Quién es Alberto Fernández, el candidato que encabeza la fórmula con Cristina Fernández

Quién es Alberto Fernández

Por Felipe Yapur

“Le pedí a Alberto Fernández que encabece la fórmula”, dijo Cristina Kirchner durante el video donde anunció que será la candidata a vice de quien fue su jefe de Gabinete. Sobre Fernández aseguró que lo conoce hace más de 20 años. El detalle es que esa relación, que mantiene un fuerte lazo de amistad, tuvo sus diferencias que los distanció casi una década. Sin embargo, eso no parece haber sido un impedimento para volver a estar cerca políticamente y mucho menos integrar la fórmula presidencial que competirá en las PASO porque, como dijo CFK, Fernández tiene capacidad de “decidir, organizar, acordar y buscar siempre la mayor amplitud posible del gobierno”.

Esa, tal vez, sea la mejor descripción, la más concreta y sintética de quién es Alberto Fernández. Un hombre que se mostró siempre conciliador, dialoguista que lejos está de ser un sinónimo de debilidad. El, se reconoce como un militante y, sobre todo, un ferviente seguidor de Néstor Kirchner. En el libro Políticamente Incorrecto, que Fernández escribió en 2011, aseguró que Kirchner no sólo era su amigo sino su jefe político.

Fernández conoció a Kirchner en 1996 por iniciativa de Eduardo Valdés, quien le insistía en que se reuniera con el entonces gobernador de Santa Cruz que ya se había distanciado de la presidencia de Carlos Menem por considerar que había abandonado la lógica que Perón le había dado al movimiento nacional y popular.

Este vínculo se profundizó cuando Eduardo Duhalde comenzó a trabajar en una candidatura presidencial que sería derrotada por Fernando de la Rúa. Fernández integró el equipo de campaña del bonaerense y junto a Kirchner organizaron en octubre de 1998 lo que luego se conocerá como el Grupo Calafate o, que es lo mismo, el protokirchnerismo. A partir de allí, la relación entre Fernández con Néstor y Cristina se profundizó y se extendió en el tiempo.

De alguna manera se puede afirmar que Alberto Fernández fue el más “nestorista” de todos aquellos que participaron de los gobiernos de los Kirchner. Fue uno de los pocos que se animó a disentir con CFK y hasta de retirarse del gobierno por las diferencias que tuvo con la entonces presidenta. En ese contexto, Fernández emigró hacia el llano y poco después se acercó a Sergio Massa a quién acompañó durante su intento por ser el líder de “la ancha avenida del medio”. Pero no se convirtió en un massista lo que le permitió salirse de ese espacio para intentar reunificar el peronismo porteño. La ruptura con Massa no implicó un quiebre en la relación con el hombre fuerte del Frente Renovador.

Fernández sorprendió cuando se acercó a Florencio Randazzo en 2017 cuando el ex ministro buscó convertirse en un referente del peronismo que se ubicaba en la vereda de enfrente a CFK. La tozudez de Randazzo (y también la de CFK) impidió una posible unificación pero que, sorpresivamente, abrió una puerta para que comenzara de a poco la reconstitución de la relación con Cristina.

Hay una característica que tiene Fernández y es que nunca rompe los vasos comunicantes. Nunca destruye puentes y hay varios ejemplos. Su cercanía con los Kirchner no significó que la relación con Duhalde se fracturara para siempre. Tampoco sucedió con Néstor Kirchner y uno de los nexos fue Máximo Kirchner que también sirvió de canal de comunicación con Cristina. Tampoco se peleó con Massa, quien al enterarse de la candidatura de Fernández dio muestras de respeto pero sobre todo de cercanía.

Abogado de profesión y docente en la cátedra de Derecho Penal y Procesal Penal de la UBA. Cumplió 60 años el pasado 2 de abril y su primer cargo político fue en los noventa cuando fue nombrado superintendente de Seguros de la Nación. Fue vicepresidente ejecutivo del Grupo Banco Provincia durante el gobierno de Eduardo Duhalde. Entre el 2000 y 2003 fue legislador porteño cuando renunció para transformarse en el jefe de Gabinete de Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003.

