Uruguay: Una estrategia económica brillante… otra planta de celulosa – Por Eduardo Camin

En el globalismo actual convergen la politización y el economicismo que son dos reducciones en la percepción del todo. Por lo tanto no es de extrañar que hoy solo pueda pensarse en el todo con congoja y sentimiento de opresión. El economicismo suscita la representación de un Universo en definitiva monótono, compuesto de lugar de trabajo, mercado, corrientes financieras y trafico de mercancías. Y la politización reduce el pensamiento a la dimensión de las estrategias y contra estrategias en el mismo sentido, la realidad es que lo global empobrece hasta convertirse en mero objeto de cálculo del poder o de impotencia.

La ideología liberal permite que el capital sea cosmopolita en un sentido muy trivial, a saber, siempre que se cumpla el siguiente requisito “Mi patria esta allí done me va bien”. De hecho, el capital tiene  muchas patrias, se encuentra en casa dondequiera que produzca beneficios.

La estrategia económica uruguaya en materia de inversiones ha denotado algunas carencias importantes a lo largo de estos años mucho hemos escrito sobre esta materia, partiendo de la base, que en realidad  tal estrategia no existe o si existe está determinada por los organismos de crédito internacionales FMI, Banco Mundial y sobre todo el BID,  bajo la tutela de las agencias de calificación. 

Luego que la búsqueda de petróleo tiende a desvanecerse, a pesar de las fuertes inversiones concedidas, los pocos resultados realizados han ido a Houston (Texas) y los resultados anhelados que en principio de año parecían una certeza inquebrantable, hoy parece que no lo es tanto, o al menos eso se desprende de la explicación que ha dado en conferencia de prensa la ministra de industria Carolina Cosse, relativizando las posibilidades de encontrar hidrocarburos en forma inmediata. Si bien la agenda presidencial sigue su curso con todos los partidos parlamentarios, en el tema, los avances no han sido significativos pues los fundamentos de extracción no se separan de la política económica de connivencia con los grandes capitales internacionales que se mantienen interesados en tales  explotaciones.

Lo cierto es que “el pozo más grande del mundo” que ha costado bastante al país a pesar de las magras arcas que poco a poco se va extinguiendo, ha pasado ahora ha relativizarse de tal forma que las excavaciones continuaran en diferentes zonas del territorio nacional, y se le ha hecho conocer a la ciudadanía la experiencia de Noruega que realizo en el tema muchas decenas de excavaciones antes de encontrar el oro negro. Claro que esto se omitió de decir al principio. Lo cierto es que en Texas siguen estudiando en forma hasta ahora secreta los resultados de la primera excavación en zonas marítimas uruguayas.

Pero, en correr de estas semanas que han pasado, también surgió lo que hace buen tiempo habíamos anunciado y es la construcción de la tercera planta de celulosa más grande que las anteriores a cargo de UPM.

Ello no hace más ratificar un camino emprendido desde hace mucho tiempo y es la construcción de plantas industriales de celulosa como herencia de las políticas neoliberales anteriores que prepararon el terreno para que ello se estableciera como parte de las políticas macroeconómicas que vendrán darle otra utilidad al uso del suelo y el agua. En un momento que la inversión esta a la baja lo mismo que las actividades industriales, la concreción de este proyecto de 5 mil millones de dólares será la mayor inversión que ha tenido el país.

Un poco de historia

A mediados de la década del ochenta, finalizando ya el siglo veinte, se concibió en Europa un plan para “limpiar” el viejo continente de las industrias sucias. La idea fue la de empezar a relocalizar las industrias más contaminantes llevándolas a otros países del mundo donde ellos pudieran aprovechar la libre depredación de los recursos naturales, la mano de obra barata y donde pudieran arrojar los residuos contaminantes sin el control necesario. Así los  europeos llegaron a la conclusión de que el proyecto de instalar plantas de celulosa en la cuenca del Rio Uruguay serviría para implementar una parte significativa de ese plan beneficioso para ellos y perjudicial para nuestras regiones.

El Banco Mundial otorgo los primeros créditos para realizar estos proyectos, dinero que empezó a distribuirse en manos de la clase política, algunos de cuyos miembros llegarían a invertir en plantaciones de eucaliptos.

