Chile: En el nombre del hijo de… – Por Ricardo Candia Cares

El debate preelectoral ha tenido la virtud de volver a mostrar en toda su magnitud el drama de nuestro país: haber estado durante demasiados años en manos de sujetos ímprobos y mentirosos, manipuladores y falsarios, ambiciosos y truculentos. Rábulas y sacamuelas. Gente que constituye la demostración palmaria del fracaso de lo que, mintiendo la historia, muchos llaman transición democrática.

No se ha transitado a nada. Por lo menos, a nada democrático.

Lo que de paso ha demostrado la vocación por el fracaso de la Izquierda. Si fuera por la derrota, ya sería algo.

Lo que agarró la fuerza de las causas imbatibles luego de la dictadura fue un panorama de arreglines y movidas en el cual se asentó, con cimientos perdurables, lo que la dictadura encaminó en su proyecto refundacional. No hubo cabida para los tontos. Y desde entonces estamos en manos de sujetos que hacen de la ignorancia una especie de mérito, de la prepotencia una virtud de liderazgo y de la ambición grosera un ejemplo a seguir.

El despliegue de programas de televisión en los que precandidatos de todos los pelajes se sacan los ojos en la convicción acerada que el electorado va a coincidir con sus pareceres y les votará, ha sido una extraordinaria vitrina que debería generar arcadas en algunos de sus capítulos.

Sin embargo, como sea, la irrupción del Frente Amplio le ha agregado un interesante grado de preocupación a la cultura binaria que lo controla todo.

Esta coalición que pudo ser de verdad una gran amenaza al statu quo pero se conformó con poco, emerge desde el terreno de nadie de la Izquierda a una velocidad que al duopolio genera una genuina preocupación.

Y se traba la duda: si tomarlos en serio como una fuerza beligerante que viene por la disputa del poder, o decidir por el expediente más expreso: ningunearlos como cosa poca, mirarlos como carne de cogote.

Y ha sido la presidenta la que ha optado por el camino más directo hacia la descalificación y acusa a los debutantes de ser hijos de. Salvado el hecho indesmentible que todos somos hijos de, habrá que allanarse al hecho de que existen de y de.

Sin ir más lejos, la misma presidenta es hija de Alberto Bachelet, digno general que murió en prisión víctima de las torturas infligidas por sus propios camaradas de armas, a quienes su familia perdonó en cristiana actitud. Y habrá sido ese hecho y no alguna gracia de la hija doctora la que la llevó desde muy abajo a ser ni más sin menos que dos veces presidenta de la República.

Tal como del mismo modo ejemplar la senadora Isabel Allende, hija de Salvador Allende, a la que no se le conoce mérito intelectual o político alguno que la haya elevado a ser senadora. Solo es porque desciende de nuestro heroico presidente mártir.

Y con esto termino. No muy lejos destella el eterno senador a quien tampoco se le conoce alguna gracia incubada por su propia capacidad intelectual, política o de otra naturaleza en que asentar el indesmentible hecho de haber vivido más de la mitad de su vida con cargo al Fisco, recibiendo al mes una fortuna fundado en el hecho del cual el senador Juan Pablo Letelier no tuvo ninguna responsabilidad: haber sido hijo de Orlando Letelier.

Si hay algo que enseña la tambaleante puesta en escena del FA, a propósito del “maltrato” verbal al que lo ha sometido la presidenta, es que una Izquierda con mayores alcances y mucho más afincada en la realidad, con asiento real en el mundo social entendido como los descontentos dispersos de un país en que los únicos risueños están en el uno por ciento de la población, sería no ya un colectivo de hijos de, sino un espacio que podría contar con sujetos huérfanos, adoptados y naturales.

Un espacio en el que se fundieran en una las peleas del mundo social con un horizonte afincado en la política, capaz de seducir a la mayoría detrás de un proyecto que proponga otro país, dirigido por gente decente, en el cual los derechos de las personas no sean cuestionados porque no rinden ganancias. Un país en el cual se respeten los niños. Y en el que solo estén inhabilitados los hijos de p….

(*) Escritor y periodista chileno. Estudió Física y Matemáticas en la Universidad Técnica, es asesor del Colegio de Profesores, autor de “El Coa y el Lenguaje de la Calle.

También podría gustarte