Página 12


La vida política de Alberto Fernández: de ser candidato de Domingo Cavallo a convertirse en el “presidenciable” de Cristina Kirchner

“Néstor y Cristina tenían una mirada y una interpretación distintas y los enojaba mi vocación de revisar lo hecho y de hacer autocrítica, así como mi insistencia en introducir modificaciones en el elenco del Gobierno y en la forma de afrontar el debate público. Siempre creí que en la actividad política uno debe permanecer en un alto cargo en tanto comparta, con los máximos responsables políticos, los objetivos buscados y los métodos de esa búsqueda. Con conciencia plena de nuestras diferentes miradas no creí conveniente seguir adelante como jefe de Gabinete”.

Así contó Alberto Fernández, ahora precandidato presidencial en fórmula con Cristina Fernández de Kirchner, su salida de la jefatura de gabinete de ministros entre 2003 y 2008 en su libro “Políticamente incorrecto. Razones y pasiones de Néstor Kirchner”, publicado por Ediciones B pocos días después de la asunción del segundo mandato de la ex presidenta en 2011.

Alberto Fernández, de 60 años, es abogado, fue profesor adjunto en la cátedra de derecho penal del ex procurador Esteban Righi y funcionario técnico durante la presidencia de Raúl Alfonsín. También fue asesor en el Concejo Deliberante de la ex Municipalidad de Buenos Aires y en la Universidad de Buenos Aires.

Hincha fanático de Argentinos Juniors, tuvo una única incursión en una elección. Fue en 2000, cuando integró la lista de legisladores de la Alianza Encuentro por la Ciudad, que llevó a Domingo Cavallo como candidato a Jefe de Gobierno y a Gustavo Béliz, de vice. El binomio cayó contra Aníbal Ibarra y Cecilia Felgueras, pero como obtuvo el 33,20 % de los votos, Fernández logró una banca en la Legislatura porteña.

A la par de su cargo de legislador, Alberto Fernández fue uno de los integrantes del “Grupo Calafate”, junto a Esteban Righi, Eduardo Valdés, Carlos Tomada y Julio Bárbaro, entre otros porteños.

Desde ese lugar y después de la crisis de 2001, Alberto Fernández se convirtió en el interlocutor que le acercó el por entonces presidente Eduardo Duhalde a Néstor Kirchner. “Fue el armador, el que construyó los puentes y por eso después fue designado como Jefe de Gabinete”, rememora un intendente del conurbano que se mostró tan sorprendido como contento por la precandidatura presidencial. Asumió el cargo en mayo de 2003 y su banca en la Legislatura porteña quedó para la polémica Elena Cruz.

Interlocutor del Gobierno de Néstor Kirchner con empresarios y la oposición, continuó como Jefe de Gabinete de Ministros en la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.

A los pocos meses del gobierno de la ex presidenta fue el encargado del diálogo con la Mesa de Enlace, para intentar destrabar un conflicto que no paró de escalar y paralizó la país hasta llegar al Congreso. Después de 129 días de tensión y tras el voto “no positivo” del por entonces vicepresidente Julio Cobos en el tratamiento de la resolución 125 en el Senado, el 23 de julio de 2008 Alberto Fernández dejaba el kirchnerismo.

“La certeza de que se abre una nueva instancia en su gobierno, en la cual usted pueda contar con un nuevo elenco de colaboradores para enfrentar la etapa, me impulsa a poner en su consideración mi renuncia con el sano propósito de facilitarle la selección de sus equipos de trabajo”, escribió Fernández en su carta de renuncia manuscrita donde estaba la palabra “sinceramente” antes de la firma, la misma con la que Cristina Kirchner tituló su libro.

“El día de mi alejamiento del cargo hablé tres veces con Cristina. En la primera oportunidad me increpó acerca de mi decisión. Fue una conversación corta y de reproches mutuos. Volvió a llamarme cerca del mediodía para contarme que Sergio Massa sería mi reemplazante. Al caer la noche se comunicó conmigo pidiéndome que participara del acto de asunción y accedí inmediatamente”, publicó Alberto Fernández en su libro.

En la misma edición, también revela cómo fue la relación con Cristina después de la salida del Gobierno y antes de la muerte del ex presidente Kirchner. “‘Tenés que llamarla a Cristina y hablar con ella pero no debés contarle tus quejas ni volcarle tu visión negativa de este momento, esas conversalas conmigo’, me dijo Kirchner en tono confidente. Desde entonces, cada vez que hablé con Kirchner me reclamó ese encuentro con Cristina. Nunca me negué a tenerlo, solo no acepté los límites que me imponía, Tal vez, por eso, ese encuentro nunca llegó”, detalló Alberto Fernández en 2011.