Durante el año 2005, en el transcurso de su campaña electoral para llegar a Presidente el Dr. Tabaré Vázquez abordo la cuestión y denuncio el traslado de industrias sucias a nuestra región en perjuicio del agua, el aire y de la tierra. Es más dialécticamente lo relaciono con la pobreza que afecta a millones de nuestros conciudadanos. Esto mantuvo en expectativa a la gente que había iniciado una oposición orgánica en Fray Bentos y Gualeguaychu, a estos proyectos. Sin embargo, el primer día de marzo de 2005 Tabaré asumió la presidencia de Uruguay y dio vía libre a la instalación de las plantas de celulosa. No fue esta la única sorpresa; también en esa época comenzó a coquetear con el ALCA de la mano de George Busch.

Recordamos  además que todo el espectro político nacional incluido los dirigentes del PIT a pesar de haber realizado una declaración de intención junto a la organización sindical argentina  CTA. Una declaración que en sustancia decía “Sabemos de la necesidad de inversiones (fundamentalmente de inversiones productivas para la región) pero al mismo tiempo, tenemos la capacidad para entender que la misma no puede ser a cualquier precio. La calidad de vida, las condiciones laborales, el medio ambiente y el cuidado de la naturaleza, tienen la misma importancia en nuestra agenda”.  Pero los hechos han determinado que aquello fue letra muerta una declaración de intención para la galería. 

Hoy la central sindical que actúa muchas veces como una “agencia de empleo”, ha recibido con júbilo esta nueva inversión que pretende poner una dosis de optimismo entre los verdaderos desastres de la política económica y financiera en curso.  La nueva planta de celulosa necesitara unas 300 mil hectáreas para abastecer con madera el proceso productivo,  además el Estado uruguayo deberá poner en condiciones los puertos, las carreteras y vías férreas para que el proyecto se desarrolle. Esto significa que el gobierno en su política de inversiones solo apuesta a las grandes obras a los efectos de intentar activar la economía nacional por el camino de las mega inversiones extranjeras. Aunque si fuera por lo sucedido con las anteriores plantas, el camino a emprenderse debería ser otro, primero porque el efecto que estas producen en la economía real y las fuentes laborales es transitorio, y después porque el actual régimen de zonas francas genera grandes beneficios  para el desarrollo de la producción, pero muy poco queda en el país.

Rio Negro, – base de una de las plantas de UPM- , es actualmente uno de los departamentos con mayores problemas ambientales, además de los índices de desocupación que registra. Pero esto no parece contar para los nuevos planes de la macroeconomía oficial. 
Cabe señalar anecdóticamente que la industria papelera sigue siendo considerada como una de tres industrias más contaminantes del planeta, junto a la industria del cuero y la industria metalúrgica. Sin olvidar que  la industria del papel se ubica al tope del ranking en materia de uso de recursos naturales y generación de contaminantes, todo para fabricar un producto que es usualmente descartado inmediatamente. El papel alcanza cerca del 40% del total de los residuos sólidos urbanos en algunos países industrializados. A pesar de la modernización de sus procesos industriales, la demanda de tierras para plantaciones, el uso intensivo de recursos de agua, los volúmenes de descargas líquidas, sus emisiones gaseosas y residuos sólidos hacen de esta industria un peligro que se expande en todas las regiones del planeta.
 Uruguay y Argentina continúan a enfrentar el desafío de estar hoy en la frontera de la expansión de esta industria para alimentar de pulpa celulosa a los mercados globales, principalmente en los países industrializados, donde el consumo continúa creciendo de manera desenfrenada.
 Cada día asistimos a las nuevas amenazas medioambientales o alguna catástrofe bélica; el capitalismo desregulado desplaza dinero, empresas y trabajadores de unos países a otros, la globalización nos obliga a una vertiginosa transformación de nuestra forma de pensar y vivir. Nuevas dependencias que acrecientan la fragilidad del sistema global.  

(*) Periodista uruguayo, fue director del semanario Siete sobre Siete y colaboró en otras publicaciones uruguayas y de America Latina. Corresponsal en Naciones Unidas y miembro de la Asociacion de Coresponsales de prensa de la ONU. Redactor Jefe Internacional del Hebdolatino en Ginebra. Miembro de la Plataforma Descam de Uruguay para los Derechos Economicos sociales y medio ambientales. Docente en periodismo especializado sobre Organismos Internacionales.

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