Colombia y Palestina – Diario El Tiempo

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Pocos días antes de dejar el poder, el presidente Santos tomó la decisión de reconocer a Palestina como Estado en un gesto que, como todo lo relacionado con este largo conflicto entre israelíes y palestinos, está lleno de matices y lleva consigo la polémica.

Se sabe que es un tema delicado, de la alta diplomacia. Pero no debe entenderse, de ninguna manera, que el reconocimiento a Palestina sea una afrenta contra el Estado de Israel ni que el viraje de la diplomacia colombiana suponga una toma de posición propalestina. En el mismo sentido de que las muy estrechas relaciones de Bogotá con Israel jamás fueron asumidas, en el contexto de la diplomacia internacional, como una toma de posición proisraelí.

De hecho, si ha habido un cercano y determinante aliado de Colombia en los últimos tiempos ha sido Israel, no solo en áreas tradicionales, sino en sectores tan vitales como la seguridad y la inteligencia, cuyos aportes se resaltan y agradecen. De ahí que la diplomacia del nuevo gobierno debe maniobrar para que así siga siendo y superar las molestias expresadas desde la cancillería israelí y la embajada, que en su primer pronunciamiento calificó la noticia de “bofetada”.

Por lo mismo, Colombia ha sido históricamente receptiva a los reclamos y solidaria con la situación del pueblo palestino, y desde el gobierno de Samper se abrió al establecimiento de relaciones diplomáticas oficiales.

Es sano el pronunciamiento del nuevo canciller, Carlos Holmes Trujillo, en el sentido de que se someterá a examen y se convocará a la Comisión de Relaciones Exteriores para dicho estudio, un análisis que se debe estar haciendo no solo con los asuntos de política exterior, sino con todas las decisiones que dejó el gobierno saliente, en un claro ejercicio de transparencia.

Dicho esto, nos parece necesaria la determinación del Gobierno colombiano de reconocer a Palestina como un “Estado libre, independiente y soberano”. Como dijo la excanciller María Ángela Holguín, era una deuda pendiente que tenía Colombia si se tiene en cuenta que éramos el único país suramericano que no había tomado tal resolución y uno de los pocos latinoamericanos en mora de hacerlo, junto con Panamá y México. Más de 130 naciones la han reconocido, y ello no ha implicado enemistarse con Israel.

En cambio, sí sería un desacierto revertir la decisión soberana porque no existe la figura del ‘desreconocimiento’. El país no puede tomar una determinación de ese calado para retractarse al día siguiente. Serían impredecibles las consecuencias ante la comunidad internacional. Y el recurso, indeseado: o el retiro de embajadores o la ruptura de relaciones. Aparte de que el nivel de nuestra diplomacia quedaría en entredicho y podría ser objeto de burlas por impulsiva o irreflexiva, y podríamos perder interlocución en importantes foros. Los asuntos de relaciones exteriores jamás deben mezclarse con lo interno.

Por eso, el reconocimiento debe verse como un aporte de paz para que israelíes y palestinos retomen el camino del diálogo y la negociación. Es lo deseable. Los dos pueblos merecen vivir en armonía y seguridad, uno al lado del otro. Ya es hora.

El Tiempo


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