Tiempo después de marcar sus críticas al kirchnerismo, protagonizó fuertes cruces con Aníbal Fernández o Carlos Kunkel, al que llegó a llamar “imbécil”. Sin embargo, reconoció que en 2011 votó a Cristina Fernández de Kirchner, aunque a los meses fue crítico del cepo cambiario y de la Tragedia de Once.

“Yo la voté a Cristina con la expectativa que muchas cosas cambien, pero eso no explica lo que está pasando, las reacciones o las propuestas que ofrece ante la realidad que se le viene encima. La Presidente da el discurso épico porque viene de ella, ella no tiene que demostrar que tiene coraje, -había dicho en un reportaje ea radio Mitre-. Me da la sensación que la Presidente descubre cosas que nosotros le dijimos que estaban pasando. El problema de los trenes es de hace años. Salgamos de la tragedia y hablemos de la economía, los problemas que hay en economía también los quiere resolver con un discurso épico”.

En 2012, en Vicente López, presentó su propia fuerza política, el Partido del Trabajo y la Equidad (PARTE), acompañado de los ex diputados Silvia Vázquez y Juan Carlos Lorges, además de concejales de diversos municipios. Siguió siendo muy crítico de la líder de Unidad Ciudadana: “Cristina no profundizó el modelo, lo perforó. Ella tiró por la borda todo lo que hizo Néstor”.

En 2013, se sumó al Frente Renovador como jefe de campaña de Sergio Massa, quien se impondría en las PASO y más tarde en las elecciones generales “El shock que recibió Cristina, luego de la derrota, hace que se comporte como una adolescente. El kirchnerismo está muerto, esto es una iglesia del cristinismo”, había sentenciado Alberto Fernández después de las Primarias de 2013.

En 2014 vio como “sano” que Maximo Kirchner “haya salido a la luz”, y un año más tarde fue el encargado de dar la noticia de que Massa no había entrado al balotaje y que quedó entre Daniel Scioli y Mauricio Macri.

Luego de la derrota volvió a armar su propio espacio con Patricia Vaca Narvaja, Jorge Argüello, Guillermo Olivieri, Raúl Garré, Julio Vitobello, Carlos Montero y Claudio Ferreño.

Siempre catalogado como “componedor”, en 2017 fue promotor de la candidatura de Florencio Randazzo a senador nacional en la elección que compitió contra Cristina Fernández de Kirchner, Esteban Bullrich (Cambiemos) y Sergio Massa.

En ese armado de Randazzo, Alberto Fernández fue clave para cerrar la puerta que le abrió la ex presidenta a Randazzo sobre el cierre de listas. La historia terminó con Jorge Taiana abandonando al Flaco, ex ministro del Interior y Transporte, que terminó derrotado en el cuarto lugar con apenas el 5,31 % de los votos.

El 2018 fue el año del regreso al kirchnerismo. En febrero lanzó el primer acercamiento: “La unidad de la que estamos hablando no es la obediencia; es poder recuperar la capacidad de debatir. Que yo pueda hablar y decir lo que siempre dije, y que nadie me llame traidor -remarcó-. No podemos prescindir de los votos de Cristina”.

Ese año también fue escrachado en un restaurante de Puerto Madero por un hombre de unos 70 años, que le gritó “chorro” y “ladrón”. El hombre después se cayó y se golpeó la cabeza y Prefectura intervino en el lugar por el escándalo.

En los últimos dos años se hizo habitué del Instituto Patria, las oficinas de Cristina Kirchner y como un capítulo del acercamiento de la ex presidenta al PJ Nacional, Alberto Fernández fue nombrado integrante de la Comisión de Acción Política del Partido.

Y así, aquella distancia marcada por las fuertes declaraciones y en especial las duras críticas a la gestión de Cristina Fernández Kirchner queda ahora en su nivel de mayor cercanía. Después de pasar por los diferentes armados del peronismo no kirchnerista, encabezará la fórmula presidencial que lleva a Cristina Kirchner de vicepresidenta.

