

En nuestra vida cotidiana realizamos un sinfín de actividades con herramientas digitales, muchas de ellas de manera ya casi inconsciente. Este número va en aumento. Cuando optamos por herramientas privativas (es decir, cerradas y gestionadas por intereses privados), ¿sabemos  lo que nos estamos imponiendo a nosotros mismos y a nuestras sociedades? Principalmente:

– un monopolio sobre el conocimiento, que genera dependencia;

– opacidad en las características del programa o servicio;

– licencias abusivas de programas, que tendremos que pagar —o evitar delinquiendo para ello—;

– la venta de nuestros datos a terceros, con fines comerciales (agencias que nos inundarán de publicidad) o penales-represivos (gobiernos, que buscan aumentar así el control que ya ejercen sobre la ciudadanía) y una vigilancia creciente y omnipresente;

– una agenda que responde a intereses ajenos y que acaba colonizando nuestras mentes, a través de las características de las tecnologías que usamos y de los contenidos que transitan por ellas.

La buena noticia es que prácticamente cualquier actividad que realicemos en el plano digital en nuestra vida cotidiana puede hacerse con herramientas libres en vez de privativas. Usar opciones libres nos da más autonomía, ya que reduce nuestra dependencia de las grandes empresas. Sus características suelen estar diseñadas por y para la gente, siguiendo los intereses comunes y no los del beneficio de una empresa concreta. Al mismo tiempo, estaremos ensanchando espacios de comunicación e interoperabilidad abiertos, no dominados por una empresa determinada, y enriqueciendo un acervo de conocimientos orientados hacia el bien común.

Las herramientas libres están marcadas por cuatro libertades básicas que se aplican al código informático de los programas que las conforman. Dichas libertades conllevan otros valores implícitos, como la solidaridad, la cooperación, el respeto por el usuario o la autonomía. Para nuestro uso diario tenemos a disposición una vasta gama de posibilidades, según la actividad concreta que realicemos.

Concretamente…

En ofimática, el paquete Libre Office nos brinda las funciones de MS Word, Excel, Power Point y demás. Podemos organizar y compartir nuestros archivos en línea mediante NextCloud, usando servidores ajenos o el nuestro propio, y evitando «nubes» corporativas como Google Drive, Dropbox, iCloud… Y para producir en equipo, tenemos documentos colaborativos basados en EtherPad y EtherCalc, ofrecidos por multitud de servidores.

Si lo que te preocupa es que la comunicación humana esté concentrándose en las manos de M. Zuckerberg —que ya posee Facebook, Whatsapp e Instagram— o de Twitter, la respuesta pueden ser las redes sociales distribuidas y federadas. Las hay de tipo convencional (como Diaspora, Mastodon o Friendica), de mensajería instantánea (caso de Matrix con su aplicación Riot, DeltaChat o XMPP) o centradas en la difusión de vídeos (como PeerTube).

Igualmente, frente a Gmail o Outlook encontramos servicio de correo electrónico en Disroot, ProtonMail y muchos otros servidores. También podemos gestionar el correo desde nuestro propio dispositivo, con K-9 Mail o Thunderbird. Para llamadas de audio y vídeo nos pueden interesar Jitsi o Riot, como alternativa a Skype o Facetime.

Además, podemos navegar con FireFox y evitar Chrome. Incluso el sistema operativo de nuestra computadora puede ser libre. En lugar de Windows o macOS, podemos usar cualquier distribución de GNU/Linux, entre otros.

Hay herramientas prácticamente para lo que quieras. Puedes encontrar listas más amplias aquí o aquí, e innumerables aplicaciones para Android en F-Droid. También puedes encontrar opciones libres que satisfagan tus necesidades si te dedicas a ámbitos más especializados, como el diseño gráfico, la ilustración, la grabación de música, el montaje de vídeos… o si quieres jugar. Te puede guiar una simple búsqueda en internet, usando un buscador que no te rastree, como DuckDuckGo o Searx.

De igual forma, existe en el mundo una red creciente de colectivos y entidades sin ánimo de lucro que ofrecen servicios digitales variados con un enfoque ético, basado en la autogestión, el respeto por la privacidad, la libertad, y la democracia en sentido profundo. Algunos ejemplos notables son Disroot, RiseUp o Framasoft.

En definitiva, ya tenemos opciones sólidas para protegernos mejor e ir reconquistando nuestra libertad, trocito a trocito.

* Comuna Digital


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