Clarín


15 claves de la fórmula Fernández – Fernández

Por Martín Granovsky

En política la sorpresa importa. Marca un tono: jugar fuerte. Marca las ganas: jugar a fondo. Marca la sed de victoria. Más allá de la sorpresa, aquí van 15 claves de Fernández-Fernández:

  1. Cada época tiene sus palabras. Y sus tácticas. La propia CFK dijo al presentar su libro “Sinceramente”, el 9 de mayo, que los problemas nuevos ameritan una construcción nueva. Propuso un contrato social de ciudadanía que incluya a empresarios, sindicalistas e intelectuales. En 1974 Juan Perón redactó su Proyecto Nacional y antes aplicó un modelo de colaboración de sectores sociales desde la Casa Rosada. Sería tonto considerar literalmente la referencia de CFK al Pacto Social de José Ber Gelbard. Fue una indicación del tipo de base que hará falta para gobernar este país. La fórmula va en el mismo sentido.
  2. Los problemas a resolver desde el 10 de diciembre –la agenda urgente, que no se agotará en días– se relacionan sobre todo con la destrucción del orden social progresivo por parte de Mauricio Macri. Son el producto de la marcha brutal hacia la concentración de riqueza en una casta mínima de grandes rentistas, cerealeras y empresas de energía. El reto del presidente que le gane a Macri, si eso ocurre el 27 de octubre o el 24 de noviembre, será evitar un aluvión de cierres en pymes y el hambre urgente.
  3. Esa agenda urgente requiere aliados para ganar y aliados para gobernar. Una base parlamentaria peronista, panperonista y progresista que además pueda generar acuerdos temáticos con otros partidos políticos o con centrales empresarias ajenas al mundo peronista.
  4. Un jefe de gabinete que ya gobernó en condiciones difíciles (deuda incluida) y una ex presidenta que cumplió dos períodos indican, como fórmula, que hay conocimiento del Estado y de sus instrumentos.
  5. Los dos Fernández vienen hablando de lo que harían desde el Gobierno. Es probable que esa sea la campaña. Invertir los términos. Mensaje posible: “Queremos una coalición amplia y la empezamos a construir ya, antes de ganar”. El Estado antes que la rosca. Mensaje implícito: “Nos damos por ganadores porque Macri está liquidado y ya estamos pensando en nuevas políticas públicas.”
  6. Pero no se llega a la conducción del Estado, como es obvio, sin la rosca. Es preciso negociar y negociar. Hacen falta votos de convencidos, de desilusionados por el otro y, suele decir Raúl Timerman, de temerosos. Alberto Fernández viene insistiendo en la necesidad de articular políticas entre distintos sectores. En términos electorales insiste casi diariamente en que sería interesante sumar a Sergio Massa porque tiene votos propios. Traducción posible del deseo: que Massa vaya a unas PASO con Fernández-Fernández, o que tome un compromiso de gobierno, o que juegue desde la provincia de Buenos Aires.
  7. La fórmula del 2015 tuvo un error verificado en su momento por los encuestadores. La presencia de Carlos Zannini jugó públicamente como un indicador de que CFK controlaría el Gobierno y de que Daniel Scioli sería un Chirolita. Un error inútil, porque en términos operativos es más importante un jefe de Gabinete, un ministro de Economía y un jefe de Inteligencia que un vice. Pero el error fue costoso porque Zannini pegaba con la idea de un monje negro. Era malo a dos puntas. Los kirchneristas sintieron que Scioli no era confiable. Y los antikirchneristas, que sería una marioneta manipulable por Cristina. Esta vez esa lectura probablemente será repetida por el macrismo como argumento publicitario. Pero es débil. Cristina no tiene nada de figura oculta y misteriosa. Y su simple presencia garantiza que la militancia K (tanto la K de kirchnerista y la C de cristinista) no será defraudada como en el 2015 por dirigentes intermedios. Algunos parecían no querer ganar. Otros directamente no querían. Sin el verbo “parecer”.
  8. En estas horas circula una especulación que conviene encarar sin vueltas. Dice así: “Alberto es el Grupo Clarín y la fórmula revela que hay acuerdo con Clarín”. Primer punto, Fernández no se llama Alberto Magnetto. Segundo punto, como jefe de Gabinete AF fue parte de una estrategia que consistió básicamente en esquivar la confrontación con Clarín cuando había que resolver el desempleo y la renegociación de la deuda con quita. Tercer punto, la pelea con Clarín fue tomada por el kirchnerismo como una bandera después de la crisis del 2008 para ganar militancia nueva y galvanizarla. Pan para un día y hambre para después, porque se hiperideologizó la pelea en detrimento de otras épicas posibles como la eliminación de la pobreza. Cuarto punto, el problema de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no fue la propia ley sino la clarinización de la política. Es decir, la suposición de que la única batalla era contra la posición dominante del grupo, la idea de que esa batalla sería corta como una guerra relámpago y que, mientras tanto, no había nada que hacer. Y entonces el Gobierno no hizo casi nada de lo que la Ley contemplaba: ni créditos blandos para otros medios, ni aliento a medios medianos y pymes, ni estímulo a la producción de contenidos a nivel local y federal.
  9. Si el desafío inicial de un nuevo gobierno es que la capacidad ociosa de las fábricas (las máquinas que hoy están enfundadas pero todavía existen) se convierta en mayor actividad, cosa que no ocurrirá si Macri fuese reelegido, la alianza social y política para ese objetivo debería ser necesariamente amplia.
  10. Las alianzas implican el impulso a muchos participantes activos y la neutralización de adversarios o enemigos. La base de acción no es solo el discurso sino más bien la concurrencia de intereses. El desafío de un eventual futuro gobierno no macrista con las grandes empresas nacionales, con las enormes, no es la importancia del mercado interno, punto de acuerdo, sino la timba. O los límites de la timba. Antes, grupos como Clarín y Techint recurrían a la diversificación financiera para optimizar ganancias. En los últimos años, según estudios del economista Claudio Lozano,casos como el de Arcor revelan que, además, sin timba hubiese tenido pérdidas. En los topes para la timba y la reconversión del sistema financiero se centrará un nudo de conflictos y acuerdos del nuevo gobierno.
  11. La fórmula zanjó una vieja discusión táctica del kirchnerismo. AF candidato a Presidente supone mantener la relación directa con los votantes, y con los gobernados, pero reconocer también la mediación de los periodistas. O al menos la necesidad de no irritarlos inútilmente.
  12. CFK no dejó de ser una leona pero el segundo puesto en la fórmula y su adaptación realista a los objetivos del 2019 significa que no hay adónde volver. No existe más la utopía de una tierra sin mal situada el 9 de diciembre de 2015. Macri fue una topadora económica y una compactadora social. Su continuidad sería un camino sin vuelta atrás para la Argentina. Si Macri fuese derrotado en las urnas por Fernández, los temas a resolver desde el primer día serían la renegociación con el Fondo Monetario Internacional para conseguir plazos y libertad de movimientos, el hambre y la inyección de créditos en las pymes.
  13. Contra CFK no hay pruebas sino un juicio con grandes chances de que las nulidades (los actos que negaron el principio del debido proceso, el derecho a la defensa en juicio y las normas del Estado de Derecho) terminen tumbando la maratón que empieza el martes 21. Contra AF no hay siquiera causas abiertas.
  14. La fórmula es peronista pero sigue la lógica, pronunciada muchas veces por el propio AF, de que sin Cristina no se puede y con Cristina no alcanza. La respuesta positiva de muchos gobernadores peronistas señala la buena receptividad inicial.
  15. Muerto Néstor Kirchner en 2010, Fernández y Fernández son los otros dos grandes protagonistas del 2003, cuando una Armada Brancaleone se arrimó al ballottage en abril y el 25 de mayo, del que se cumplirán el sábado 16 años, terminó construyendo una fuerza política poderosa.

Página 12


Alberto Fernández: “No hay nada más destructivo que el macrismo en el poder”

Por Nora Veiras y Mario Wainfeld

Alberto Fernández recibe a PáginaI12 en su departamento de Puerto Madero. Luce sereno, tanto que llama la atención. Se concentra en el reportaje, no toma agua ni café, no desvía la mirada hacia el aparato de televisión encendido aunque silenciado. Acepta tranquilo los módicos pedidos de los fotógrafos. Sonríe, contesta como si no pensara, recurso propio de quien está habituado a los reportajes. Mientras cae la noche del sábado asume fuera de micrófono que durmió poco pero no apura la conversación ni la despedida. Se emociona en algún momento, cuando se le pregunta si se emocionó. Para un espectador distraído parecería más un dirigente que analiza la movida de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner que el candidato que nadie esperaba, ni siquiera él mismo.

-Parece que el orden de los factores altera el producto ¿no?

-Parece que para muchos ha sido así. La realidad ha sido una cosa sorpresiva. Cristina tenía todas las condiciones para llegar a la presidencia y para competir y decidió acompañarme. La verdad que habla muy bien de Cristina.

-¿Por qué habla tan bien de Cristina?

-No siempre en la historia se dan casos de alguien que puede llegar al poder deje ese lugar en este caso en favor mío. La concibo como un hecho generoso para servir al conjunto. Había muchos motivos para que ella siguiera y prefiere dejarle el lugar a otro porque piensa que puede ser mejor para el proceso colectivo.

-¿Lo hubieras hecho en su lugar?

-Francamente no lo sé. Tengo siempre un espíritu constructivo, concibo a la política como un acto de  construcción permanente, siempre me postergué. No hice nada por ser candidato. Cuando empecé toda mi tarea de tratar de unir las partes, me autoimpuse la idea de no ser candidato para poder hablarle a todos de la importancia de la unidad y que nadie piense que quería ser yo. Había muchos motivos por los cuales Cristina podía pensar en volver. Cristina postergó todo y cuando todos le decían y todos me decían ‘esta idea de la Cristina cambiada que vos propones es falsa’. La verdad es que Cristina se cansó de dar pruebas de que hay otra Cristina que no es una Cristina con nuevas convicciones es una Cristina, más madura. Una Cristina a quien las cosas que han ocurrido en los últimos años le fueron templando su espíritu y hoy le permiten tomar distancia muchas veces las decisiones inmediatas y tomar una mejor decisión. No digo que yo haya sido la mejor decisión porque sería muy, muy loco de mi parte. Pero sí digo –como me lo dijo– que creía que en el tiempo que venía yo, que tenía un mejor diálogo con muchos sectores, podía ayudar más que ella al frente de la fórmula. Si ella me hubiera dicho que la acompañe en la fórmula le hubiera dicho que sí encantado, pero nunca me lo planteó. Me lo planteó en estos términos.

-Hace un tiempo decías que sin Cristina no se puede y que con Cristina sola no alcanza que había que buscar algo así como el eslabón perdido entre el peronismo y el kirchnerismo ¿vos sos ese eslabón perdido de alguna forma?

-No lo sé, francamente no lo sé. Lo que vi en este año, que fue una de las cosas que me llamó la atención de Cristina, es que es la única política que en el último año ha crecido sostenidamente día a día en las encuestas. Yo no estaba en competencia y yo creo que la selección tiene que ver con que ella pensó que yo podía ser en esta instancia. Para mí es una inmensa tranquilidad que Cristina esté en la fórmula porque Cristina es el centro de la política argentina. Todas estas ideas de sacarla del escenario político me parecieron delirantes porque nada hubiera sido gobernable sin Cristina en el centro de la decisión también.

-¿Cuando te reeconstraste con ella?

-En diciembre del 2017. Pasaron nueve años sin vernos, casi 10, ese tiempo hizo que el reencuentro haya sido un reencuentro donde recuperamos la amistad que habíamos tenido, el afecto, donde saldamos todo lo que nos cuestionamos, lo que nos permite trabajar con mucha confianza el uno con el otro. Me emocionó mucho, mucho, el ofrecimiento de Cristina. La conocí casi antes que a Néstor y tejí un vínculo de amistad, después el cariño que tuve con Néstor fue inconmensurable. Tanto fue así que los pingüinos me decían que yo era un Cristino. Me pasó lo que le pasa a muchos argentinos, que se pelearon entre amigos porque la política no los ponía de acuerdo. La diferencia es que era una discusión entre una presidente y un jefe de gabinete que eran amigos, pero teníamos los dos esa envergadura institucional. Fue muy cruel lo que nos pasó. Yo no la pasé bien estos casi diez años, pero el reencuentro fue enorme. Todos hicieron la lectura del reencuentro político y nadie hizo la lectura del reencuentro humano. Eso es lo que más valoro y me encantó ayudarla en este tiempo a salir del lugar en la que la estaban poniendo. Hoy (por ayer) volví a hablar con ella después de ver el video y me volví a emocionar y sólo le dije ‘Gracias, gracias por la amistad que pudimos recomponer’.

-Además del desacomodamiento y la estupefacción del oficialismo, salió Hernán Lombardi a decir que esto era volver a Cámpora al gobierno Perón al poder, lo cual terminó en la dictadura. Después el presidente Macri consideró que la fórmula de ustedes sería volver a la autodestrucción del país…

-Lo que Macri dice es pueril porque nada es más destructivo para la Argentina que el macrismo en el poder. Lombardi habla con la superficialidad que hablaba cuando era parte del grupo sushi, no le asigno importancia sinceramente. Ni Cristina es Perón ni yo soy Cámpora y además Cristina lo sabe porque un día renuncié y estuve diez años confrontando políticamente. Lo que a muchos les cuesta entender es que dos personas que se aprecian y se valoran y se respetan un día pueden encontrar un punto de acuerdo para trabajar juntos como trabajaron años antes. Que Cristina me acompañe a mí me da mucha fuerza. Estoy seguro que nada de lo que tenga que hacer va a entrar en contradicción con Cristina, nada porque sé cómo piensa, todo lo demás son fantasmas que van a levantar. Soy el mismo Alberto Fernández que elogiaban cuando yo la cuestionaba a Cristina y que ahora que me acerco a Cristina me han convertido en un demonio para ellos pero no es mi problema. Es un problema de ellos que deben resolver con un psicólogo.

-Una vez que Cristina te confirmó, ¿con quién lo hablaste?

-Con nadie porque hicimos un pacto de silencio con Cristina y nos dijimos que la cosa muriera en nosotros dos porque esto ocurrió un miércoles a la tarde y la idea de Cristina era hacerlo, como lo hizo, el sábado. Y teníamos que pasar ese jueves y ese viernes en silencio. Fueron dos días larguísimos para ver además donde me sentía muy mal con muchos amigos y muchos compañeros porque me hablaban y yo les tenía que hablar como si nada iba a pasar y estaban pasando cosas, diría Macri.

-¿Dudaste?

-Yo le contesté en el acto que estaba dispuesto pero le pedí que lo piense, que ella lo pensara. Le dije que estaban dadas todas las condiciones para que ella lo sea. Le dije ‘Hicimos un trabajo durante todo este año y medio que te volvió a poner en carrera’ y tuvo una respuesta que me gustó mucho, me dijo: ‘Es todo ese trabajo que hicimos lo que me da la libertad de hacer lo que estoy haciendo’. Y me dejó un poco sin argumentos pero aún así le dije ‘pensalo’. El jueves nos vimos y le pedí que vuelva a pensar y me dijo: ‘Ya lo hablamos’, como diciendo cuántas veces querés que lo hablemos. Ayer a la noche (por el viernes) me invitó a su casa y me mostró lo que iba a decir.

-A partir del anuncio, Felipe Solá y Agustin Rossi se mostraron satisfechos y bajaron sus precandidaturasDanielScioli sigue en carrera ¿cómo lo analizás?

-Me parece absolutamente legítimo que él quiera hacerlo. Le tengo un gran cariño a Daniel, le tengo mucho respeto y somos amigos más allá de esto. Daniel sabe además que no estaba en mis planes competir con él.

-El que salió muy crítico fue Eduardo Duhalde quien dijo que esto era como el cajón de Herminio Iglesias

-¿Eso dijo? ¡Qué impactante! No importa, yo le tengo un gran aprecio y creo que la historia le tiene un lugar de privilegio por la forma en que apagó el incendio en el año 2002 y seguramente no tendrá una página por lo que acaba de decir.

-¿Quiénes te llamaron para decirte ‘Me alegro mucho’?

-Me llamaron muchos y la verdad es que creo que muchos me hablaron francamente, honestamente, contentos, con alegría. Gente de la prensa, gente de la política. Hablé con José Luis Gioja hablé con Martín Insaurralde hablé con Katopodis. Los gobernadores salieran casi uno tras otro a explicar que estaba bien que querían acompañar la decisión y celebré verlos a Juan Manzur, celebré verlo a Gustavo Bordet, a Rosana Bertone, a Domingo Peppo de Chaco, a Sergio Casas de La Rioja, a Gerardo Zamora de Santiago del Estero. Todos estos dirigentes no estaban con nosotros y hoy están. A mí todo eso me pone muy contento y me da una gran tranquilidad.

-Hablando de recomponer ¿qué va a pasar con Sergio Massa?

-Tengo muy buen trato con Sergio y le tengo afecto. La decisión es de Sergio, le hemos abierto todas las puertas para que venga, para que participe, para que si quiere unas PASO, venga y tengo el íntimo deseo de que eso ocurra. Nos intercambiamos unos whatsapp pero porque mi teléfono no paraba. Espero poder hablar mañana (por hoy).

-¿Y Roberto Lavagna?

-Con Lavagna hace muchos años que no hablo. Me da la sensación que ése es un no espacio. El crecimiento de Cristina está directamente relacionado a que la gente está decidiendo si seguir con Macri o generar una oposición. Y la opositora es Cristina, como es una cosa bipartida los espacios del medio desaparecen. Me parece que a Lavagna que es un hombre muy preparado, muy capaz, le va a costar muchísimo poder llegar.

-¿Juan Schiaretti podría llegar a estar en este espacio?

-Pero quien razonablemente no quiere que el peronismo cordobés no esté con nosotros.

-Y… hay varios.

Sería un enorme error político. Schiaretti ganó la elección de manera enorme, una elección que él se ocupó de provincializar, hay muchos votantes de Cristina que lo votaron, básicamente porque es un muy buen gobernador. Tengo amistad con muchos de los cordobeses que han hecho este peronismo cordobecista, hay mucha experiencia, hay mucho para aportar, quién no quisiera que el Gringo y su gente formara parte de este proyecto, representando lo que representan. Me parece que estamos en un tiempo en el que si no nos convencemos que la suma de las partes hacen el todo que necesitamos, vamos a tener un problema. La que mejor lo entendió fue Cristina. Lamento que a otros les cueste entenderlo. Siempre digo que a este espacio de la unidad se viene por convicción o por resignación.

-¿La resignación en qué consiste?

-Muchos tienen aspiraciones. A mí me decían ‘nosotros vamos pero si Cristina no es candidata’, Cristina no es candidata pero tiene sus votos. En realidad, lo que querían es que ella abandone sus votos. Yo siempre les decía es como ir a jugar un partido con el Barcelona y decir pero no pongan a Messi, planteaba la necesidad de que aceptaran que no se puede hacer esto sin Cristina. No lo entendieron pero mientras se encerraban en esa discusión, Cristina crecía, crecía.

-Aparecen en el campo propio sectores que piensan que Alberto Fernández no expresa toda la firmeza dekirchnerismo, toda la radicalidad de Cristina ¿qué les decís?

–Que tengan confianza porque en los grandes postulados no tenemos diferencias. En todo caso yo he sido muy crítico de cosas que ocurrieron en la gestión de Cristina, que ella además creyó que podía ser yo la persona

conociendo mis críticas que las sostengo hasta el día de hoy. Me parece que nosotros tenemos que ir buscando síntesis en este espacio. Las lecturas son muchas, están los que hablan que viene una etapa del Nestorismo, los que dicen ganó el kirchnerismo moderado, lo único que tiene que ganar para adelante es el compromiso de sacar adelante las cosas como lo hicimos en el año 2003 con Néstor. Dejar de lado un poco lo dogmático que no necesariamente es cierto.

-¿Pensás que la competencia va a ser con Macri?

–Si. Creo que están encerrados: si Macri no es candidato, quien lo suceda va a tener que explicarle a todos el fracaso de Macri que no pudo renovar. Pero lo que menos me preocupa es a quién tengo enfrente, lo  que más me preocupa es que nosotros sepamos qué es lo que tenemos que hacer.

-¿Cómo imaginás la relación con el grupo de comunicación dominante en la Argentina, Clarín, teniendo en cuenta lo que han sido sólo estos últimos cuatro años?

-A mí me parece que lo que alguna vez Julio Blanck llamó ‘Periodismo de guerra’, es algo que en Clarín aún hoy se sigue practicando. Ellos no hablan con Cristina, hace mucho que no hablan conmigo porque desde que estoy cerca de Cristina se enojaron conmigo también. A esta altura parecen esos japoneses que en una isla no se enteraron que la Segunda Guerra terminó. Y la verdad sería bueno que dejen de hacer periodismo de guerra y se ocupen de volver a hacer periodismo. Y ellos ya que tienen esta condición de multimedio dominante tienen la doble obligación de no hacer una cosa así. Confío que poco a poco podamos ir limando asperezas no para que ellos escriban lo que nosotros queremos sino para que entiendan que la Argentina también necesita un cambio de ellos.

-¿Te llamó Héctor Magnetto?

-Yo con Magnetto no hablo desde el día que renuncié como jefe de Gabinete.

Todo lo demás es una fantasía. Si me llamara, hablaría y le diría lo que les estoy diciendo a ustedes. Aspiro a que todos entendamos que el tiempo que se avecina tiene que ser distinto. Hay que parar la locura que se sembró en estos años.

Página 12


VOLVER
También podría gustarte